Una perspectiva de la transformación digital
que enfocan los recursos, con planes de implementación claros y con responsabilidades ejecutivas que apoyan los procesos de cambio.
Dentro del estudio que realizó EY Parthenon se logró identificar un grupo de empresas que se clasificaron cómo líderes digitales. La principal característica de estos líderes es la creación de valor no lineal al invertir fuertemente en capacidades, desarrollar equipos y habilitar tecnología y plataformas para la gestión de datos.
Los líderes digitales señalaron en la encuesta, que desarrollan estrategias que se puedan ajustar a los cambios del entorno, promoviendo una cultura de experimentación que podría impactar hasta el 40% del portafolio de proyectos de la empresa, generando agilidad y velocidad en la gestión.
Estas empresas son menos propensas a las brechas de talento, se preocupan por capacitar a los líderes de equipo para convertirlos en agentes de cambio para socializar y promover los proyectos digitales que requieren un mayor nivel de esfuerzo. Desacoplan sus modelos operativos de innovación, la estructura de incentivos y los indicadores de desempeño para fomentar la “preparación para el futuro” en armonía con las “gestión del ahora”.
Por último y preparando el cierre de este espacio, las empresas líderes están enfocando sus inversiones digitales en innovación y nuevos productos y servicios, alcanzando el éxito a través de la inversión, la integración o asociación con terceros para adquirir nuevas capacidades, integración de procesos (flujos de valor dentro de la empresa) y cambios al modelo operativo.
Una real transformación digital demanda un replanteamiento del modelo operativo, y en ocasiones, de nuevas oportunidades en el modelo de negocio. Y quizás sea por esta ambición estratégica que cuesta tanto a nuestras empresas centroamericanas poder visualizar todas las oportunidades que emergen al iniciar un proceso con estas características.
¿Cuál es la brecha de su empresa en relación con los líderes digitales de su categoría? ¿Cómo la estrategia de su empresa lo orienta para enfrentar la transformación digital de su industria?
Al acto de celebración del 50 aniversario de la Universidad Nacional (UNA) no fue invitado el Poder Ejecutivo. Además, Marco Zúñiga Badilla, presidente de la Federación de Estudiantes (Feuna), hizo fuertes críticas a la administración Chaves Robles.
Algunos dirán: ¿y el protocolo? ¿cómo no invitar al presidente de la República a un acto oficial? El éxito de cualquier actividad, pública o privada, también depende de compartir con la gente correcta; no es solamente invitar a los que piensen igual, pero sí que compartan legítimamente el objetivo de la celebración y cuya presencia sume.
Ya va siendo hora de ajustar las prioridades. Primero están los valores, el fondo, luego vienen las formas. Estos cambios de paradigma son necesarios para darle espacio a la coherencia y, con ella, generar pensamiento crítico y acción cívica.
Marco Zúñiga dijo, además: “Hoy nos gobierna un presidente que trata al Estado como si fuera una empresa”. Y ese es el punto que motiva este comentario.
Son cada vez más los estudios que confirman que no solo en Costa Rica, sino en todo el mundo vamos en caída libre en una espiral de desconfianza.
Ciencia y empresas crecen en confianza
Otra tendencia que crece en la dirección contraria: cada día se confía más en los científicos (78%) y en los empleadores.
“El CEO de la empresa donde trabajo” (66 %) y “Mis compañeros de trabajo” aparecen como otra fuerza estabilizadora de la sociedad: el 75% de los latinoamericanos confía en ellos.
Del 2020 a la fecha, la confianza en el sector privado ha aumentado más de 20%, llegando a un 62% de calificación general.
Las empresas demuestran procesos de transformación que van más allá de la mejora de los productos o servicios que ofrecen; muchos de sus líderes han asumido roles de gran impacto y no hay marcha atrás, pues se crea un círculo virtuoso que alimenta el bien común.
Cada día aumentan las expectativas de que las empresas lideren cambios sociales a medida que la confianza en el gobierno continúa desgastándose. Pero esto no es algo que pueden hacer solas. Deben trabajar con las demás instituciones que estén dispuestas -por ejemplo, las universidades-para fomentar la innovación e impulsar un impacto positivo y con equidad.
Claramente no podemos generalizar -no se trata de buenos o malos-. No todas las personas servidoras públicas o empresarias somos iguales. El lucro
“¿Y si gestionamos el gobierno como las buenas empresas? Con transparencia, liderazgos conscientes, equidad de género, inclusión, asumiendo las consecuencias de las decisiones sin aferrarse al poder o al lucro”.
no es malo en sí mismo, lo perverso es la inequidad. Esas son las trampas que nos conducen rápidamente a la infértil polarización. Pero si el papel social de las empresas llegó para quedarse, ojalá podamos incorporar algunas buenas prácticas del sector empresarial a la gestión de la clase política y gubernamental.
Cada día los stakeholders exigen que las empresas sean transparentes, rindan cuentas, y aquellas que lo hagan bien recibirán el apoyo a manera de consumo, de talento que se queda, de buena reputación, inversiones y prosperidad en el tiempo. Aquellas que no lo entiendan están destinadas a desaparecer más temprano que tarde.
Hay un creciente interés por medir el impacto, por reportar resultados ya no solo de carácter económico, sino también social, ambiental y de gobernanza (Reportes ESG). Así, mediante certificaciones avaladas por terceros externos, las empresas pueden hacer de sus resultados demostraciones que abonan a la confianza pública y que les permite obtener mejores retribuciones, acceso a dinero más barato para créditos e inversiones y apertura a más oportunidades.
‘La Tierra es ahora nuestro único accionista’
La frase de arriba fue la que el empresario estadounidense Yvon Chouinard usó para anunciar hace unos meses su decisión de donar a la lucha contra el cambio climático la empresa que fundó hace casi medio siglo. Chouinard, de 83 años, es el fundador de Patagonia, la compañía de ropa y equipos para actividades al aire libre con sede en California y cuyo valor se estima en $3.000 millones.
Patagonia ya donaba el 1% de sus beneficios anuales a organizaciones y grupos ambientales. Pero él sí levantó la ambición al pasar de 1 a 100, y durante el anuncio de su decisión señaló: “Si tenemos alguna esperanza de un planeta próspero dentro de 50 años, ello nos exige a todos hacer lo posible con los recursos que tenemos “.
Entonces, mi mensaje para Marco y para quienes no conocen estos casos es: ¿y si gestionamos el gobierno como las buenas empresas? Con transparencia, con liderazgos conscientes, con equidad de género, con inclusión, asumiendo las consecuencias de las decisiones sin aferrarse al poder o al lucro. ¿Si pedimos a los líderes políticos que aprendan de los buenos líderes empresariales? ¿No tendríamos un mundo mejor si hubiera más liderazgos como el de Patagonia?
Afortunadamente, sí que existen muchos liderazgos que apuntan a un norte más colaborativo, equitativo y ambientalmente sustentable. Aquí algunos ejemplos:
El Sistema B es una organización sin fines de lucro que trabaja junto con el sector empresarial para construir una nueva economía en la cual el éxito y los beneficios financieros estén en función de construir un entorno más justo, equitativo y regenerativo para las personas y el planeta.
Las empresas B cumplen con los más altos estándares de desempeño social y ambiental verificado, transparencia pública y responsabilidad legal para equilibrar las ganancias y el propósito. Para lograr la certificación como Empresa B, una organización debe medirse y cumplir con los estándares de una estricta evaluación. Existen más de 6.300 empresas B certificadas; más de 1.000 son de América Latina y el Caribe. En Costa Rica existen 11 empresas: Pucci, Florex, Yuxta, Greenenergy, Nahua, Asuaire Travel, Sphera, Bodhi Surf and Body, Aire Studio y Aromas para el alma; también esperamos que muy pronto Próxima Comunicación sea parte de este grupo.
Otro ejemplo son las 110 empresas que forman parte de la Alianza Empresarial para Desarrollo (AED).
* La autora es comunicadora estratégica y emprendedora social. Directora de Próxima Comunicación y de Ecoins.