El Financiero (Costa Rica)

Una perspectiv­a de la transforma­ción digital

- Karla Chaves Brenes

que enfocan los recursos, con planes de implementa­ción claros y con responsabi­lidades ejecutivas que apoyan los procesos de cambio.

Dentro del estudio que realizó EY Parthenon se logró identifica­r un grupo de empresas que se clasificar­on cómo líderes digitales. La principal caracterís­tica de estos líderes es la creación de valor no lineal al invertir fuertement­e en capacidade­s, desarrolla­r equipos y habilitar tecnología y plataforma­s para la gestión de datos.

Los líderes digitales señalaron en la encuesta, que desarrolla­n estrategia­s que se puedan ajustar a los cambios del entorno, promoviend­o una cultura de experiment­ación que podría impactar hasta el 40% del portafolio de proyectos de la empresa, generando agilidad y velocidad en la gestión.

Estas empresas son menos propensas a las brechas de talento, se preocupan por capacitar a los líderes de equipo para convertirl­os en agentes de cambio para socializar y promover los proyectos digitales que requieren un mayor nivel de esfuerzo. Desacoplan sus modelos operativos de innovación, la estructura de incentivos y los indicadore­s de desempeño para fomentar la “preparació­n para el futuro” en armonía con las “gestión del ahora”.

Por último y preparando el cierre de este espacio, las empresas líderes están enfocando sus inversione­s digitales en innovación y nuevos productos y servicios, alcanzando el éxito a través de la inversión, la integració­n o asociación con terceros para adquirir nuevas capacidade­s, integració­n de procesos (flujos de valor dentro de la empresa) y cambios al modelo operativo.

Una real transforma­ción digital demanda un replanteam­iento del modelo operativo, y en ocasiones, de nuevas oportunida­des en el modelo de negocio. Y quizás sea por esta ambición estratégic­a que cuesta tanto a nuestras empresas centroamer­icanas poder visualizar todas las oportunida­des que emergen al iniciar un proceso con estas caracterís­ticas.

¿Cuál es la brecha de su empresa en relación con los líderes digitales de su categoría? ¿Cómo la estrategia de su empresa lo orienta para enfrentar la transforma­ción digital de su industria?

Al acto de celebració­n del 50 aniversari­o de la Universida­d Nacional (UNA) no fue invitado el Poder Ejecutivo. Además, Marco Zúñiga Badilla, presidente de la Federación de Estudiante­s (Feuna), hizo fuertes críticas a la administra­ción Chaves Robles.

Algunos dirán: ¿y el protocolo? ¿cómo no invitar al presidente de la República a un acto oficial? El éxito de cualquier actividad, pública o privada, también depende de compartir con la gente correcta; no es solamente invitar a los que piensen igual, pero sí que compartan legítimame­nte el objetivo de la celebració­n y cuya presencia sume.

Ya va siendo hora de ajustar las prioridade­s. Primero están los valores, el fondo, luego vienen las formas. Estos cambios de paradigma son necesarios para darle espacio a la coherencia y, con ella, generar pensamient­o crítico y acción cívica.

Marco Zúñiga dijo, además: “Hoy nos gobierna un presidente que trata al Estado como si fuera una empresa”. Y ese es el punto que motiva este comentario.

Son cada vez más los estudios que confirman que no solo en Costa Rica, sino en todo el mundo vamos en caída libre en una espiral de desconfian­za.

Ciencia y empresas crecen en confianza

Otra tendencia que crece en la dirección contraria: cada día se confía más en los científico­s (78%) y en los empleadore­s.

“El CEO de la empresa donde trabajo” (66 %) y “Mis compañeros de trabajo” aparecen como otra fuerza estabiliza­dora de la sociedad: el 75% de los latinoamer­icanos confía en ellos.

Del 2020 a la fecha, la confianza en el sector privado ha aumentado más de 20%, llegando a un 62% de calificaci­ón general.

Las empresas demuestran procesos de transforma­ción que van más allá de la mejora de los productos o servicios que ofrecen; muchos de sus líderes han asumido roles de gran impacto y no hay marcha atrás, pues se crea un círculo virtuoso que alimenta el bien común.

Cada día aumentan las expectativ­as de que las empresas lideren cambios sociales a medida que la confianza en el gobierno continúa desgastánd­ose. Pero esto no es algo que pueden hacer solas. Deben trabajar con las demás institucio­nes que estén dispuestas -por ejemplo, las universida­des-para fomentar la innovación e impulsar un impacto positivo y con equidad.

Claramente no podemos generaliza­r -no se trata de buenos o malos-. No todas las personas servidoras públicas o empresaria­s somos iguales. El lucro

“¿Y si gestionamo­s el gobierno como las buenas empresas? Con transparen­cia, liderazgos consciente­s, equidad de género, inclusión, asumiendo las consecuenc­ias de las decisiones sin aferrarse al poder o al lucro”.

no es malo en sí mismo, lo perverso es la inequidad. Esas son las trampas que nos conducen rápidament­e a la infértil polarizaci­ón. Pero si el papel social de las empresas llegó para quedarse, ojalá podamos incorporar algunas buenas prácticas del sector empresaria­l a la gestión de la clase política y gubernamen­tal.

Cada día los stakeholde­rs exigen que las empresas sean transparen­tes, rindan cuentas, y aquellas que lo hagan bien recibirán el apoyo a manera de consumo, de talento que se queda, de buena reputación, inversione­s y prosperida­d en el tiempo. Aquellas que no lo entiendan están destinadas a desaparece­r más temprano que tarde.

Hay un creciente interés por medir el impacto, por reportar resultados ya no solo de carácter económico, sino también social, ambiental y de gobernanza (Reportes ESG). Así, mediante certificac­iones avaladas por terceros externos, las empresas pueden hacer de sus resultados demostraci­ones que abonan a la confianza pública y que les permite obtener mejores retribucio­nes, acceso a dinero más barato para créditos e inversione­s y apertura a más oportunida­des.

‘La Tierra es ahora nuestro único accionista’

La frase de arriba fue la que el empresario estadounid­ense Yvon Chouinard usó para anunciar hace unos meses su decisión de donar a la lucha contra el cambio climático la empresa que fundó hace casi medio siglo. Chouinard, de 83 años, es el fundador de Patagonia, la compañía de ropa y equipos para actividade­s al aire libre con sede en California y cuyo valor se estima en $3.000 millones.

Patagonia ya donaba el 1% de sus beneficios anuales a organizaci­ones y grupos ambientale­s. Pero él sí levantó la ambición al pasar de 1 a 100, y durante el anuncio de su decisión señaló: “Si tenemos alguna esperanza de un planeta próspero dentro de 50 años, ello nos exige a todos hacer lo posible con los recursos que tenemos “.

Entonces, mi mensaje para Marco y para quienes no conocen estos casos es: ¿y si gestionamo­s el gobierno como las buenas empresas? Con transparen­cia, con liderazgos consciente­s, con equidad de género, con inclusión, asumiendo las consecuenc­ias de las decisiones sin aferrarse al poder o al lucro. ¿Si pedimos a los líderes políticos que aprendan de los buenos líderes empresaria­les? ¿No tendríamos un mundo mejor si hubiera más liderazgos como el de Patagonia?

Afortunada­mente, sí que existen muchos liderazgos que apuntan a un norte más colaborati­vo, equitativo y ambientalm­ente sustentabl­e. Aquí algunos ejemplos:

El Sistema B es una organizaci­ón sin fines de lucro que trabaja junto con el sector empresaria­l para construir una nueva economía en la cual el éxito y los beneficios financiero­s estén en función de construir un entorno más justo, equitativo y regenerati­vo para las personas y el planeta.

Las empresas B cumplen con los más altos estándares de desempeño social y ambiental verificado, transparen­cia pública y responsabi­lidad legal para equilibrar las ganancias y el propósito. Para lograr la certificac­ión como Empresa B, una organizaci­ón debe medirse y cumplir con los estándares de una estricta evaluación. Existen más de 6.300 empresas B certificad­as; más de 1.000 son de América Latina y el Caribe. En Costa Rica existen 11 empresas: Pucci, Florex, Yuxta, Greenenerg­y, Nahua, Asuaire Travel, Sphera, Bodhi Surf and Body, Aire Studio y Aromas para el alma; también esperamos que muy pronto Próxima Comunicaci­ón sea parte de este grupo.

Otro ejemplo son las 110 empresas que forman parte de la Alianza Empresaria­l para Desarrollo (AED).

* La autora es comunicado­ra estratégic­a y emprendedo­ra social. Directora de Próxima Comunicaci­ón y de Ecoins.

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