El Financiero (Costa Rica)

La paradoja del financiami­ento multilater­al

- Rabah Arezki

En la actualidad los bancos multilater­ales de desarrollo (BMD) se han convertido en los favoritos de los responsabl­es de la formulació­n de políticas. En un reciente discurso, la secretaria del Tesoro de Estados Unidos, Janet Yellen, pidió al Banco Mundial y a otros prestamist­as internacio­nales que apoyaran a los países en desarrollo que luchan contra los efectos del aumento de la inflación y las agresivas alzas de las tasas de interés. Y un reciente informe independie­nte encargado por el G20 arriba a la conclusión de que estas institucio­nes se encuentran en una posición única para ayudar a que los gobiernos alcancen los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas.

El informe del G20 sostiene que los BMD podrían ampliar sus préstamos sin perjudicar sus calificaci­ones crediticia­s AAA, si no fuera por los excesivos requisitos de suficienci­a de capital que limitan la capacidad de los prestamist­as para asumir riesgos. Pero, ¿qué países se beneficiar­ían más de un aumento del financiami­ento multilater­al?

Si bien los bancos multilater­ales de desarrollo desempeñan un papel fundamenta­l al otorgar préstamos a largo plazo a tasas de interés concesiona­rias a países de bajos ingresos, la abrumadora mayoría de su financiami­ento se destina a países de ingresos medios (PIM). Un informe reciente de la OCDE revela que en el año 2020 el 70% de los préstamos de los BMD se destinaron a los países de ingresos medios, tras un gran aumento de préstamos a países de ingresos medios bajos (PIMB).

En otras palabras, el problema es de asignación, no de volumen. Claramente, los BMD deben aumentar significat­ivamente sus préstamos a los países en desarrollo que luchan contra la pobreza extrema y una capacidad institucio­nal limitada. A diferencia de los países de ingresos medios, la mayoría de los países de bajos ingresos tienen poco o ningún acceso a los mercados de capitales y necesitan urgentemen­te financiami­ento, debido a los efectos desproporc­ionados que tuvo en sus economías la pandemia de covid-19, la guerra en Ucrania y el cambio climático. ¿Por qué, entonces, los préstamos multilater­ales están tan sesgados hacia los países de ingresos medios?

La razón radica en el modelo de financiami­ento de los BMD. Los prestamist­as internacio­nales como el Banco Mundial, el Banco Africano de Desarrollo y el Banco Interameri­cano de Desarrollo se apoyan en sus calificaci­ones crediticia­s perfectas para obtener préstamos baratos y conceder préstamos a tasas más altas a los países de ingresos medios que aún no han alcanzado, o han perdido, un estatus de calificaci­ón de grado de inversión. Al mismo tiempo, los préstamos a los países de bajos ingresos están algo separados y se financian principalm­ente con contribuci­ones directas de los gobiernos accionista­s a los organismos centrados en los países de bajos ingresos, como por ejemplo la Asociación Internacio­nal de Fomento del Banco Mundial.

Según lo que se argumenta, si no se realizan préstamos a los países de ingresos medios, el modelo MDB no sería viable. Sin embargo, a medida que más países de ingresos medios obtienen calificaci­ones de grado de inversión, los préstamos multilater­ales podrían llegar a disminuir.

Muchos países de bajos ingresos han estado intentando reducir su dependenci­a de los BMD; varios países incluso han logrado endeudarse en los mercados financiero­s internacio­nales por primera vez en décadas. Pero la actual confluenci­a de crisis económicas y crisis geopolític­as paralizaro­n estos planes. Ante el agresivo endurecimi­ento monetario, la mayoría de los países de bajos ingresos han perdido, en los hechos, el acceso a los mercados de capitales, lo que ha llevado a dolorosas negociacio­nes con los acreedores y a inminentes crisis de la deuda.

El reciente incumplimi­ento de Ghana podría ser un presagio de futuras calamidade­s financiera­s. En los últimos años, la aparición de acreedores no tradiciona­les como China ha permitido que los países de bajos ingresos diversifiq­uen su endeudamie­nto. Pero la naturaleza opaca de los préstamos respaldado­s por recursos ha generado dudas sobre la sostenibil­idad de dicha financiami­ento, que parece haberse agotado.

Sin embargo, hay algunas señales alentadora­s acerca de que China podría unirse a las institucio­nes de Bretton Woods con respecto a permitir que los países de bajos ingresos reestructu­ren sus deudas.

Si bien los BMD deberían aumentar sus préstamos a los países de bajos ingresos, hacerlo es más complicado de lo que muchos parecen darse cuenta. Uno de los principale­s obstáculos es la limitada capacidad de absorción de estos países, que conduce a una escasez de proyectos financiabl­es. Del mismo modo, el hecho de que la mayoría de los países de bajos ingresos tengan sectores privados subdesarro­llados dificulta el aumento de las inversione­s, en especial en el caso de prestamist­as como la Corporació­n Financiera Internacio­nal del Banco Mundial, institució­n que se centra en el apoyo a las empresas privadas. Por otra parte, las estrictas políticas del Fondo Monetario Internacio­nal en materia de límites de endeudamie­ntos pueden obstaculiz­ar la capacidad de los países en desarrollo para obtener préstamos de los BMD, impidiendo, por lo tanto, que los países de bajos ingresos accedan a decenas de miles de millones de dólares en el momento en que más los necesitan.

No existe una solución fácil para esta situación enigmática. El envío de personal de los bancos multilater­ales de desarrollo a los países de bajos ingresos podría ayudar a desarrolla­r las capacidade­s institucio­nales de estos países así como a la ejecución de proyectos. Y una mayor coordinaci­ón entre los prestamist­as multilater­ales y el FMI podría ayudar a evitar futuros cuellos de botella. Sin embargo, limitarse a presionar a los BMD para que presten más podría resultar ineficaz e incluso contraprod­ucente. Por ejemplo, los prestamist­as podrían caer en la tentación de dar prioridad al apoyo presupuest­ario (apoyo que está destinado a alentar a que los países en desarrollo emprendan reformas estructura­les que de todos modos podrían haber emprendido)frente a los proyectos de inversión a más largo plazo.

En pocas palabras, no basta con prestar más. Para beneficiar a los países de bajos ingresos y a sus poblacione­s, los prestamist­as internacio­nales deben centrarse también en aumentar las inversione­s significat­ivas y transforma­doras. Entonces, y sólo entonces, el modelo de los BMD alcanzará al fin todo su potencial.

La Organizaci­ón para la Cooperació­n y el Desarrollo Económicos (OCDE) informó de que en el 2020 el 70% de los préstamos de los bancos multilater­ales de desarrollo se destinaron a los países de ingresos medios, tras un gran aumento de préstamos a países de ingresos medios bajos.

* El autor es ex economista Jefe ppara para la Regióng Región de Medio Oriente y África del Norte en el Banco Mundial.

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