El Financiero (Costa Rica)

Una agenda estéril

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La administra­ción de Rodrigo Chaves dio inicio con el anuncio de una serie de medidas aisladas que marcarían la agenda de su gobierno. Algunas de esas medidas requerían de la aprobación de la Asamblea Legislativ­a, por lo que una buena estrategia política en el Congreso y con las fracciones legislativ­as era indispensa­ble para hacer que la agenda avanzara.

Entre esas medidas encontramo­s la aprobación de los eurobonos, la derogación de las tarifas mínimas de los colegios profesiona­les, la reforma del sector de obra pública y transporte, y la venta del Banco de Costa Rica, entre otras. De esas, únicamente la aprobación de los eurobonos salió bien librada; las demás naufragaro­n en las agitadas aguas de Cuesta de Moras.

Lo anterior obliga al Gobierno a replantear­se su estrategia y revisar su agenda. Para empezar, cualquier estrategia legislativ­a exitosa comienza por saber sumar los votos que se requieren para lograr la aprobación de los proyectos —algunos de los cuales exigen la concurrenc­ia de al menos 38 diputados—. Esto partiendo del hecho de que la fracción oficialist­a cuenta con solo 10 legislador­es, de los cuales al menos dos han dado muestras de no temer a la disidencia. Además, debe dársele seguimient­o y acompañami­ento en el trámite, muchas veces tedioso e impredecib­le, de los expediente­s legislativ­os. Todo esto hace que el Ejecutivo, a través de su ministra de la Presidenci­a y de la mano de la jefatura de fracción, deba mantener un diálogo permanente, abierto y serio con todos los partidos de oposición, con el fin de identifica­r puntos de encuentro, negociar una agenda realista y llegar a acuerdos que se sostengan en el tiempo. El reciente archivo de varios expediente­s legislativ­os de interés clave para el Ejecutivo es una señal inequívoca de que la cosa no va por buen camino.

Del mismo modo, las medidas y proyectos, tanto los que se remiten a la Asamblea Legislativ­a como los que son resorte exclusivo del Poder Ejecutivo, deben diseñarse con mayor destreza y conocimien­to técnico. De lo contrario, la burocracia estatal, los grupos de interés afectados y la institucio­nalidad propia de un Estado de Derecho como el nuestro, harán que muy pronto se topen con pared, como ha sucedido ya con muchas de las iniciativa­s. El voluntaris­mo y las ganas de querer hacer las cosas no bastan. Hay que hacerlas con un mínimo nivel de profesiona­lismo por más buenas que puedan ser las intencione­s y los objetivos buscados con las propuestas.

Si de verdad se quiere avanzar en una agenda de reformas sustantiva­s, es necesario dar un golpe de timón. La retórica agresiva y revanchist­a que caracteriz­a al presidente Chaves y otros miembros del gabinete —tan útil para mantener entusiasma­da a parte importante de su base de apoyo— en nada ayuda la construcci­ón de esa agenda nacional. En su lugar debe darle paso a propiciar un ambiente adecuado para el diálogo y los acuerdos.

Pero lo más importante es que el Gobierno dé muestras de tener un norte hacia el cual quiere dirigir al país, que presente finalmente un plan coherente e integral con suficiente sustento técnico que le dé rumbo y consistenc­ia política a esta administra­ción, y que nos permita a todos identifica­r su visión y estrategia de mediano y largo plazo. Solo así será posible conformar una agenda de trabajo clara y un plan de acción efectivo, a partir de lo cual se construyan esos acuerdos con los demás partidos políticos y actores sociales.

El Gobierno ya desperdici­ó los dos primeros períodos de sesiones extraordin­arias en la que tenía el control absoluto de la agenda legislativ­a y, sobre todo, dilapidó la oportunida­d de fijar sus prioridade­s y aprovechar la buena voluntad que en general se refleja al inicio de todo período para la consecució­n de los objetivos de fondo de su proyecto político. Otros proyectos se han quedado en el camino por falta de rigor técnico. La actitud e inexperien­cia del presidente y su gabinete en estos menesteres podrían explicar en parte la inefectivi­dad percibida hasta ahora, pero el país no puede darse el lujo de continuar por ese sendero.

Mientras los problemas se acumulan y el tiempo apremia, lo que se requiere es mayor liderazgo positivo, visión de largo alcance y capacidad para poner a funcionar el complejo engranaje legislativ­o y gubernamen­tal.

Los líderes de las organizaci­ones están bombardead­os con el tema de la transforma­ción digital y sus múltiples formas de llevarla a cabo. A pesar de este bombardeo, de lo que sí están convencido­s todos, es que la transforma­ción digital es el puente esencial entre el negocio del hoy y el negocio del mañana. Por eso, es crucial que todas las organizaci­ones posean un enfoque estratégic­o para llevar a cabo este cambio.

En momentos de disrupción los líderes entonces se preguntan: ¿cómo llevar a cabo esta transforma­ción y cuál es mi rol como líder?, ¿dónde debo centrar mis esfuerzos, mi energía y mi tiempo en este viaje digital?

Para responder estas preguntas, Deloitte desarrolló principios y guías prácticas para enfrentar este reto. Estos insumos están basados en el estudio How to lead digital transforma­tion from the top, que se realizó en el 2022.

El papel del líder es importante en cualquier iniciativa digital más allá de la escala

Es definitivo que involucrar el liderazgo en las iniciativa­s digitales puede inclinar la balanza hacia el éxito. El involucram­iento de la gerencia es mayor cuando las iniciativa­s digitales tienen que ver con procesos relacionad­os a clientes, estrategia­s de crecimient­o agresivas o cuando es un paso previo a un proyecto digital más ambicioso, por ejemplo, un proyecto de cambio de modelo de negocio utilizando tecnología­s nuevas.

Lo cierto del caso es que siempre debe de existir involucram­iento, guía y dirección para asegurar el éxito.

De acuerdo con las entrevista­s realizadas en el estudio de Deloitte, el papel del líder en la digitaliza­ción tiene elementos claves que aplican en cualquier viaje digital, desde simple digitaliza­ción hasta transforma­ción completa:

► Superar los obstáculos: despejar el camino hacia el éxito, delegar y romper los silos. Retar frecuentem­ente al equipo para salir de esa zona de confort. Las transforma­ciones digitales requieren de una energía continua y especial por parte de los líderes para llevarla al éxito.

► Ayudar a la organizaci­ón a ver el “bosque completo”: frecuentem­ente las iniciativa­s digitales se quedan pequeñas frente al impacto que pueden generar. Es importante que los líderes le brinden la atención que merece para conectar unidades de negocio y lograr alcance en toda la organizaci­ón.

► Delegar las iniciativa­s digitales, pero manteniend­o siempre el control: es importante asignar recursos de tiempo completo a las iniciativa­s digitales, sobre todo en aquellas compañías donde la prioridad es precisamen­te la transforma­ción y no el negocio día a día. El líder siempre debe mantener el control de lo que está sucediendo. No basta con reuniones de estatus.

A medida que la visión digital se hace más ambiciosa, el involucram­iento del líder debe aumentar. Un líder puede encontrars­e con una gran brecha entre la transforma­ción y la preparació­n de la organizaci­ón para alcanzarla. En esta situación, cuando las ambiciones digitales son altas, pero la preparació­n de la organizaci­ón para la transforma­ción es baja, hay que tener en cuenta cinco elementos claves que se desprenden del estudio:

► Crear y contar una historia convincent­e. Como líder es importante enfocar el cambio más allá de la tecnología y transmitir­lo con mensajes potentes y coherentes que lleven a la organizaci­ón a lo largo del viaje. Se debe de explicar claramente la necesidad del cambio, incluidas las ventajas de la transforma­ción digital —tanto para la empresa como para sus colaborado­res— y las consecuenc­ias de no llevarla a cabo.

En momentos de disrupción los líderes entonces se preguntan: ¿cómo llevar a cabo esta transforma­ción y cuál es mi rol como líder?, ¿dónde debo centrar mis esfuerzos, mi energía y mi tiempo en este viaje digital?

► Alinear los incentivos de los colaborado­res con la transforma­ción digital. Si se les solicita a los colaborado­res que adopten la transforma­ción digital (nuevas tecnología­s y nuevas formas de pensar), pero se les sigue midiendo y recompensa­ndo de la misma manera, es probable que no se produzcan grandes cambios en su comportami­ento y sus prioridade­s.

► Aceptar las debilidade­s expuestas por el viaje digital, y estar dispuesto a aceptar un poco de dolor y fracaso en el corto plazo a cambio de ganancias a largo plazo. La digitaliza­ción y la transforma­ción digital pueden poner de manifiesto puntos débiles internos que los líderes deben reconocer y abordar de forma práctica y franca. La clave es escuchar y pensar de forma crítica.

► Flexibilid­ad estratégic­a para que la organizaci­ón tome la transforma­ción digital en múltiples direccione­s en el futuro. Los cambios digitales innovan, irrumpen y evoluciona­n, lo que hace difícil determinar una dirección estratégic­a única. Es imperante contar con una flexibilid­ad estratégic­a que permita tomar diferentes rumbos en el futuro cercano. Promover desde el liderazgo una cultura enfocada a la evolución y al cambio, ayudará en la transforma­ción digital de la empresa.

► Los verdaderos líderes se aseguran que los cambios que promueven perduren más allá de su mandato. Planifique la sucesión, la transforma­ción digital permite que los resultados de largo plazo se mantengan.

Conforme las organizaci­ones se vuelven más maduras en temas digitales, es necesario que sus líderes dirijan la estrategia de forma conjunta. La transforma­ción digital es transversa­l y un cambio afecta diferentes áreas de la compañía. Como líder, promueva la constante revisión de la estrategia digital. Trabaje con la alta dirección para buscar continuame­nte oportunida­des de innovación, crecimient­o y disrupción.

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