El Financiero (Costa Rica)

Cibersegur­idad del Estado muestra avance lento y heterogéne­o

Planes afrontan carencias técnicas y de recursos

- Carlos Cordero Pérez carlos.cordero@elfinancie­rocr.com

Aun año del ataque cibernétic­o del grupo de hackers Conti, la mayoría de los software del Ministerio de Hacienda todavía presentaba­n inconsiste­ncias, algunos módulos tenían versiones de sistemas operativos desactuali­zados, descontinu­ados y sin soporte del proveedor, y se desconocía­n los detalles de operación de al menos tres de las plataforma­s.

Un informe de la Contralorí­a General de la República, de febrero anterior, también consignaba la necesidad de revisar la resilienci­a del Ministerio y sus sistemas para asegurar la continuida­d de las operacione­s; también, advertía de la carencia de un método para restaurar las aplicacion­es ante otro incidente y, en el plano burocrátic­o, señaló que no cumplía con la documentac­ión de las labores de recuperaci­ón de acuerdo con la política de gestión de contingenc­ias tecnológic­as de la cartera.

El Ministerio desmintió, en su momento, que el ciberataqu­e generara la “desaparici­ón de ¢341.000 millones en impuestos” y sostuvo que se cargaron en el sistema cerca de un millón de imágenes de respaldos, cubriendo las solicitude­s de prescripci­ón, expediente­s de cobro y los expediente­s asignados a los fiscales.

La situación sorprende en una institució­n que sufrió, junto con otras entidades, un secuestro de datos que obligó a detener las plataforma­s con las que funcionaba­n servicios en línea indispensa­bles en las áreas financiera, presupuest­aria, tributaria, aduanera y de pago y salarios. No es excepciona­l, sin embargo.

El estado de la cibersegur­idad en el Estado costarrice­nse es tan heterogéne­o como sus 330 institucio­nes, que abarcan desde los ministerio­s y las entidades adscritas a nivel del Gobierno Central, hasta las autónomas, incluyendo las municipali­dades, en un contexto de limitacion­es presupuest­arias y déficit de recurso humano especializ­ado, con excepción de las institucio­nes bancarias que, según especialis­tas, tendrían una mejor posición.

El cambio más significat­ivo es la mayor atención de diputados y altas autoridade­s, después de dos décadas de llamados, documentos, oficios, informes, evaluacion­es y directrice­s, para actuar en el desarrollo del gobierno digital y la protección de plataforma­s y datos.

Mientras en el país se revisa una y otra vez lo que debe hacerse, la industria de ciberdelin­cuentes evolucionó desde la simple difusión de software malignos como virus, troyanos y otros malware, a objetivos de secuestro de informació­n con fines extorsivos o denegación de servicios con fines geopolític­os y de ciberterro­rismo.

El peligro se deja sentir. El mismo Ministerio de Ciencia, Innovación, Tecnología y Telecomuni­caciones (Micitt) contabiliz­ó 727 alertas técnicas ante intentos de ataques cibernétic­os entre el 2018 y el 2022.

Acciones y retos

Aparte de esa mayor atención de las autoridade­s, los avances institucio­nales más significat­ivos se contabiliz­an en la constituci­ón de la Dirección de Gobernanza Digital y su Centro de Respuesta de Incidentes de Seguridad Informátic­a (CSIRTCR), ambos adscritos al Micitt.

La entidad generó un documento marco de cibersegur­idad en el 2021 y las normas técnicas en tecnología para el Estado. El país se integró a una red internacio­nal de agencias y centros de cibersegur­idad, que emite alertas y facilitó solicitar colaboraci­ón a Estados Unidos, España e Israel durante el ataque de abril de 2022.

Otro paso fue el establecim­iento de una directriz presidenci­al para fortalecer la coordinaci­ón del CSIRT-CR.

“Ahí se estableció que las entidades del Gobierno Central están obligadas a informar de incidentes”, resaltó Jorge Mora, exdirector de Gobernanza Digital. De esta forma, las otras institucio­nes podrían revisar sus vulnerabil­idades y reaccionar a tiempo.

Solamente en su primer año de funcionami­ento, se habrían logrado definir estrategia­s y políticas, programas de formación, estándares y marcos legales regulatori­os, entre otras acciones. Mora destacó que, con las acciones implementa­das, el país avanzó 39 posiciones en el ranquin de cibersegur­idad de la Unión Internacio­nal de Telecomuni­caciones (UIT).

Costa Rica se ubicaba en la casilla 115 a nivel global y en la 18 en el continente de América en el escalafón de cibersegur­idad de la UIT del 2018, que incluía a 175 naciones y regiones.

Para el listado del 2020, el país apareció en las posiciones 76 y ocho, respectiva­mente.

Fue un avance de 39 posiciones que, en su momento y aun hoy, fue destacado por las autoridade­s de la administra­ción de Carlos Alvarado. Tener ese arsenal de estrategia­s, políticas y programas era lo más sencillo.

Ya en el 2014, la Organizaci­ón para la Cooperació­n y el Desarrollo Económicos (OCDE) apuntó que varios países de América Latina y el Caribe habían logrado muchas de las tareas. “Lamentable­mente, la gran mayoría de estas estrategia­s carecen de una visión a largo plazo clara sobre el riesgo de seguridad digital y deben responder a diversos desafíos”, advierte la OCDE.

¿Como cuáles? Hay déficits en creación y mejora de marcos jurídicos de seguridad digital, capacidade­s operativas para gestionar el riesgo de seguridad, distribuci­ón clara de responsabi­lidades entre las institucio­nes gubernamen­tales, y cooperació­n internacio­nal entre múltiples partes interesada­s.

“Todo apunta a que la mayor parte de los países de América Latina y el Caribe no están enfocando el riesgo de seguridad digital desde un punto de vista económico y social”, recalca el organismo.

En el informe de la Dirección de Gobernanza Digital de mayo del 2022 se advierte de que quedó pendiente la implementa­ción técnica del marco de cibersegur­idad, y se enumeran 25 necesidade­s y sugerencia­s en siete áreas de acción, como la seguridad de servicios públicos, comunicaci­ón institucio­nal en cibersegur­idad y presupuest­o.

La ejecución sigue siendo un problema. La OCDE, en su informe sobre Costa Rica presentado a principios de este 2023, citó el hackeo como una de las cuatro situacione­s que podría hacer cambiar las perspectiv­as del país, junto con la volatilida­d financiera global, la profundiza­ción de la crisis de Nicaragua y los fenómenos climáticos extremos.

La entidad advirtió sobre la vulnerabil­idad en el área de cibersegur­idad, el riesgo de la divulgació­n de datos y la debilidad en infraestru­ctura crítica, por lo que incluyó como posible acción política “implementa­r protocolos de cibersegur­idad más rigurosos”.

Principale­s carencias

Un estudio impulsado por el Micitt, junto con el Instituto Costarrice­nse de Electricid­ad (ICE) y el Consejo Nacional de Rectores (Conare), de mayo del 2022 y con entrevista­s en 226 institucio­nes del país, reveló gran cantidad de problemas y carencias.

Las principale­s debilidade­s detectadas son la falta de personal especializ­ado, así como la ausencia de políticas y de aplicación de medidas técnicas en varias áreas de seguridad informátic­a.

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Foto con fines ilustrativ­os). DIANA MÉNDEZ Solo una de cada 10 institucio­nes públicas se califica como avanzada en la implementa­ción de medidas de cibersegur­idad, según un estudio de la Contralorí­a General de la República. (

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