Jóvenes incursionan en servicio de chef privado para hogares y eventos
Kajual intenta replicar, con ‘toque local’, exitoso modelo europeo de menús personalizados
Allan Hernández Montero y Juan Carlos Estrada Durán, fundadores y socios de Kajual, servicio de chef privado en hogares y eventos, están convencidos de cómo brindan una solución a los clientes y, muy especialmente, que la integración con otros potencializa el mercado, como en Europa y sobre todo en Barcelona, donde los mejores chefs comparten sus secretos y proyectos.
Tienen dos años de estar definiendo el proyecto, pero con el poco tiempo desde que lanzaron el servicio sienten que es muy bien acogido. “Tiene potencial y comprobado éxito”, afirma Allan, de 33 años.
Oriundo de Tuetal Norte, al noroeste de Alajuela centro, Allan estudió ingeniería en telecomunicaciones e ingresó a una firma multinacional tecnológica, IBM.
Empezó en atención de clientes y llegó a alcanzar puestos de gerencia, donde aprendió y desarrolló habilidades en planeamiento y gestión de proyectos que, dice, le están ayudando en su emprendimiento de cocina y como chef.
Un cambio
El vuelco lo dio a los 27 años.
La cocina le llamó la atención desde niño, pero fue hasta que laboraba en IBM cuando ingresó a la Academia O’Sullivan, ubicada en La Sabana.
De lunes a viernes trabajaba en la firma y los sábados iba a la academia desde la mañana para recibir cursos de cocina europea y, en la tarde, el de cortes. Cuando estaba a punto de salir, tres años después, participó en un concurso de becas para pasantías en restaurantes de Barcelona. Quedó de quinto, pero aun así fue él quien viajó.
Llegó a España en abril del 2019, hace exactamente cuatro años. Sería una experiencia única para él.
Allá realizó su pasantía en el restaurante Disfrutar, ubicado en el centro de la ciudad, especializado en menús experimentales.
Desde el inicio, se dio cuenta de la diferencia del mercado. Allan tenía claro que ahora la gastronomía era más creativa, en la que se pasa a ser un artista al que los clientes pueden pedir platos inspirados, por ejemplo, en su niñez o en alguna anécdota. Esto exige estudiar nuevas técnicas y tendencias.
Allan extendió su pasantía y se fue a Galicia, al norte de España, y luego a Bourdieu, Francia, y a Zoagli, cerca de Milán, en Italia.
En ese país, los contagios de covid-19 estaban aumentando rápidamente en enero del 2020, con miles de muertes.
En febrero vino a Costa Rica a la boda de una de sus hermanas y, pese a las dudas por la situación, volvió a Barcelona. Todavía allí todo operaba normalmente, aunque la sombra de la pandemia se acercaba. El restaurante cerró a los clientes, mantuvo el servicio exprés y los chefs aprovecharon el tiempo para dar rienda suelta a su creatividad. Pasaban de ocho o 10 horas al día creando platos.
De los nueve pasantes, solo se quedaron dos. Allan era uno de ellos.
Regresó a Costa Rica en agosto del 2020 e inició su propio negocio, al que llamó A The Pura Vida Chef. Con ayuda de su familia y de un amigo que tenía una soda, empezó a vender desayunos y almuerzos a personal de la zona franca del Coyol. Llegó a entregar 200 platos por día.
El cómplice
Comprobó la oportunidad para un servicio que había descubierto en Europa y en el que pensaba desde que estaba en el Viejo Continente. “La gente quería todo en casa”, dice Allan. Fue cuando conoció a
Juan Carlos en redes sociales.
Por su madre, la periodista deportiva Adriana Durán, a Juan Carlos le atraen los deportes y, en especial, el fútbol. De hecho, después de entrenar, lo dejaban en el restaurante de su padrastro, Stefano Calandrelli (fallecido en el 2018), y se metía a la cocina a calentar su comida. Los cocineros le daban tips y él fue aprendiendo.
Ingresó a estudiar fisioterapia deportiva en la Universidad de Costa Rica, pero pronto se dio cuenta de que no era lo que él esperaba.
Entre finales del 2018 y comienzos del 2019, hizo una pasantía en un resort de esquí en Colorado, Estados Unidos.
La experiencia de la cocina lo atrapó definitivamente. “Fui empleado del mes”, recuerda Juan Carlos.
Al regresar a Costa Rica entró a estudiar gastronomía. Cuando iba a mitad de la carrera, la pandemia hizo que se suspendieran los cursos prácticos. Eso no lo detuvo. Juan Carlos también aprendió de su madre a trabajar con dedicación.
Al tiempo que llevaba las materias teóricas de forma virtual, trabajó en un restaurante llamado Walking Bowls, en el centro de Heredia, donde venden bowls de comida casera, asiática o de carne a la parrilla. El chef era empírico, cuenta, pero de él aprendió mucho: desde las bases hasta el orden.
Más adelante, en enero del 2021, viajó a Santa Teresa de Cóbano, Puntarenas, y se quedó hasta marzo trabajando en un restaurante italiano llamado Amici, liderado por cuatro cocineros italianos. Aprovechó el momento y aprendió.
Se devolvió a terminar la carrera, pues la universidad había reactivado todas las clases, pero tenía la sensación de que todavía faltaba mucho por aprender. Precisamente por eso le llamaban la atención las publicaciones que Allan realizaba en redes sociales.
“Allan hacía publicaciones sobre temas técnicos”, detalla.
En abril del 2021 se reunieron, compartieron recetas y plantearon el proyecto de contenido gastronómico. Pronto comprobaron el potencial de otra idea de Allan, la de servicios de chefs privados. Incluso, los contrataron para atender dos solicitudes en San Carlos.
Allan sabía que necesitaba un socio ideal y se lo planteó a Juan Carlos al ver que respondía bajo presión y, en especial, que tenía hambre de aprender.
El proyecto
¿De dónde viene el nombre? Kajual se forma con las iniciales de los nombres de ambos, más una K.
El proyecto inició con la venta de productos, para darse a conocer. El portafolio contiene 20 diferentes tipos de mermeladas, encurtidos y salsas, con sabores por temporadas.
Para comercializar estos productos están aprovechando las redes sociales y el sitio web de Kajual, www.kajualgastronomia.com. Además, visitan restaurantes.
El servicio de chef a domicilio lo iniciaron atendiendo la solicitud de un cliente extranjero que viene periódicamente al país y quien lo pidió para la residencia que tiene en Escazú, por varios días y para las tres comidas. Este servicio es la estrella del portafolio.
Se trata de un modelo comprobado en Europa que se adaptó localmente. Lo esencial, y lo que lo diferencia de un catering, es la posibilidad de compartir con el cliente el conocimiento sobre los platillos de cada evento y sobre la cocina en general.
“Empezamos a conversar sobre pollo o cerdo y terminamos hablando de camarones y pescado”, dice Allan.
El objetivo es brindar la comodidad a los clientes de un menú premium en casa o en su lugar de vacaciones, preparado por un chef profesional y que se define con el cliente. “Es un servicio personalizado”, recalca Juan Carlos.
Kajual ofrece un template que contiene ofertas de desayuno, brunch, almuerzo y cena con diferentes tipos de cocina, tanto local como internacional.
También se brinda servicio para actividades como reuniones familiares o de amistades de grupos pequeños, pícnics, una cena o un almuerzo, comidas después de un taller de yoga, cumpleaños, aniversarios, primera comunión, bodas y eventos empresariales, según las necesidades.
Dependiendo de la actividad se apoyan en chefs especializados, saloneros y bartenders, a los que contratan gracias a servicios de empresas o emprendimientos que hallaron en redes sociales y con los que establecieron alianzas.