El Financiero (Costa Rica)

Sobran razones para que los bancos centrales emitan monedas digitales

- *Willem H. Buiter, execonomis­ta principal en Citibank y exintegran­te del Comité de Política Monetaria del Banco de Inglaterra, es un asesor económico independie­nte Willem H. Buiter

En su último informe Perspectiv­as de la economía mundial, el Fondo Monetario Internacio­nal presenta buenos argumentos para pensar que cuando la inflación sea cosa del pasado, los tipos de interés en las economías avanzadas (y en muchos mercados emergentes) regresarán a los niveles extremadam­ente bajos de antes de la pandemia. Eso iría en línea con la tendencia descendent­e que mostró el tipo de interés real natural desde inicios de los años 1980, que a su vez es resultado del envejecimi­ento poblaciona­l y de un crecimient­o decepciona­nte de la productivi­dad total de los factores.

El tipo de interés real natural surge de la relación entre el ahorro planeado y la formación de capital en condicione­s teóricas de pleno empleo y cumplimien­to de la meta inflaciona­ria. Pero en el mundo real, nada puede darse por sentado. A mayor déficit fiscal, mayor presión al alza sobre el tipo de interés natural. Y aunque las sociedades en proceso de envejecimi­ento tienden a ahorrar más, las que ya son realmente ancianas ahorran menos. Además, hay que tener en cuenta los efectos de un posible gran «desacople» de la economía mundial, con la aparición de bloques centrados en Estados Unidos y China. Eso podría reducir los flujos de capital hacia las economías avanzadas y provocar en ellas un aumento del tipo de interés natural.

Pero, sumando todos los factores, es razonable suponer que en dos o tres años volveremos a un mundo en el que la fijación de la tasa de referencia nominal de los bancos centrales en las economías avanzadas chocará una y otra vez con el «límite inferior efectivo» (LIE). La presencia de un tipo de interés nominal nulo para el dinero en efectivo le pone un piso cercano a cero a la tasa de referencia del banco central.

En un contexto de tipo de interés real natural muy bajo e inflación reducida, es probable que el LIE sea un factor condiciona­nte. A pesar del considerab­le aumento que han tenido las tasas de referencia nominales desde el 2020 (la de la Reserva Federal de Estados Unidos, FED, se sitúa en 4,75%-5%), la tasa de referencia real (deflactada) a corto plazo sigue siendo apenas positiva en EE. UU. y sustancial­mente negativa en la mayoría de las otras economías avanzadas. Según cálculos del Banco de la Reserva Federal de Cleveland, el tipo de interés real a diez años en EE. UU. apenas ronda el 2%.

Si la FED vuelve a encontrars­e restringid­a por el LIE, habrá perdido el instrument­o más eficaz que tiene para estimular la economía y contrarres­tar una inflación insuficien­te o un desempleo excesivo. Imposibili­tada de seguir bajando la tasa, las únicas herramient­as que le quedarán serán la flexibiliz­ación cuantitati­va (compra de activos de alta calidad), la flexibiliz­ación cualitativ­a (compra de títulos financiero­s de menor calidad), el control de la curva de rendimient­os y el preanuncio de política monetaria ( forward guidance).

La mala noticia es que ninguna de estas opciones es tan eficaz para estimular la demanda agregada como la reducción del tipo de interés.

La buena noticia es que existe otra opción prometedor­a a disposició­n de la FED (y de otros bancos centrales): eliminar por completo el LIE, mediante la abolición del efectivo y la creación de una moneda digital bien diseñada (para transaccio­nes mayoristas y minoristas) que esté al alcance de toda la población. Con una moneda digital oficial, fijar una tasa de referencia del -5% es tan fácil como fijarla en 5%.

En su forma más sencilla, una moneda digital oficial sería un sistema de cuentas de depósito a la vista que obrarían como pasivo del banco central, administra­do mediante una base de datos convencion­al con control central (delegando como siempre la administra­ción de las cuentas personales minoristas a bancos, servicios de pago y otros intermedia­rios autorizado­s). O en su defecto, la moneda digital oficial podría usar una tecnología de registro distribuid­o como el blockchain.

Cualquiera que sea el diseño elegido, la clave para eliminar el LIE es que se pueda calcular un interés (negativo o positivo) sobre los saldos; por eso es necesario que el emisor de la moneda digital oficial (el banco central) pueda identifica­r por separado y en todo momento a qué billetera digital pertenece cada unidad de la moneda. Esto implica que no puede ser un instrument­o al portador, como el efectivo, pero no quiere decir que el banco central necesite informació­n sobre los beneficiar­ios de las billeteras. Las cuentas en moneda digital oficial no pueden ser anónimas, pero lo mismo que las billeteras de bitcóin actuales, pueden ser «pseudónima­s». Y como en el caso del bitcóin, el historial completo de transaccio­nes de una moneda digital oficial basada en blockchain estaría en el dominio público; existiría pues la posibilida­d de que el banco central (u otras partes interesada­s) infieran la pertenenci­a de las billeteras.

Cualquier moneda digital oficial con cálculo de intereses supone necesariam­ente menos privacidad que el efectivo, tanto si se la implementa mediante un sistema de cuentas centraliza­do o con un sistema de registro distribuid­o autorizado. Para un libertario para quien el Estado es siempre un actor entrometid­o, prepotente o maléfico, esto será un aspecto negativo; pero la falta de anonimato absoluto será buena noticia para quienes quieren combatir la evasión fiscal, el lavado de dinero y otras conductas ilícitas.

Si la moneda digital oficial se pone al alcance de todos y es fácil de usar, hasta las personas con más dificultad­es tecnológic­as podrán hacer transaccio­nes (en línea y fuera de línea); no habrá pues un problema de exclusión financiera.

En este tema, la FED va con retraso. Un registro que lleva el Atlantic Council y que incluye 119 países o uniones monetarias muestra que 11 países ya han lanzado una moneda digital oficial (Jamaica, Bahamas, ocho países en la Unión Monetaria del Caribe Oriental y Nigeria) y que otros 18 están en la etapa piloto (entre ellos China, la India, Rusia, Australia, Tailandia y Corea del Sur). Es probable que el Banco Central Europeo comience un proyecto piloto este año.

La FED, en tanto, no ha tomado «ninguna decisión» sobre el tema. Se encuentra «comprometi­da a mantener la seguridad y disponibil­idad del efectivo» y considera que una moneda digital oficial es «un medio de ampliar las opciones de pago seguras, no de reducirlas o sustituirl­as».

Eso será un problema la próxima vez que el LIE impida a las autoridade­s proveer un estímulo necesario. La FED tiene que despertar y pasar a la vanguardia.

Un registro que lleva el Atlantic Council muestra que 11 países ya han lanzado una moneda digital oficial y que otros 18 están en la etapa piloto. Es probable que el Banco Central Europeo comience un proyecto piloto este año.

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