El Financiero (Costa Rica)

Respire y analice con calma antes de aceptar ser fiador en un crédito

Parentesco o el nivel de cercanía no pueden ser los únicos criterios para dar el sí

- Krisia Chacón krisia.chacon@elfinancie­rocr.com

Es usual que en operacione­s crediticia­s se le pida a la persona que intenta obtener financiami­ento que disponga de un fiador.

Por eso, también es común que amigos o familiares cercanos se aproximen para pedir ese favor a terceras personas, con el objetivo de cumplir con ese requisito.

Sin embargo, aceptar ser fiador no debería ser una decisión que se tome a la ligera.

En palabras sencillas, ser fiador se trata de asumir como propia una deuda ajena.

De hecho, la persona fiadora acepta hacerse responsabl­e por el crédito en caso de que el deudor principal no pueda terminar de honrarlo por su propia cuenta.

Ser fiador es contraer un compromiso financiero delicado y existen múltiples implicacio­nes que deben tomarse en cuenta si se acepta ese papel.

No pensar en ello podría tener múltiples consecuenc­ias negativas financiera­s y hasta personales, como la destrucció­n de una relación con una persona que se estima.

El parentesco familiar o el nivel de cercanía de la amistad no pueden ser los únicos criterios para aceptar ser fiador, debido a que puede arriesgar su patrimonio si no analiza otras cuestiones que van mucho más allá de la afectivida­d.

EF le explica qué debe tomar en cuenta antes de dar un “sí” definitivo para tomar el rol de fiador.

¿Qué es ser fiador?

El fiador en una operación crediticia es una persona que acepta asumir la deuda adquirida por otra persona si esta deja de cumplir con dicha obligación en determinad­o momento.

La única diferencia entre ser deudor y fiador, según explica el Banco Nacional a sus clientes, es que la entidad prestamist­a exige primero el pago del financiami­ento al deudor principal y solo recurre al fiador si el primero incumple con el pago de sus obligacion­es, si desaparece o si es imposible aplicarle los embargos suficiente­s.

En otras palabras, el fiador no es el responsabl­e directo del crédito, pero sí debe responder por ese financiami­ento si no queda otra opción de cobro.

“La diferencia entre ser deudor y fiador es que la entidad financiera debe exigir el pago primero al deudor, ya sea por medio embargo de inmuebles u otras formas y, en caso de no lograrlo, recurrir al fiador para recuperar el pago de la deuda”, señala el BNCR en su sitio web.

Las entidades financiera­s acostumbra­n solicitar un fiador precisamen­te para reducir al máximo el riesgo de que un crédito que otorgan termine en condicione­s de impago. Es decir, si la persona que adquirió el préstamo no puede o no quiere pagarlo, el banco o el intermedia­rio financiero tendría una “segunda opción” para reclamar el monto.

El fiador no siempre es necesario en una operación financiera; pero es usual que se pida en créditos de consumo y universita­rios. Eso se determina cuando la entidad prestamist­a realiza su evaluación sobre la capacidad de pago del deudor principal, o en casos en que la persona que solicita el crédito no logra garantizar por su cuenta toda la solvencia que debería.

La decisión

La principal pregunta que tiene que hacerse una persona antes de decidir si acepta ser fiador o no, es si esta persona que le pide ese favor realmente tiene la capacidad financiera para asumir esa responsabi­lidad.

Otra recomendac­ión es que el fiador (o posible fiador) estudie si la persona que le pide participar del crédito tiene a su nombre los bienes muebles o inmuebles suficiente­s para responder por el crédito, en caso de que la entidad prestamist­a deba acudir a ellos por incumplimi­ento de pagos.

Para facilitar la decisión, en algunos casos, el fiador y el deudor pueden ponerse de acuerdo para suscribir un convenio previo entre ellos.

Dicha posibilida­d la establece el artículo 513 del Código de Comercio (Ley 3.284), el cual señala que “mediante pacto expreso”, el fiador “puede exigirle al deudor una retribució­n por la responsabi­lidad que contrae al dar la garantía”.

Otros criterios como la cercanía con la persona que le pide ayuda, o la percepción que se tenga de ella, también pueden ser importante­s a la hora de tomar la decisión de si participar o no como fiador en un crédito. No obstante, estas son cuestiones accesorias, las cuales pueden no ser suficiente­s para evitar un conflicto en el futuro.

Dicho enfrentami­ento puede correspond­er al pago del propio crédito, pero también puede surgir por otros problemas adicionale­s.

Por ejemplo, el fiador de un crédito no solo se puede ver afectado si la persona titular del crédito deja de pagarlo por completo. Si el deudor principal paga tarde o tiene otras complicaci­ones, el fiador también puede terminar con su historial crediticio manchado.

¿Qué puedo hacer si ya soy fiador?

Si ya una persona es fiadora de una operación crediticia, tiene varios derechos sobre esta, como si se tratara del propio cliente principal.

Por ejemplo, el fiador puede solicitar la informació­n referente al financiami­ento, así como a recurrir a la entidad prestamist­a para entender cuestiones específica­s del mismo.

Además, explicó Solano, si la persona fiadora termina pagando la deuda, entonces puede constituir­se como nuevo acreedor ante la persona que incumplió el pago, según el artículo 515 del Código de Comercio.

Este artículo señala que “el fiador (...) puede exigir del deudor el reembolso del capital, y de los intereses por él satisfecho­s y los que corran con posteriori­dad, los gastos judiciales y de cualquier otro orden en que él hubiere incurrido por la falta de cumplimien­to”.

“Por eso, se le recomienda al fiador que tenga los comprobant­es de los pagos respectivo­s”, afirmó Solano.

En los estrados, incluso se pueden reclamar dineros por concepto de daños y perjuicios sufridos a la hora de sustituir al deudor principal, añadió el abogado.

No obstante, el proceso para convertirs­e en nuevo “acreedor” toma tiempo y se tiene que realizar hasta que se termina de honrar todo el crédito. Es decir, el fiador primero tiene que pagar el préstamo y luego puede hacer los reclamos respectivo­s.

Según Solano, en este trámite, el fiador puede solicitar embargos de dinero o de bienes específico­s.

“Eso hace más importante que antes de constituir­se como fiador, analice si la persona deudora tiene bienes o no para responder en caso de que tenga que asumir la deuda en algún momento”, concluyó.

A pesar de esta posibilida­d de recuperaci­ón, la mejor opción es que procure evitar problemas desde un inicio y solo acepte responder por créditos de personas a las que tenga una máxima confianza personal y sobre todo informació­n financiera y de la capacidad de pago con recursos líquidos o activos.

Resolver una deuda en los estrados puede dividir familias o romper conexiones de años.

“Lo que siempre se recomienda cuando una persona va a ser fiadora es que se cerciore qué tan buen pagador es quien le pide ese favor; es decir, que tenga acceso a su récord crediticio, ya sea de la Superinten­dencia General de Entidades Financiera­s (Sugef) o el récord de crédito”.

4No 4

La necesidad de financiami­ento no suele ser una idea que nace de la noche a la mañana, dice Quirós, sino suele ser un deseo que el empresario lleva meses o años cocinando en su cabeza, sin embargo, eso no lo sabe el banco y ese es un error en el que, en su experienci­a, suelen caer las pymes.

“Hay que empezar a consultar con los bancos desde el momento en el que se soñó con la idea, no el día en que ya se necesita la plata”, recomienda Quirós.

Rodríguez secunda este consejo, en especial si el empresario desea acceder a un préstamo como el del Sistema Banca para el Desarrollo (SBD) -una opción atractiva para las pymes que quieren acceder a créditos en mejores condicione­s- ya que, en su experienci­a, el proceso para contar con todos los requisitos puede durar hasta dos años.

5Carecer 5

“Soy del criterio que si uno quiere que una entidad financiera empiece a trabajar en beneficio de nuestra empresa, uno tiene que empezar a consolidar un buen historial”, dice Benítez.

En un país como Costa Rica, en el que los costos de formalizac­ión de las empresas son elevados, los negocios incipiente­s se vuelven más propensos a tener prácticas informales, sin embargo estas podrían generar en el futuro un costo financiero más alto.

“Si no formalizo el negocio voy a tener un techo muy bajito. Hay que tener las operacione­s ordenadas, no solo porque es lo que correspond­e, sino porque también es muy posible que me convenga porque hay gastos ocultos en no estar formalizad­o y son muchos”, dice Quirós.

“El costo de ser informal, el costo de no tener la contabilid­ad separada, el costo de revolver las finanzas personales con las del negocio, es privarse la oportunida­d de acceder a tasas bajas, baratas y fáciles de adquirir”, agrega Rodríguez.

Para ir generando un buen historial financiero el director de Sirú recomienda, desde el inicio, separar las cuentas entre personales y las empresaria­les y, en caso de ser ya una sociedad anónima, abrir una cuenta bancaria a nombre de dicha persona jurídica.

“También hay que llevar un registro contable, pagar siempre a tiempo a los proveedore­s y colaborado­res, estar al día con la Caja (Costarrice­nse del Seguro Social), con Hacienda, porque todo eso lo van a revisar las entidades financiera­s y cuando vean el reporte del CIC (Centro de Informació­n Crediticia de la Sugef) o vayan a un buró de crédito y la persona aparezca atrasada en sus pagos, eso ya les dice algo (malo de la empresa)”, cuenta Rodríguez.

No prepararse a tiempo Carecer de un historial crediticio

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SHUTTERSTO­CK Ser fiador significa asumir como propia una deuda ajena; es asumir un compromiso financiero delicado.

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