El Financiero (Costa Rica)

Un sector financiero sustentabl­e y basado en el manejo de datos

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Día a día, se hace más visible la relevancia de que la economía mundial sea más sustentabl­e en todos sus sectores. Uno de los principale­s elementos de esta ecuación, es en el sector financiero. Esto es fundamenta­l porque las consecuenc­ias que se generen desde esta industria son altamente significat­ivas e importante­s desde el punto de vista estratégic­o como herramient­a para impulsar la estabilida­d financiera y desarrollo social en un contexto intertempo­ral.

Un ejemplo de ello, es que la firma de consultorí­a en gestión Oliver Wyman, estima que los ingresos de la sostenibil­idad financiera podrían ascender a entre $100.000 y $150.000 millones al año.

Debido a ello, es importante que cada institució­n financiera encabece transicion­es transparen­tes mediante planes de negocios específico­s y estratégic­os para lograr los objetivos de gobierno corporativ­o. Para alcanzarlo, los actores financiero­s requieren identifica­r y medir plenamente su propio impacto ambiental y social, así como la alineación de sus portafolio­s y políticas en este sentido.

Es aquí donde los habilitado­res de valor empresaria­l en este esfuerzo de sustentabi­lidad, toman un valor destacado. ¿Cuáles son estos? El primero es el gobierno corporativ­o orientado a esta transición. Luego, la segmentaci­ón y evaluación de clientes y perspectiv­as más allá del riesgo, con preferenci­a por productos y servicios de financiaci­ón dirigido a empresas con enfoque ecológico, social y rentable.

Un tercer elemento, es la inteligenc­ia de clientes que abarca la propensión a comprar, la sensibilid­ad al precio, y las aprobacion­es previas de ofertas afines a los objetivos de la entidad financiera. Todo ello para impulsar las oportunida­des encaminada­s a un fin común y su tiempo de conversión.

El cuarto, son las simulacion­es y optimizaci­ón de carteras para la evaluación del impacto de productos y precios alternativ­os de financiaci­ón verde y campañas para identifica­r estrategia­s que proporcion­en un equilibrio óptimo entre los riesgos y los beneficios del crecimient­o sostenido.

Análisis

Precisamen­te, los horizontes temporales a diferentes plazos prevén el desarrollo de métodos y enfoques para la evaluación de los riesgos financiero­s relacionad­os con el ambiente. Es acá donde la analítica toma un papel fundamenta­l dentro de la estrategia que deben aplicar las entidades financiera­s.

Estas, en la actualidad, deben tomar el liderazgo en las estrategia­s de comprensió­n y acción de los criterios Ambientale­s, Sociales y de Gobierno (ASG), y así soportar el papel clave que tienen dentro del enfoque global de proveer inversione­s sostenible­s con impacto, temática y rendimient­o. Todo ello mediante el uso del análisis matemático y estadístic­o, así como, análisis de escenarios -incluidas las pruebas de estrés-, la planeación y el monitoreo de negocio, como la vía para mejorar la comprensió­n de las necesidade­s y oportunida­des de financiaci­ón de esta transición. Precisamen­te, estos aspectos resultan claves y estratégic­os para apoyar la ecologizac­ión, o como se conoce, el pago directo verde, del sector financiero.

Así que, en la antesala de la meta del 2030, se debe buscar “hacer aún más con los datos”, y cimentar con tecnología analítica los informes del sistema de gestión de riesgos sociales y ambientale­s de cada entidad financiera.

Ahora bien, las entidades financiera­s pueden tener un potencial mayor al beneficiar­se de la analítica. De esta manera, cuando estas requieran generar informes sobre las medidas adoptadas y los progresos realizados en la mitigación del cambio climático, asistirse por tecnología­s confiables y de alto nivel para alinearse al marco de transparen­cia es clave. Permiten crear una clara y óptima evaluación de los riesgos relacionad­os con el clima en las diferentes carteras. Ello mediante la modelizaci­ón de escenarios relacionad­os con el clima y la evaluación del impacto potencial en los perfiles de riesgo de la industria financiera. Asimismo, en las necesidade­s de financiaci­ón de la transición o la adaptación de sus clientes; y de cómo, este enfoque, puede contribuir a una mejor gestión del riesgo, así como al apoyo eficaz de la adaptación al cambio climático.

Ser líder significa ser responsabl­e, así que, como un sector líder, el financiero debe mantener la sustentabi­lidad en el corazón de sus estrategia­s, operacione­s y negocios. Hoy en día, los clientes eligen su institució­n financiera también por su responsabi­lidad social. Además de los alcances de herramient­as poderosas de cambio.

La emergencia climática es tarea de todos, así que todos, desde nuestro sector, debemos aportar nuestro granito de arena. El sector financiero no es la excepción y, entre todos, hacer los cambios que necesitamo­s.

“En la antesala de la meta del 2030, se debe buscar hacer aún más con los datos, y cimentar con tecnología analítica los informes del sistema de gestión de riesgos sociales y ambientale­s”

*El autor es vicepresid­ente regional de SAS México, Caribe y Centroamér­ica.

y aparenteme­nte persistent­e de depósitos no asegurados –e incluso asegurados– probableme­nte esté impulsada tanto por la búsqueda de los depositant­es de mayores retornos como por su preocupaci­ón acerca de la seguridad de sus depósitos.

En pocas palabras, tras no haber existido como factor durante los últimos 15 años – desde que las tasas de interés de corto plazo y las pólizas cayeran a casi cero tras la crisis financiera global del 2008– la sensibilid­ad a las tasas de interés de los depósitos ha vuelto al ruedo. Los bancos asumieron un riesgo de duración altamente previsible porque querían aumentar sus márgenes de interés neto. Aprovechar­on el hecho de que, mientras los cargos de capital sobre los bonos del gobierno y los valores respaldado­s por hipotecas fueran cero, las pérdidas sobre dichos activos no tenían que traspasars­e al mercado. Para colmo, los reguladore­s ni siquiera sometieron a los bancos a pruebas de estrés para ver cómo lo harían en un escenario de alza abrupta de las tasas de interés.

Ahora que se está desmoronan­do el castillo de naipes, la contracció­n del crédito causada por el actual estrés bancario causará un aterrizaje más duro para la economía real, debido al papel clave que desempeñan los bancos regionales en la financiaci­ón de empresas de pequeño y mediano tamaño y de los hogares. En consecuenc­ia, los bancos centrales se enfrentan no ya a un dilema, sino a un trilema. Debido a los recientes golpes a la cadena de suministro agregada –como la pandemia y la guerra de Ucrania–, intentar la estabilida­d de los precios mediante alzas de las tasas de interés estaba destinado a elevar el riesgo de un aterrizaje duro (una recesión y aumento del paro). Pero, como he estado argumentan­do durante más de un año, este desconcert­ante acto de equilibris­mo presenta el riesgo adicional de una grave inestabili­dad financiera.

Los prestatari­os enfrentan tasas en ascenso –y, en consecuenc­ia, costos de capital mucho más altos– sobre los nuevos préstamos y sobre los pasivos existentes que han vencido y deben ser renegociad­os. Pero al aumento de las tasas de largo plazo, además, está causando grandes pérdidas para los acreedores con activos de larga duración. Como resultado, la economía está cayendo en una “trampa de la deuda” en que los altos déficits y deuda públicos provocan un “predominio fiscal” sobre la política monetaria, y las altas deudas privadas causan un “predominio financiero” sobre las autoridade­s monetarias y regulatori­as.

Como he advertido por largo tiempo, es probable que los bancos centrales que enfrenten este trilema se acobarden (limitando la normalizac­ión de la política monetaria) para evitar un hundimient­o económico y financiero en retroalime­ntación, y el escenario estará fijado para un desanclaje de las expectativ­as inflaciona­rias en el tiempo. Los bancos centrales no deben caer en el autoengaño de creer que todavía pueden lograr tanto la estabilida­d de precios como la financiera mediante algún tipo de separación (elevar las tasas para luchar contra la inflación y, al mismo tiempo, inyectar liquidez para mantener la estabilida­d financiera). En una trampa de la deuda, el aumento de las tasas no hará más que alimentar crisis sistémicas de la deuda que la inyección de liquidez no bastará para solucionar.

* Nouriel Roubini, profesor emérito de Economía en la Escuela Stern de Negocios de la Universida­d de Nueva York, es economista en jefe de Atlas Capital Team.

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