Creó empresa de alimentos para mascotas y vio crecer sus ventas
Marco Guzmán, fundador de Technovet y creador de Petlife y Petilicious, cuenta su caso
Marco Guzmán fundó Technovet hace una década para producir alimentos para perros y gatos, los cuales comercializa con las marcas Petlife y Petilicious.
Actualmente vende siete veces más y se apoya en una cadena de puntos de distribución que incluyen tiendas de veterinarios, supermercados y su tienda en línea.
Él nació en Turrialba y creció en Desamparados, donde su padre Mario Guzmán y su madre María Isabel Blanco, ambos abogados, se trasladaron a vivir.
Estudió en la Escuela Laboratorio de la Universidad de Costa Rica (UCR) y en el Colegio Seminario, donde se graduó en 1998. Fue cuando analizó cuál carrera estudiar. Solo tenía claro que debía relacionarse con la alimentación de mascotas, pues siempre había tenido animales en casa.
En la UCR empezó a llevar cursos en ingeniería agrícola, que tenía cursos similares a tecnología de alimentos. La idea era ingresar a esta segunda carrera. Pero era frustrante, pues nadie le ponía atención.
En el autobús de la universidad se encontró a un compañero de secundaria, César Herrera. Marco le comentó que estaba planteando salir de la universidad y él le habló de zootecnia.
Convencido, Marco pasó a la oficina de Registro y pidió la información de esta carrera que es parte de la Facultad de Ciencias Agroalimentarias.
En zootecnia, tradicionalmente, se concentran en animales de producción, como ganado de leche, ganado de carne y producción de cerdos y pollos. Marco sostenía que la alimentación de mascotas era un área diferente. “A muchos les parecía una idea innovadora y otros que era una locura”, recuerda él.
Retos
Las nuevas dificultades que surgieron tampoco le hicieron rendirse.
María Isabel, su madre, empezó a sufrir una enfermedad y la familia tuvo dificultades económicas. Marco empezó a vender empanadas en buses de Montes de Oca y en las sodas de Agronomía y Bellas Artes. También trabajó en la biblioteca de la UCR reparando libros de álgebra, química, física y bioquímica, entre otros.
La urgencia lo llevó a matricular hasta 21 materias por año y terminar en cuatro años una carrera que duraba seis.
La tesis de grado fue sobre golosinas nutricionales para perros. Lo que planteaba era que la golosina no debía ser una caloría vacía y sí tener una o varias fuentes de nutracéuticos, los cuales tienen un impacto positivo en la salud del animal en vitaminas, minerales y ácidos grasos, fibra soluble, prebióticos para salud intestinal.
Para su tesis de golosinas, Marco necesitaba hacer una práctica en una empresa que fuera proveedora de las materias primas. Su padre le recomienda hablar con un amigo suyo: Frank Solera.
Frank, un tecnólogo de alimentos, le ayudó a conseguir las materias primas para la golosina, le permitió a Marco realizar la práctica de tres meses en la empresa, Grupo NTQ, y lo contrató. Ahí Marco trabajó de 2003 a 2011.
Luego se planteó hacer su propio emprendimiento.
Sabía lo que debía hacer y la oportunidad de negocios existentes: la mayor parte de los dueños de mascotas utilizan alimentos importados basados en subproductos de matadero y proteínas de origen vegetal, harinas de trigo, arroz o maíz. Todo esto tendría efectos en la salud de los animales. Por ejemplo, problemas de piel y pelo, alergias, en la placa dental, como sarro o gingivitis, y obesidad. “Son calorías vacías”, sostiene Marco,
Renunció a la empresa y empezó su proyecto. Aprovechando los programas de apoyo a productores de la Escuela de Tecnología de Alimentos y con apoyo de la profesora Marjorie Henderson, hacía las formulaciones en los laboratorios de la UCR y el empaque, el etiquetado y la preparación de cajas quedaban para la casa.
Inicio y enseñanzas
Marco solamente contaba con $300 y una computadora portátil. Tenía experiencia comercial, pero no en gestión de empresas.
“Si tuviera que hacer algo diferente sería iniciar la empresa de forma paralela al trabajo”, insiste. “No habría renunciado al trabajo. Quedarse sin salario ni ahorros es muy estresante”.
Nadie lo conocía. Los clientes potenciales, los veterinarios, creían que el producto importado, por el solo hecho de ser importado, era mejor.
Empezó a plantear a los veterinarios una prueba: que abrieran la lata de un producto importado y otra de Petlife, para luego probarlas. Y obtenía resultados.
El primer cliente compró 200 latas. Fueron unos ¢300.000. Marco daba brincos. Era una gran factura…
Hasta que llegaron los cobros de los proveedores. Además, el registro de los productos era una pesadilla.
Recurrió a Banca para el Desarrollo, pero Marcos vio varios frenos.
Tocó la puerta de cuatro bancos. Le pedían garantías reales, como fincas, lotes o alguna propiedad, y le solicitaban estados financieros y facturas de los últimos tres años.
“La Banca para el Desarrollo es un mito urbano”, sostiene Marco.
Los ahorros se evaporaron. Su esposa Paula Cedeño, quien trabajaba en Nestlé y recibió un ascenso y se hizo cargo de los gastos de la casa. No desistieron.
El crecimiento
Los veterinarios empezaron a recomendarlo. En 2014, dos años después, los pedidos aumentaron, instaló una pequeña planta en Cartago y contrató personal: seis personas, las mismas que tiene en la actualidad. Otras puertas se abrieron.
Ese año obtuvo el primer lugar, entre 96 participantes, del premio del Concurso Nacional de Emprendedores otorgado por la incubadora del Instituto Tecnológico de Costa Rica y el Ministerio de Economía, Industria y Comercio.
Aprovechó los programas de la Cámara de Industrias de Costa Rica y de la Promotora de Comercio Exterior (Procomer). Realizó cursos y recibió asesoría en mercadeo, etiquetas, presentación e innovación. En la actualidad Technovet tiene 23 productos.
De hecho, en 2017 recibió el premio de innovación del Banco Nacional, que sí lo financió con ¢1 millón en 2013, le brindó otros préstamos y luego le abrió una línea revolutiva. Siguieron otros reconocimientos.
El premio de Citibank (2018), el del Banco Interamericano de Desarrollo para certificarse en la norma de calidad ISO 9001 (2019) y el de Yo Emprendedor 2021, con el que obtuvo la beca para el curso de maestría del Incae. Esta se sumó a su maestría en planeación estratégica del Instituto Tecnológico de Monterrey, México, en 2018.
Los números habían cambiado. La presencia en Automercado se suma a 800 veterinarias, la mayoría del Gran Área Metropolitana ( GAM), entre San Ramón de Alajuela y Paraíso de Cartago. Eso ayudó a enfrentar el 2020.
El 2020, Technovet sumó ventas 50% mayores que en 2019. La tendencia se mantuvo en 2021 (35%). “El 2023 pinta bastante bien”, dice Marco.
Ahora vende siete veces más que en 2014 y eso impulsa varias iniciativas.
La expansión fuera de la GAM es uno de los planes. Marco está expandiendo la red de distribuidores en la zona norte y en las playas. Y ahora quiere exportar.
En Guatemala ya inició los registros respectivos y en Panamá tiene “conversaciones avanzadas” con un distribuidor. En todos los casos tiene muy claro el segmento al que se dirige: los petlovers, dueños de perros que los cuidan y consideran parte de la familia.
“Me había metido en un mundo empresarial absolutamente desconocido, pues no sabía nada de finanzas, ni contabilidad y, a mis 30 años, ni siquiera sabía firmar un cheque”.
Marco Guzmán Fundador de Technovet