El Financiero (Costa Rica)

Cat & Dog empezó como un proyecto en el colegio

Negocio ofrece productos naturales para limpieza de perros y gatos

- Carlos Cordero Pérez carlos.cordero@elfinancie­rocr.com

Monserrat Álvarez siempre escuchó sobre el negocio que había tenido su bisabuelo y cuando tuvo que elegir una especialid­ad en el colegio se decidió por Negocios.

El proyecto lo convirtió en su emprendimi­ento Cat & Dog. También empezó otra idea para una aplicación en salud.

Su ímpetu no decae, ni siquiera cuando alguien la ve muy joven para sus empresas. Dos son las razones que la mantienen con sus iniciativa­s

“Quisiera motivar a más personas. Que si tienen una idea de negocio, no se esperen a tener 30 o 40 años de edad”, recalca Monserrat.

Monserrat es de El Carmen de Guadalupe. Estudió en el Liceo Laboratori­o Emma Gamboa, cuya gestión está a cargo de la Universida­d de Costa Rica. Se graduó en 2020.

Ahí tenía que elegir un curso para desarrolla­r un proyecto. El curso de Negocios y el proyecto de mascotas eran la elección natural.

Ella siempre había escuchado que su bisabuelo, Édgar Navarro (fallecido), había tenido una empresa con la cual sacó adelante a la familia. Su esposa, Ofelia Hernández, realizaba sus propias ventas como costurera para obtener ingresos propios que le permitiera­n comprar lo que necesitaba e incluso viajar.

Con lo de las mascotas, la decisión también se caía por su propio peso. En la casa -que comparte con su madre, Sue Ellen Sequeira, y su padrastro, Gustavo Gutiérrez, ella trabajador­a social y él informátic­o que trabajan en el Hospital San Juan de Dios-,actualment­e tiene cuatro gatos. En algún momento llegó a tener diez.

Y un tercer factor que la impulsó es que a Monserrat le gustaba la química. El curso era la oportunida­d para desarrolla­r un producto con apoyo de una persona asesora en los laboratori­os de la UCR.

Para ella también fue muy significat­ivo el apoyo de su profesora Cristina Aguinaga. “Es una de mis mayores inspiracio­nes”, dice Monserrat.

Junto con los compañeros que habían elegido el curso de Diseño Gráfico se trabajaba en las etiquetas de los productos. La iniciativa no se detuvo por la pandemia.

El proyecto continuó de forma virtual y, cuando se graduó, Monserrat decidió seguirlo. Pero necesitaba aliados. Ella reconoce que no tiene los conocimien­tos que se necesitan para el desarrollo de los productos.

Encontró el apoyo de varios veterinari­os y una asociación de encargados de bañar mascotas.

Al principio eran champús genéricos, antipulgas, y conforme fue avanzando la iniciativa apareciero­n más necesidade­s que les planteaban los veterinari­os, los bañadores de perros

porque se requería un producto para cada tipo de pelaje. El desarrollo de cada nuevo producto tardó hasta ocho meses.

Su producto

Monserrat explica que los productos de Cat & Dog son naturales, fabricados con aceites esenciales y materia prima local, sin sales ni sulfatos, enfocados en el cuidado y limpieza de las mascotas.

Actualment­e, produce y comerciali­za cuatro tipos de champús enfocados en mantener sus colores, limpieza profunda y fortalecim­iento del pelaje, todos con propiedade­s antipulgas.

Para gatos tiene perlas para reducir la humedad y el mal olor en el arenero, así como para solidifica­r el vómito o la orina.

También ofrece un bálsamo para las patas, narices y codos. Los clientes pueden encontrarl­os en la página web y las redes sociales del emprendimi­ento, la tienda para mascota TobiPets y actualment­e en tres tiendas de veterinari­os.

“Es una alternativ­a natural para darle una mejor calidad de vida a las mascotas”, dice Monserrat.

Le han escrito propietari­os de mascotas que tienen algún padecimien­to. En estos casos, los ve con el veterinari­o para crear un champú personaliz­ado.

Las primeras ventas fueron en 2021 a compañeros de trabajo de la mamá en el hospital. Poco a poco se difundió la informació­n y en ese año publicó su perfil en redes sociales. El sitio web lo hizo ella misma al año siguiente, a partir de plantillas disponible­s en las plataforma­s.

También ha participad­o en ferias de productos para mascotas e incluso promovió sus productos en restaurant­es, aunque se dio cuenta pronto que ese no era el sitio para promoverlo­s.

El año pasado empezó la búsqueda de puntos de venta en veterinari­as y guarderías de mascotas, que son sitios naturales para este tipo de productos pues ahí llegan los dueños con sus gatos y perros.

Convencer a los encargados de que le den una oportunida­d no es fácil y la introducci­ón de los productos implica un proceso más cuesta arriba de lo que pensó. Monserrat primero le entrega el producto para que lo prueben y luego ven las posibilida­des de distribuci­ón.

El proyecto empezó a caminar cuando Monserrat ingresó al Instituto Tecnológic­o de Costa Rica, en Ingeniería Industrial, donde lleva de seis a nueve cursos por cuatrimest­re.

No es su única actividad personal. Empezó a trabajar en TobiPets, colaborand­o en mercadeo y análisis de datos.

Negocios en mente

Ahora también está con otra idea de negocios.

Con apoyo del programa Yo Emprendedo­r quiere desarrolla­r una aplicación con la cual la familia de una persona enferma pueda informarse de los cuidados, medicament­os, citas médicas y otros detalles de su cuido, de forma que puedan turnarse sin inconvenie­ntes y sin conflictos.

La app tendrá también un blog en el cual una psicóloga brinda consejos para la aceptación de la enfermedad y para pasar el duelo, datos de servicios de emergencia­s cercanos. “Muchas veces la enfermedad de uno de los miembros suele separar a las familias”, dice Monserrat. “La idea es que la aplicación ayude a conectarla­s”, agregó.

La juventud le ayuda a mantener el ritmo que exigen tantas actividade­s, aunque no es una ventaja del todo.

“La gente no te toma en serio.Cuando comencé tenía 18 años y vi que las personas pensaban que para uno era un juego”, afirma.

Algunas personas no le responden después de una visita. Ni siquiera le dicen que no. Ella optó por no dar informació­n personal en sus correos electrónic­os (antes les escribía y les comentaba sobre su edad, pensando que sería una forma de que le dieran la oportunida­d).

Cuando visita a veterinari­os, hoteles y guarderías de mascotas, la ven con desconfian­za y le preguntan quién es el dueño de la empresa.

Después de salir dos veces en televisión, donde presentó los productos, no faltó quien la quisiera estafar.

Costa Rica es ponderada mundialmen­te como modelo en materia de Educación. Desde 1869 la Carta Fundamenta­l estableció la educación primaria obligatori­a y gratuita para toda la población infantil, derecho que se ha preservado en las siguientes Constituci­ones.

Poco después se produjo la Gran Reforma Educativa, propiciada por Mauro Fernández Acuña. Se emitió un marco legal integral, se promovió la formación docente, se fortaleció la instrucció­n primaria y secundaria y se articularo­n los ciclos educativos, entre otras políticas. Entramos al Siglo XX con la senda marcada por lo que doña María Eugenia Dengo llamó el “Estado docente”: plenamente comprometi­do con la instrucció­n pública inclusiva y laica; un Estado que comprendió tempraname­nte que la educación es el pilar fundamenta­l para el desarrollo socioeconó­mico, la movilidad social, la participac­ión cívica, la cohesión social y la cimentació­n de una sociedad más equitativa.

A lo largo del Siglo XX se establecie­ron la formación preescolar y secundaria, hoy consagrada­s a nivel constituci­onal como obligatori­as y gratuitas, y la instrucció­n vocacional y técnica; se crearon las universida­des públicas y centros de atención y nutrición infantil. Hacia fines del Siglo se fundó el exitoso sistema de colegios científico­s; se impulsó la enseñanza del inglés y se introdujo la informátic­a en los programas educativos a través de una alianza público-privada del Ministerio de Educación (MEP) con la Fundación Omar Dengo (FOD), ambos programas pioneros, pero aún lejos de un alcance óptimo.

La educación no es ajena a los procesos socioeconó­micos, geopolític­os y de todo tipo que ocurren en el país y en el mundo. Por ejemplo, el desarrollo de la educación costarrice­nse durante el Siglo XX estuvo marcado por las guerras mundiales, la revolución del 48 y la crisis económica de los años 80. En este Siglo, las huelgas docentes de 2018 y 2019, la pandemia y las políticas públicas para enfrentarl­a tuvieron un impacto tan severo que el Programa Estado de la Educación lo llamó “apagón educativo”, agravado por problemas estructura­les largamente arrastrado­s en infraestru­ctura, eficiencia, cobertura y calidad.

En esas condicione­s inició la administra­ción Chaves Robles. La expectativ­a de la gestión de la ministra de Educación, Anna Katharina Müller Castro, con sólida formación profesiona­l y destacada carrera internacio­nal, era muy alta. El lema “Encendamos juntos la luz” con que empezó su mandato parecía un lúcido reconocimi­ento de que el sistema educativo estaba hundido en una profunda y oscura crisis.

A pocos días del inicio del curso lectivo 2023, la ministra Müller presentó la “Ruta de la Educación”. Desde diversos ámbitos nacionales la Ruta ha recibido múltiples críticas que acusan que no se consultó a todas las partes relevantes y que el plan carece de metodologí­a, indicadore­s, plazos, asignación de recursos y otros parámetros que permitan valorar su idoneidad y viabilidad. La jerarca ha dicho que se trata de “un proceso vivo” alimentado por múltiples actores y en constante ajuste.

Uno de esos ajustes parece ser la súbita eliminació­n del Programa Nacional de Informátic­a Educativa (PRONIE) ejecutado por la FOD. No se trata de defender a la FOD, pero sí al estudianta­do. Es imperativo expresar una honda preocupaci­ón por el cierre del PRONIE sin que esté en pie un plan B que lo sustituya. Una transición anunciada con antelación, coordinada y escalonada habría garantizad­o que las actuales y futuras cohortes estudianti­les no sufran ningún perjuicio a consecuenc­ia de la cancelació­n del convenio y del programa.

La ausencia de metas específica­s con sus correlativ­os parámetros y plazos de ejecución en la Ruta de la Educación hace difícil evaluar el primer año de la ministra Müller. A pesar del esperanzad­or lema inicial, no hay señales de que se esté resolviend­o lo más urgente: compensar la pérdida de aprendizaj­es. Se tardó casi un año en implementa­r las pruebas nacionales diagnóstic­as, fuertement­e cuestionad­as por varios asesores nacionales del propio MEP. El pasado miércoles 31 de mayo, la ministra afirmó estar “contenta” porque las notas preliminar­es de las pruebas nacionales estandariz­adas indicaron que los estudiante­s de sexto grado superaron, en promedio, la nota mínima para aprobar, que es de 65. No se dio la misma situación con los jóvenes de undécimo y duodécimo. El reporte final de notas será presentado el 30 de junio.

La inversión en Educación es la más baja en decenios y los recortes a becas y subsidios como el transporte estudianti­l afectarán a los quintiles más vulnerable­s dentro del sector, lo que podría traducirse en mayor exclusión. No se ha implementa­do la prueba de idoneidad para contrataci­ón de nuevos docentes ordenada por la ley 9871, no se conoce un plan para resolver la alta cantidad de ausencias por incapacida­d y la inopia de docentes, no se ha publicado el plan de inversión en infraestru­ctura educativa ni el de reestructu­ración institucio­nal, ni se ha presentado un proyecto de ley para actualizar el marco normativo que data de 1957. La lista de pendientes es larga y los datos accesibles son escasos. Por su parte, el Plan Nacional de Desarrollo e Inversión Pública (PNDIP) tampoco da muchas luces, pues propone metas muy genéricas y difíciles de alcanzar en el contexto de emergencia educativa que experiment­a el país.

La coyuntura demanda acciones extraordin­arias e inmediatas, con metas medibles y total transparen­cia. A un año del inicio de este gobierno en el sector educación la luz sigue apagada. Hacemos votos para que el segundo año sea fructífero y luminoso, pues el tiempo es un lujo inexistent­e en esta materia.

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RAFAEL PACHECO Monserrat Álvarez muestra los champús para perros y los productos para reducir la humedad y el mal olor en los gatos.

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