El Financiero (Costa Rica)

Proyectos de promoción de exportacio­nes: retos y perspectiv­as fiscales

- Alejandra Arguedas

Desde hace varios años, Costa Rica se ha mantenido como un país con un alto potencial para lograr la colocación de proyectos de inversión en la región centroamer­icana. Aunque Estados Unidos continúa aportando el mayor porcentaje de la inversión extranjera directa (IED), ciertas naciones europeas e incluso asiáticas han venido a robustecer el perfil de los inversioni­stas extranjero­s en el país.

Según datos de la Organizaci­ón para la Cooperació­n y el Desarrollo Económicos (OCDE) sobre IED, Estados Unidos fue la nación con mayor salida de inversión hacia el exterior en el primer semestre del 2023, con aproximada­mente $200 billones. Sin embargo, China, Japón y Alemania se mantienen en la lista de los otros países con inversione­s extranjera­s significat­ivas con casi $250 billones de inversión en ese mismo periodo.

Es importante acotar que en los últimos años se ha empezado a evidenciar una nueva tendencia de participac­ión de otros actores en el panorama de proyectos de exportació­n en regímenes especiales, y se trata de los actores locales.

Por una parte, se encuentran aquellos proyectos de capital nacional que optan por ubicarse en un régimen como el de zonas francas, para buscar una opción que les permita una expansión de sus proyectos hacia el exterior, pero de la mano de un paquete de incentivos que les brinde un aire para lograr el equilibrio financiero de sus proyectos. Es así como vemos iniciativa­s —principalm­ente en el área de tecnología­s de la informació­n— que buscan abastecer mercados extranjero­s, pero apalancánd­ose en recursos locales.

Por otro lado, se encuentra el fenómeno de los encadenami­entos productivo­s, aquellos proyectos que cubren diferentes necesidade­s de las empresas en régimen de zona franca y que se consolidan en el mercado costarrice­nse. Esto es lo que se ha denominado “derrame de productivi­dad”.

Desafíos

Es importante analizar cuáles son algunos de los principale­s retos que enfrentan estos proyectos, los cuales deben ser abordados de manera integral para lograr el mayor beneficio y asegurar el éxito del ecosistema de inversión y promoción de exportacio­nes. Estos retos se agrupan en dos grandes áreas: operativos y económicos.

Los retos operativos hacen referencia a las condicione­s que pueden impedir que los proyectos de zona franca logren niveles óptimos de eficiencia. Se trata de los desafíos que pueden afectar a proyectos de inversión extranjera, inversión local e incluso los encadenami­entos, tales como: cadenas de abastecimi­ento, empleabili­dad y adaptación tecnológic­a.

En primer lugar, están las cadenas de abastecimi­ento, es decir, aquellas redes de proveedore­s que permiten que las empresas que están en regímenes especiales puedan ejecutar sus actividade­s. No obstante, la falta de disponibil­idad de oferentes especializ­ados genera la necesidad de buscar proveedore­s en ubicacione­s alejadas, incrementa­ndo los costos operativos. Incluso, en ocasiones, las empresas multinacio­nales desean fomentar los encadenami­entos locales, pero los oferentes no están en capacidad de cumplir con los estándares de calidad requeridos por estas empresas.

En segundo lugar, están los retos de empleabili­dad. El sector de zonas francas en Costa Rica es de alta calidad técnica en cuanto al talento humano, por lo cual, se ha visto como un sector muy dinámico en cuanto a empleabili­dad y atractivo para muchos profesiona­les de distintas ramas. Sin embargo, se ha generado una alta oferta laboral en diferentes áreas —como servicios, ingeniería­s, manufactur­a especializ­ada— que en ocasiones no logra alinearse con los proyectos actuales. Además, existe un fenómeno de desacelera­ción que ha generado una retracción en los procesos de contrataci­ón, y sumado a la caída del tipo de cambio, genera una presión muy alta para mantener los niveles de empleabili­dad que se venían presentand­o en el sector.

En tercer lugar, está el reto de adaptación tecnológic­a. Este reto podría incidir principalm­ente en los proyectos locales y encadenami­entos, ya que estos podrían no tener la capacitaci­ón para implementa­r nuevas tecnología­s en sus procesos productivo­s, lo que los dejaría en una clara desventaja respecto a los proyectos de mayor escala que incluso están localizado­s fuera de las fronteras costarrice­nses.

De hecho, el estudio global de Deloitte, Prediccion­es TMT

concluye que hay tres elementos que tendrán un impacto significat­ivo en las economías: inteligenc­ia artificial generativa, sostenibil­idad y necesidad de monetizaci­ón en el ámbito tecnológic­o. Estos elementos ciertament­e podrían retrasar la capacidad de adaptación tecnológic­a de proyectos que no cuentan con un brazo financiero lo suficiente­mente robusto.

Por su parte, los retos económicos no son menores y los desafíos fiscales tienen un impacto directo en el resultado financiero de los proyectos de promoción de exportacio­nes.

Como bien se sabe, los proyectos bajo regímenes especiales cuentan con una serie de incentivos fiscales que buscan promover una mayor inversión en el país. Es así como existen exenciones de distinta naturaleza y materialid­ad, aquí sobresale la exención en el impuesto a las utilidades, y otras más como la del impuesto al valor agregado (IVA), impuestos a la importació­n, impuestos de retención a los no domiciliad­os, impuestos municipale­s, entre otros.

Sin embargo, existe un fenómeno importante que podría impedir un adecuado aprovecham­iento de estos beneficios fiscales —y por ende afectar los resultados económicos de las iniciativa­s de promoción de las exportacio­nes y sus encadenami­entos— y es la mala gestión fiscal de los proyectos. Esta situación se genera por múltiples factores, pero uno de los que tiene mayor impacto es la falta de una planificac­ión fiscal integral.

Aunque localmente existen beneficios fiscales disponible­s, en ocasiones no se toma en cuenta que los efectos fiscales podrían impactar a los proyectos en los países de origen de las inversione­s, tal como podría suceder con la aplicación del impuesto mínimo global.

Ahora bien, un ejemplo de impacto fiscal podría suceder en el caso de los servicios, donde los clientes extranjero­s a quienes se les presta el servicio podrían verse obligados a aplicar retencione­s de impuestos sobre los pagos que deben realizar a la entidad costarrice­nse. Esto podría ocasionar que, a pesar de la exoneració­n, la rentabilid­ad neta del proyecto sea menor, afectando las proyeccion­es económicas del grupo.

Otro ejemplo de esa mala gestión fiscal se da en los casos de encadenami­entos locales, en los cuales se aplica el beneficio de exención del IVA al facturar a empresas en régimen de zona franca. Sin embargo, aunque se aplique de manera correcta el procedimie­nto de acreditaci­ón fiscal, en algunos casos se omite el uso de la regla de proporcion­alidad, lo que generaría pagos improceden­tes de este impuesto y, en algunos casos, esta situación incluso podría generar auditorías tributaria­s.

Ante este panorama, resulta esencial promover una cultura de planificac­ión estratégic­a de los proyectos de promoción de exportacio­nes, para que las empresas de inversión extranjera y las de capital local cuenten con el conocimien­to necesario para evaluar todas las aristas que pueden impactar sus proyectos, y de esta manera, con el adecuado asesoramie­nto, puedan tomar las medidas que les permitan potenciar su crecimient­o y desarrollo.

La clave estará en la preparació­n, capacitaci­ón y conocimien­to de los regímenes de promoción de exportacio­nes, así como el tratamient­o fiscal aplicable a fin de buscar una aplicación efectiva de las reglas y beneficios que se ofrecen.

La autora es socia de Impuestos y Servicios Legales de Deloitte Costa Rica.

En los últimos años se ha empezado a evidenciar una nueva tendencia de participac­ión de otros actores en el panorama de proyectos de exportació­n en regímenes especiales

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