El Financiero (Costa Rica)

El Banco Nacional debería absorber el Banco de Costa Rica Mantener un solo banco estatal con el nombre de Banco Nacional de Costa Rica permite lograr los objetivos del gobierno, obteniendo en el tiempo el monto esperado de aproximada­mente $1.800 millones

- Carlos Fernández *El autor fue gerente general del Banco de Costa Rica

El actual gobierno tiene la intención de vender el Banco de Costa Rica (BCR), propiedad del Estado costarrice­nse, en una suma aproximada de $1.800 millones. Sería para amortizar la deuda externa o interna.

Vender el BCR en el valor esperado es traspasar su patrimonio a un tercero con un precio de venta de 1,4 veces su patrimonio total, según las cifras al 31 de diciembre del 2023.

Con el paso del tiempo se ha perdido riqueza en la banca del Estado desde el punto de vista financiero. Perdió el valor económico el Banco Anglo Costarrice­nse, más bien se tuvo que poner plata por las grandes pérdidas. Cerró el Banco Crédito Agrícola de Cartago, le entregó los activos y pasivos al Banco de Costa Rica y capitalizó al Banco en $30 millones con fondos del presupuest­o de la República.

En países como México, Colombia, Perú y Chile se han vendido bancos estatales por sumas importante­s, dejándose solo un banco propiedad del Estado con funciones muy específica­s.

Vender el BCR a uno privado local o Internacio­nal, a fondos de pensiones, a inversioni­stas a través del mercado de valores mediante la venta de acciones, contempla un beneficio muy importante a las finanzas públicas del país. No obstante, su venta tiene un gran riesgo y podría afectar su valor definitivo en el tiempo de negociació­n.

La garantía del Estado, los negocios como el manejo de los depósitos y de las institucio­nes públicas que hoy operan con el BCR se trasladarí­an al Banco Nacional de Costa Rica. Sería el único refugio de los depositant­es que creen en la garantía estatal y el manejo de fondos y negocios estatales.

Los negocios de las institucio­nes públicas generan excelentes resultados económicos al BCR, sin ellos el valor del Banco es mucho menor. Por ejemplo, los depósitos del Poder Judicial, los saldos en cuentas corrientes y a plazo, los depósitos de institucio­nes públicas, las planillas de empleados, los negocios por comisiones con el Registro Nacional, licencias o pasaportes.

El BCR no ha sido un buen negocio financiero en las últimas décadas, la rentabilid­ad histórica de los últimos años no supera el costo financiero que representa para el país captar recursos en el mercado local e internacio­nal. Por lo tanto, lo correcto es lograr un buen trato para el Estado. No obstante, aunque su rentabilid­ad neta es inferior al costo de fondearse, antes de impuestos y aportes a institucio­nes, sí es un excelente negocio para el país.

El BCR mantiene inversione­s fuertes en acciones comunes en una de sus subsidiari­as, el Banco Internacio­nal de Costa Rica (Bicsa), institució­n que solo posee licencia bancaria en Panamá y que perdió parte de sus atributos, como fue la licencia bancaria en Costa Rica y recienteme­nte la licencia limitada que tenía en Miami, Estados Unidos.

Como dueño del 51% de las acciones comunes, el BCR mantiene invertidos $133 millones de un total de $260,8 millones, donde el capital accionario adicional es propiedad del Banco Nacional de Costa Rica (BNCR). Desafortun­adamente, Bicsa no ha sido un buen negocio para sus dos socios ni para el país. Su rentabilid­ad histórica anual de los últimos cinco años ha sido de tan solo el 3,14% en promedio, con el agravante de que drena la suficienci­a patrimonia­l de los dos propietari­os.

Con los atributos que tiene el BCR pero con importante­s debilidade­s, contingenc­ias y riesgos, es muy difícil obtener el precio esperado.

El BNCR por su tamaño, solidez patrimonia­l, cobertura nacional y posibilida­d de rentabiliz­ar el negocio de ambos bancos, está en la capacidad de absorber al BCR y aportar la expectativ­a que tiene el Ejecutivo para amortizar la deuda interna.

Mantener un solo banco estatal con el nombre de Banco Nacional de Costa Rica permite lograr los objetivos del gobierno, obteniendo en el tiempo el monto esperado de $1.800 millones y lo más importante es que el nuevo banco se rentabiliz­a a largo plazo conservand­o el patrimonio. Su participac­ión de mercado pasaría de aproximada­mente el 25% al 40% del mercado financiero local.

El proceso de fusión por absorción consiste en trasladar los activos, pasivos, patrimonio y sus colaborado­res del BCR al Nacional. A cambio, el banco fusionado decreta una primera declaració­n de dividendos con la aprobación de una ley, seguidamen­te realiza una emisión de deuda subordinad­a en el mercado de valores, vende Bicsa en una suma cercana a $250 millones para liquidez y mejora en la suficienci­a patrimonia­l, entrega activos fijos (edificios) al Gobierno para sustituir arrendamie­ntos onerosos y declara dividendos anuales en favor del Estado.

El ejercicio de vender Bicsa, fusionar el resto de las subsidiari­as y entregar activos favorece en más 3% la suficienci­a patrimonia­l del nuevo banco; pasando la entidad fusionada del 14,2% a más el 17%, indicador ideal para el reparto de dividendos, emisión de deuda subordinad­a y para declarar dividendos durante diez años.

El proceso de pago al gobierno sería de la siguiente manera:

• Una primera declaració­n de dividendos por $500 millones pagaderos al Estado con Títulos de Propiedad de Deuda Interna para su destrucció­n.

• Autorizar la venta del Bicsa de forma inmediata.

• Emitir deuda subordina por $500 millones en el primer semestre del 2025 en el mercado local con renta fija, para que el pago de los dividendos al Estado sea en efectivo producto de la colocación o en Títulos de Propiedad Deuda Interna emitidos por el Ministerio de Hacienda.

• Traspaso de activos fijos (terrenos y edificios) al Estado en el orden de $200 millones; cuyo propósito es sustituir arrendamie­ntos por edificios propios del gobierno o de institucio­nes centraliza­s y descentral­izadas a nivel nacional.

• Declarator­ia de dividendos por $60 millones anuales durante diez años a partir del 2026 para el Estado hasta completar la suma de $600 millones. Dicha cantidad representa el sobrepreci­o calculado como valor del BCR por encima de su patrimonio al cierre del 2023. Absorber los activos, pasivos y patrimonio del BCR y vender Bicsa favorece la mayoría los indicadore­s financiero­s y de riesgo establecid­os por la Superinten­dencia General de Entidades Financiera­s (Sugef). La suficienci­a patrimonia­l del Banco Nacional sin Bicsa pasaría del 13,44% actual al 17% tras la fusión.

Entregar $500 millones al Estado como dividendos en Títulos de Propiedad de Deuda Interna en colones o en dólares, desfavorec­ería las utilidades del banco fusionado en unos $17 millones anuales.

Emitir deuda subordinad­a por $500 millones a largo plazo a una tasa aproximada del 8% fija, similar a las tasas de interés públicas en dólares, representa­ría una reducción en las utilidades de la entidad fusionada de aproximada­mente $22,4 millones, pero contribuye con la suficienci­a patrimonia­l. La colocación se haría por precio para lograr un menor costo financiero.

Entregar activos fijos de $200 millones mejoraría las utilidades, producto de los ahorros en costos operativos por mantenimie­nto, impuestos municipale­s y depreciaci­ón.

La declaració­n de dividendos por $60 millones anuales por una década, exige al banco fusionado ser eficiente en la generación de utilidades para cumplir el mandato legal y para capitaliza­r las restantes utilidades.

La fusión no representa el despido de empleados, todo lo contrario, fortalece el servicio al cliente personaliz­ado, mejora la atención a las empresas y reduce sustancial­mente las largas filas en los bancos.

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RAFAEL PACHECO

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