ARQUITECTURA DE ANTAÑO: El Gran Hotel Costa Rica
El misticismo turístico que refleja nuestra ciudad
En medio del complejo urbano capitalino por excelencia, se vislumbra un hito arquitectónico de suma relevancia que se consolida como parte fundamental de la historia y crecimiento costarricense. Sitio marcado por la unicidad durante su desarrollo (en el año 1930) que permitió ser el anfitrión principal, icónico de bienvenida para múltiples personalidades extranjeras emblemáticas que visitaron el país con múltiples fines socioculturales.
Este emblemático edificio cerró sus puertas al público pues tendrá una importante remodelación. Se espera que reabra, con todo su esplendor, a mediados del próximo año.
Una joya arquitectónica que se enaltece por sí sola, más aún con las edificaciones simbólicas y vegetación emblemática que la envuelven. El gran Teatro Nacional, la Plaza Juan Mora Porras y la Plaza de la Cultura enriquecen este complejo, lo definen como el símbolo internacional del centro urbano costarricense, mezclado con influencias extranjeras populares muy marcadas. Su estilo es racionalista en sus primeros niveles, en contraste con el estilo del Teatro, pero su último nivel (construido años después) considera un poco más el entorno anexo. Simplemente es notable el equilibrio generado por tan detallada elaboración entre variadas épocas.
Edificación estructurada a base de columnas y vigas de hierro, con cerramientos de hormigón, que crean un diseño espacial acoplado a las necesidades funcionales por la cual fue proyectada. El diseño original propuso que en su sótano se albergaran todos los servicios básicos, permitiendo liberar la planta del primer nivel como un vestíbulo ameno para el disfrute social, el cual ha sido emblema de múltiples actividades relevantes. Sus otros niveles posteriores se diseñan oportunamente para la recepción de los huéspedes, con una cantidad actual de 107 habitaciones y salas confortables para la reunión en su último piso. Cabe destacar la emblemática “Suite Presidencial”, la cual refleja un diseño de los más altos estándares, dignificando el valor caluroso único del ser costarricense. Sus detalles y finos mobiliarios generan una sensación del recibimiento única a nivel mundial.
Su enigmático diseño de conjunto permite generar dos perspectivas de ingreso, la Plaza Juan Rafael Mora Porras, sitio de encuentro referencial, que es custodiada por varios Corteza amarillo (Tabebuia ochracea) y Robles Sabana (Tabebuia Rosea); y las “Arcadas” cuya edificación fue previa a la construcción del hotel, pero que su influencia espacial ha sido fundamental como vestíbulo y exposición de diversas obras artísticas de personalidades nacionales e internacionales.
Muchas historias, leyendas y anécdotas se entretejen entre sus límites, siempre siendo la antesala del Teatro Nacional y sus plazas, este vislumbrante hito ha marcado un antes y un después en la historia urbana… Un lenguaje patrimonial que resiste a las inclemencias globalizadas y perdurará por lo largo de la historia…