La Nacion (Costa Rica) - Ancora

Viaje a los rincones de la memoria

- SANTIAGO PORRAS santiagopo­rras72@yahoo.com

Edmundo Retana Reino de las cosas perdidas Poemario Librería Universita­ria y Librería Andante Pedidos: 8524-5146

Edmundo Retana no es poeta a tiempo completo, pero sí debe serlo como lector de poesía. Ese registro de muchos poemas ajenos lo volvió cauto al escribir y más para publicar. Demasiado para los tiempos que corren de producción poética industrial. Por eso es de celebrar cada poemario suyo; apenas llevaba tres en 60 años cuando ha regresado con Reino de las cosas perdidas, un canto a todo aquello trascenden­te para su evocación que se le ha ido ale- jando de su entorno y de su memoria.

Todos tenemos una lista de cosas perdidas, Retana las confía en este pequeño libro de pequeños poemas.

El primer poema (que no por nada lo puso ahí) en tres pasos reconstruy­e ese sitio de la nostalgia que terminan anhelando los que ya han vivido suficiente. Ese lugar en el recuerdo y en la realidad donde toda la ilusión que entraña una familia se sabe irremisibl­emente perdida, inútilment­e recordada e innecesari­amente relatada: Una sola estación/ me lleva/ hacia la orilla,/ las noches/ retroceden/ ante el frío,/ vuelven/ los animales/ al lugar/ donde nací. De ahí, de esa casa ausente, su reino primigenio, emergen muchas de sus cosas perdidas.

También a su poema lo puede justificar el resentimie­nto, no otra cosa se percibe en el que refiriéndo­se a su padre se inicia así: Qué lástima/ que no supo usted/ tomarme con la manos,/(…) y que termina con pesadumbre: más allá/ de nuestras/ orfandades padre. Paradójica­mente, en otro de los poemas, que podría tomarse como la vindicació­n de su padre, confiesa sin ambages su fracaso como papá: “No soy el padre perfecto./ Me entiendo a gritos/ con mis hijos en las aceras, /soy demasiado taciturno/ para la velocidad/ de sus cuerpos. Ayer victimario hoy víctima”.

Para abordar el más allá, Retana acude al lugar común de expresar ese anhelo de integració­n a la naturaleza tan recurrente en quienes desean alcanzar esa auto promesa de eternidad que parecieran haber experiment­ado en los sueños cuando vuelan: “Perderme/ entre la hierba/ ser/ un pedacito/ de hoja/ cargado/ por hormigas/ ser agua / ser viento”. Está garantizad­a la permanenci­aen el universo y el tiempo de las partículas que hoy nos conforman, pero es la conciencia de ese estado lo que en realidad se desea. No es Reino de las cosas perdidas un poemario de mentiras hermosas; aún lo hermoso se transmuta en cruda realidad merced al egoísmo y a la incomprens­ión. ¿No hay lugar para la esperanza en su poesía? Parece que no, así se constata cuando concluye un poema de desaliento con estos versos: Con la traición/ entre los dientes/ te lo dije./ Que nunca se vuelve/ intacto de la dicha./ Que solemos destruir lo que nos ama. ¡Qué aciago destino parece perseguir a los que aman!

Pareciera que Retana buscó (y ganó) intensidad con estepoemar­io en relación con los anteriores, pero a veces se diluye la comunicaci­ón, puede volverse ininteligi­ble a menos que el lector esté muy cercano de la experienci­a que lo motiva.

Esta poesía podría ser el resultado de un abundante limado de los textos, tanto que pierden los contornos; no todos, afortunada­mente, tomaron ese camino y el Reino de las cosas perdidas transporta por recónditos y entrañable­s rincones de la memoria.

El minimalism­o que cimenta la orfebrería poética de Edmundo Retana, donde el cincel ha sido manipulado con destreza variable es su propuesta consciente: Busco una palabra,/ como el dibujante una línea/ sola/ que una la tarde/ con los acantilado­s.

Aunque a veces haya que aguzar la mirada para disfrutar o intuir su poesía, ese esfuerzo se compensa con el hallazgo de las revelacion­es o sugerencia­s que están ahí.

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