La Nacion (Costa Rica) - Ancora

La historia del cambio de los teatros a los cines.

Nuestras salas art déco. San José tuvo cuatro cines que mostraron esa estética

- ANDRÉS FERNÁNDEZ PARA LN. Andrés Fernández andfer1@gmail.com

Estrenado en París, en 1895, el cine apareció en San José en 1897 y se convirtió durante los siguientes setenta años, como mínimo, en el entretenim­iento por excelencia de los josefinos.

Según la investigad­ora María Lourdes Cortés: “Como en casi todo el mundo, [aquí] la actividad cinematogr­áfica surgió al amparo de la actividad teatral y se presentó como una novedad tecnológic­a, incorporán­dose a los espectácul­os públicos que se presentaba­n en la capital, tales como obras teatrales, veladas musicales, óperas, zarzuelas, bailes, toros, actos de circo o magia, vaudeville y otros” ( El espejo imposible. Un siglo de cine en Costa Rica).

Si las primeras y exitosas proyeccion­es de cine se llevaron a cabo en el Teatro Variedades, pronto el Teatro Nacional les dio cabida, al igual que otros espacios, tales como bodegas, fábricas y salones, cuyos locales –casi todos construido­s en madera– fueron acondicion­ados para ello y algunos de los cuales se convirtier­on en los populares “salones-teatro” después de 1900.

Cambios sin parar

De aquellos, hubo varios en la ciudad en la década de 1910, tales como el Salón-Boliche, el Nuevo, el Colón, el Actualidad­es y el Alhambra, entre otros; incluso, uno de ellos, el Olympia, estrenado en 1911, se convirtió en el elegante Teatro Moderno dos años después. Otros, surgidos en la década de 1920, se convertirí­an luego en salas de cine propiament­e dichas.

Por su parte, los eclécticos teatros que sucedieron al Moderno, se adaptaron pronto al cinematógr­afo, como fue el caso delTrébol, el América, el Adela y el Raventós, último de ellos en aparecer, en 1928, pues, con la llegada de la década de 1930, todo cambió.

Con la invención del cine sonoro, a mediados de los años 20, llegaron también nuevas preocupaci­ones para quienes diseñaban las salas, quienes, inquietos por la acústica, lo reflejaron con la depuración de los volúmenes y líneas de los inmuebles; tendían a una estilizada sencillez: era el momento delart déco.

Este fue un movimiento de diseño moderno que, como su nombre lo indica, influyó en las todas las artes decorativa­s (arquitectu­ra, diseño interior, diseño gráfico e industrial) y visuales (moda, pintura, escultura, grabado y cinematogr­afía). Popular en el periodo de entreguerr­as (1919-1939), su influencia se extendió por todo elmundo occidental­izado hasta la década de 1940 incluso, en países como Costa Rica. Aquí, por esa razón, fue art

déco la primera sala de cine en aparecer: el Teatro Gran Palace, pues “teatros” se les siguió llamando a las nuevas salas. Apareció, ¿cómo no?, en la capital y, más aún, frente a su parque Central.

Diseño del arquitecto alemán Paul Ehrenberg, el Palace fue estrenado el 14 de noviembre de 1935, con la película Quié

reme siempre, protagoniz­ada por Grace Moore.

Con capacidad para 1.500 espectador­es, fue construido en concreto armado, su mobiliario fue importado de los Estados Unidos y contaba con aire acondicion­ado y el primer sistema de iluminació­n indirecta del país. El Teatro Ideal, en el costado norte de la plaza González Víquez. La imagen data de 1965, pero se desconoce su autor.

Del Palace al Capitolio

Refiriéndo­se a la vocación cinematogr­áfica del Palace, en contraste con sus antecesore­s, detalla el periodista Fernando Borges: “En espectácul­os, el fuerte de este teatro ha sido y es el cine. No obstante, por su escenario han desfilado compañías y artistas de mérito”( Teatros de Costa Rica).

En efecto, no por ser la primera sala de cine, podía renunciar a las artes escénicas a que acostumbra­ron los teatros a su público. Además, aunque construido por el señor Guillermo Borbón, el Palace funcionó muy pronto como parte del circuito teatral Urbini, uno de los dos que rivalizaba­n por la preferenci­a de los josefinos.

Al año siguiente, su competidor, el circuito Raventós, alquilaría a suvez otranueva sala de cine: la del Capitolio, ubicado 150 metros al sur de la iglesia de La Dolorosa. Había sido un galerón para mercado inaugurado en 1930 por los empresario­s Julio Neurohr y Francisco Barbará; en virtud de sus pérdidas, la propiedad pasó al Banco de Costa Rica y, en 1935, fue adquirida por el italiano Toscano Lucconi.

Fue él quien adaptó apenas el galerón aquel para funcionar como salón-teatro, lucrativa actividad que le permitió estrenar, dos años después, una sala de cine en forma. Como fue construido por la empresa de Adela viuda de Jiménez, es muy probable entonces que el diseño del Capitolio correspond­iera al catalán Luis Llach, quien entonces era arquitecto de esa constructo­ra.

Era art déco como el Palace, pero no poseía la elegancia y refinamien­to de diseño interior que las crónicas y las fotografía­s de época atestiguan de aquel; sin embargo, tenía el Capitolio muchos de las rasgos geométrico­s que caracteriz­aban esa estética, sobre todo en su fachada, muy escenográf­ica, como solían ser en la tendencia. Se inauguró el 12 de agosto de 1937.

Del Líbano al Ideal

Hacia 1924, habían aparecido en extremos opuestos de la ciudad otros dos salones-teatro: al noroeste, en la esquina de avenida 9 y calle 10, el Teatro Tovac, y al sureste, al costadonor­te de la plaza González Víquez, el Teatro Ideal; el primero fue centro de diversione­s, y el segundo, exclusivam­ente cine.

Construido­s ambos en madera, el Tovac se llamó así por su dueño, Tomás Vargas C., mientras que el Ideal perteneció a un señor de apellido Fait. A diferencia de este último, el Tovac no fue un buen negocio hasta que lo adquirió el libanés Antonio Yuning, en 1936, para convertirl­o en el gran cine art déco que fue.

Así, el sábado 27 de marzo de 1937 se inauguró una de las salas de cine más grandes de San José, con una vistosa fachada de volúmenes escalonado­s y motivos de sol radiante, rótulo incorporad­o y, para culminar el conjunto, una elegante heráldica, que hace referencia al origen libanés del propietari­o, con un altorrelie­ve de gran calidad. Construido por el ingeniero italiano Enrique Cappella, se ignora quién hizo su deslumbran­te diseño.

El Ideal, por su parte, aprovechó a su favor la lejanía del centro urbano y la cercanía de barrio Luján; fue a su sombra que proyectó durante años una tanda diaria como mínimo. En 1947, la sala se hizo completame­nte nueva con diseño de Paul Ehrenberg, cambió que se evidenció, sobre todo, en su simétrica fachada y volumétric­os zig-zag; para pasar luego a pertenecer a un circuito o al otro. A diferencia del Palace y dentro de ese modesto art déco nuestro, el Ideal –como el Capitolio y el Líbano–, solo llegó a ser una buena sala de barrio.

Los cines art déco invadieron el mundo entre 1930 y 1940 y San José no fue, pues, la excepción. Lamentable­mente, si en el resto del mundopocos siguen funcionand­o como tales; aquí esas salas, que deleitaron durante décadas a los josefinos del siglo XX, empezaron a dejar de serlo en los años de 1980: algunas para luego desaparece­r del todo, como el Capitolio y el Ideal; otras paraconver­tirse enventa de comida chatarra –el Palace– o en taller mecánico –el Líbano–. En todos los casos, ha sido un hecho deplorable para la arquitectu­ra capitalina… y sus urbanos sueños de celuloide.

 ?? ANDRÉS FERNÁNDEZ PARA LN. ?? El Teatro Gran Palace, ubicado al costado norte del parque Central, visto en una tarjeta postal de la década de 1940.
ANDRÉS FERNÁNDEZ PARA LN. El Teatro Gran Palace, ubicado al costado norte del parque Central, visto en una tarjeta postal de la década de 1940.
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Líbano, esquina suroeste del cruce de avenida 7 y calle 10, en el año 1941. Fotografía de autor no determinad­o.
ANDRÉS FERNÁNDEZ PARA LN. El Teatro Gran Líbano, esquina suroeste del cruce de avenida 7 y calle 10, en el año 1941. Fotografía de autor no determinad­o.
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