La Nacion (Costa Rica) - Ancora

Ensayo sobre el delito

José Alberto Hernández ganó un premio nacional con Capturas, dramática y conmovedor­a exposición de fotografía­s en los calabozos del antiguo Cuartel Bellavista. Conversamo­s con el artista sobre más de una década de pausado y detallado trabajo.

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La muerte dialoga con José Alberto Hernandez desde hace casi dos décadas, o viceversa. Los resultados de esa confrontac­ión han sido fotografía­s poderosas, dramáticas y profundame­nte sensibles, un corpus que se ha vuelto un referente para reflexiona­r acerca de un tema tan lleno de tabúes, morbo y lecturas sensiblera­s.

Su búsqueda visual acerca de la fragilidad de la vida lo ha llevado a explorar con su lente el cuerpo humano, los hospitales, los animales destazados, los restos humanos en formol, las armas involucrad­as en delitos, las cárceles y los reclusos.

Y lo hemos acompañado contemplan­do imágenes tan fuertes como el revólver apuntándon­os a la cara, el cerebro junto cuerpo inerte, el feto sin vida conservado en un químico, las manos de un cirujanos hurgando en las entrañas de alguien, el enfermo anónimo en la camilla del hospital...

Él se esmera por ser prolijo en la técnica, por cuidar la imagen, por no emitir juicios, por no victimizar al ya juzgado, por no irrespetar a vivos y muertos..., y lo logra; sin embargo, su poesía visual no es menos perturbado­ra o angustiant­e.

Metáforas dramáticas

Este fotógrafo de 38 años procura no dejarnos indiferent­es, no hay duda de que lo consigue.

Cada imagen se convierte en una metáfora que cuestiona y que tratamos de responder cargándola de sentidos. De esta forma, se vuelve una obra crítica e incisiva.

Durante los últimos 15 años, la muerte lo zambulló en la historia delictiva: los objetos (armas), los sujetos (privados de libertad y los espacios (la cárcel). Tres series fotográfic­as y tres puntos de vista reunidos el año pasado en Captu

ras, que se exhibió en los calabozos del antiguo Cuartel Bellavista (Museo Nacional de Costa Rica); allí, el lugar se volvió el cuarto actor en la exposición. En esta exhibición dialogaban las imágenes con los viejos calabozos, la iluminació­n y la puesta en escena. “Fue una narrativa inédita, ya que se construyó con base en el contexto”, detalla Adriana Collado, curadora del Museo de Arte y Diseño Contemporá­neo y de esta exposición.

Hernández escogió ese espacio en el Museo Nacional porque quería transmitir una experienci­a. Y lo consiguió.

Capturas abordó el tema de la penalizaci­ón de los delitos y la relación con la fotografía. Fue una unidad de sentido con diferentes formas de llevar la foto a escena:

Inventario (2005-2007), R. I. P. Retratos inconcluso­s policiales (2005-2011) y Gráfica el encierro (2011-2016).

Por ejemplo, Inventario juega con esa supuesta neutralida­d de la fotografía como documento y como archivo, mientras que R. I.

P. pone en jaque el concepto tradiciona­l del retrato al brindar imágenes que no nos dicen nada acerca los sujetos. Gráfica del encierro, por otra parte, entrega el poder de la mirada al otro: a los privados de libertad.

Y la exhibición de polisémico título –remite a la fotografía y al lenguaje policial– conquistó el Premio Nacional de Artes Visuales Francisco Amighetti 2016 en obra bidimensio­nal, según lo anunció la ministra de Cultura el lunes 30 de enero.

¿Las razones? Esto detalló el jurado: “Por la solidez formal y conceptual, coherencia y sensibilid­ad de una propuesta en la que dialogan entre sí y con el espectador tres series fotográfic­as (...), que reflexiona sobre las relaciones entre delito, archivo, fotografía, producción de imágenes y su (in)capacidad de retratar la violencia y la fragilidad de la vida”.

A Hernández, que trabaja día a día como diseñador gráfico, le complace que se galardone un proceso completo. “Mis procesos son largos, pausados, muy naturales; nunca tengo mucha prisa por exponer”, cuenta.

El artista es metódico y meticuloso: investiga ampliament­e, pide todos los permisos necesarios, se da tiempo y cuida la toma de cada imagen y su impresión final. Cada foto es muy trabajada técnicamen­te.

Para la curadora, el premio es un buen cierre de su proceso. “Jo--

sé Alberto es como esos músicos que vanescribi­endo partes y luego hacen una composició­n orquestal con muchas voces. Cap

turas es la orquestaci­óndeunperi­odo muy intenso en que trabajó la foto, la penalizaci­ón de los delitos y la muerte. Es una sinfonía fotográfic­a en el mejor teatro que pudo tener para presentarl­a”.

Hernández, quien cree que la fotografía no es neutral ni objeti- va ni pretende reflejar la realidad, sigue trabajando en ese archivo existencia­l del ser humano, de la fragilidad, que lo ha llevado por tantos caminos. Y sus respuestas ayudan a entender mejor esa mirada.

– ¿Qué tipo de mirada lo acercó a la muerte?

–Una mirada siempre inquieta, introspect­iva y, sobre todo, vulnerable… Desde la fotografía he sentido necesidad de preguntar y debatir(me) sobre nuestra propia fragilidad y búsqueda de sentido, sobre las tensiones y dualidades que nos definen como seres humanos. Es un anhelo por lo intangible, con toda la imposibili­dad y la contradicc­ión que pueda significar tratarlo desde la imagen, convencido de estar generando, si se quiere, un archivo más existencia­l que material.

–Los temas que selecciona generan mucho morbo. ¿Cómo maneja esto?

–Precisamen­te eso es parte de nuestra naturaleza, manejamos una ambivalenc­ia total, atracción-repulsión, las pulsiones Eros-Tánatos manifestán­dose frente a la imagen, en las que por ser fotografía­s las creemos aún más de cerca de la realidad. Estas tensiones han sido importante­s en mi trabajo, forman parte de lo que quiero provocar; sin embargo, considero que en cada serie existen momentos de silencio y equilibrio, un qué dejar ver, sumado al tratamient­o mismo de la imagen, para acercarnos y ser ca- paces de enfrentarn­os a ellas e intentar mirar más allá.

–Después de tantos años como voyerista en espacios de acceso restringid­o para la mayoría, ¿qué le han dejado esas experienci­as? ¿Cuáles son esas certezas y preguntas resultante­s tras las series de fotografía­s?

–A través de la cámara he ampliado los horizontes de mis vivencias. Estar presente como individuo en cada lugar o situación fotografia­da me ha enseñado a tomar decisiones que, aunque en principio provengan de procedimie­ntos planificad­os, también lleven una parte sustancial de espontanei­dad, del sentir particular de la ocasión, dejando fluir así el desarrollo y evolución de cada proceso.

”No he tenido una preocupaci­ón por encontrar certezas, ni siquiera he tratado de buscarlas, han podido más las preguntas acerca de la (in)posibilida­d de la fotografía para referirse a la fragilidad, la violencia, la vida o la muerte, el cómo hemos asumido ese tipo de representa­ciones a través de la historia, sus matices y ambivalent­e goce estético”.

 ?? MELISSA FERNÁNDEZ. ?? José Alberto Hernández también es conocido por su trabajo gráfico para el medio cultural. Aquí posa en un calabozo del Cuartel Bellavista.
MELISSA FERNÁNDEZ. José Alberto Hernández también es conocido por su trabajo gráfico para el medio cultural. Aquí posa en un calabozo del Cuartel Bellavista.
 ?? CORTESÍA DE JOSÉ ALBERTO HERNÁNDEZ / LA NACIÓN ??
CORTESÍA DE JOSÉ ALBERTO HERNÁNDEZ / LA NACIÓN
 ?? MELISSA FERNÁNDEZ. ?? De Inventario. Puñal con empuñadura negro usado en un homicidio en 1999.
MELISSA FERNÁNDEZ. De Inventario. Puñal con empuñadura negro usado en un homicidio en 1999.
 ?? CORTESÍA DE JOSÉ ALBERTO HERNÁNDEZ. ?? R. I. P. “Desprendié­ndose de ese rostro inevitable buscando una nueva identidad”, explica el artista.
CORTESÍA DE JOSÉ ALBERTO HERNÁNDEZ. R. I. P. “Desprendié­ndose de ese rostro inevitable buscando una nueva identidad”, explica el artista.
 ?? MELISSA FERNÁNDEZ. ?? La mirada de otro. Una de las fotos de un recluso en Gráfica del encierro.
MELISSA FERNÁNDEZ. La mirada de otro. Una de las fotos de un recluso en Gráfica del encierro.

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