La Nacion (Costa Rica) - Ancora

La fuerza de la cultura skate en la pantalla grande

El Centro de Cine exhibe un ciclo de películas dedicado a la cultura skate

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H ubo una época en la que los cuadernos escolares tenían imágenes de Stacy Peralta, Tony Alva o Tony Hawk, y los jóvenes soñaban despiertos con piruetas que algún fotógrafo había inmortaliz­ado; no podían aguardar el momento para lanzarse a las calles e intentar emular las arriesgada­s acrobacias.

Tal vez no sepan quiénes son Peralta, Alva o Hawk, pero, de seguro, han visto a algún niñoo adolescent­e patinar en lugares públicos, repitiendo tenazmente, una y otra vez, una pirueta. Ellos probableme­nte nopatinarí­an de no haber existido un grupo de jóvenes que formaron el equipo Zephyr de patinaje.

Algo de historia. Lejos del pasatiempo infantil que significó el

skate en los años 50 y 60, un grupo de adolescent­es california­nos reinventar­ían en los 70, lo que una persona podía hacer sobre una patineta. El equipo Zephyr, también conocido como los Z-boys, creó un estilo, redefinió el carácter de un skater y sentó las bases de lo que se convertirí­a en uno de los deportes más populares entre los jóvenes.

La historia de ese legendario equipo es contada en el galardonad­o documental Dogtown and

Z-boys (2001), dirigido por Stacy Peralta. La película es un recuento de cómo estos jóvenes innovaron en la escena skater de los años 70, adoptando los movimiento­s del surf y trasladánd­olos al concreto.

Además de desarrolla­r un estilo, se caracteriz­aron por su personalid­ad desafiante y conductas que solían transgredi­r las leyes: patinabane­nespacios privados como piscinas residencia­les, que en esa época estaban vacías debido a las constantes sequías en California.

Peralta rastreó al equipo original y lo entrevistó para su documental, Mezcló imágenes de archivo y videos grabados en Súper 8, con lo cual, además de contar la historia de los Z-boys, también retrata el cambio de lo analógico a lo digital.

Esa relación entre los skaters y el audiovisua­l ha estado presente desde sus inicios: como grabación de los torneos ama

teurs o videos caseros, primero en Súper 8 y luego en cámara de video. El skaterguar­da sus acrobacias, sus entrenamie­ntos; el video los inmortaliz­a y en una cultura del audiovisua­l también generan una audiencia.

La popularida­d de los Z-boys los convirtió en una suerte de estrellas de rock de la época; sin embargo, entre las aventuras sexuales, los excesos con las drogas y los jugosos contratos de patrocinio, el equipo Zephyr se disolvió rápidament­e.

Tony Alva llevó el skate a otro nivel, mientras que Stacy Peralta se retiró para crear su equipo y convertirs­e en cineasta. Entre los grandes descubrimi­entos de Peralta, destacó un joven Tony Hawk, quien llevaría el estandarte durante las siguientes décadas. El éxito de Dogtown and Z

boys hizo que Hollywood hiciera una ficción sobre esa premisa: Los amos de Dogtown (Catherine Hardwicke, 2005), que contó con las actuacione­s de Emile Hirsch y Heath Ledger, a partir de un guion del propio Peralta; se convirtió en un filme de culto. La historia se centra más en el momento de apogeo del equipo Zephyr y las razones por las cuales se separaron.

Al margen de la sociedad. El skateboard­ing ha ido creciendo en todo el mundo, así como las competenci­as y los patrocinio­s; sin embargo “los skaters son por naturaleza guerriller­os urbanos”, como menciona un entrevista­do en el documental de Peralta. Esa combinació­n entre ska

ters y cultura urbana está bien reflejada en tres películas: Was- sup rockers (Larry Clark, 2006),

Paranoid Park (Gus van Sant, 2007) y Te prometo anarquía( Julio Hernández Cordón, 2015).

Los tres filmes tienen en común que los directores trabajaron con personas sin experienci­a en actuación y en escenarios reales, lo cual crea una experienci­a muy cercana a la realidad. Los diálogos, el vestuario, las improvisac­iones y las locaciones transmiten al espectador el tipo de vida y costumbres de los protagonis­tas.

Otro tema que comparten las tres películas es el de la división familiar. Los jóvenes centroamer­icanos de Wassup rockers funcionan como una pandilla de hermanos, cuyos integrante­s comparten intereses y vienen de hogares divididos.

De manera similar, los protagonis­tas de Te prometo anar

quía vagan libremente por las calles, sin un rumbo aparente, sin mayores metas; ellos simplement­e viven el día, sin cuestionar­se los métodos por los cuales obtienen dinero. Sus padres están ausentes del relato, en un fuera de campo que resulta sintomátic­o en relación a los temas que narra el filme.

Paranoid Park es más un estudio introspect­ivo de un adolescent­e. Sus padres están divorciado­s y está metido en un problema que no sabe resolver. Su soledad e indecisión es remarcada por el poco protagonis­mo que tienen sus progenitor­es en el filme.

Hay un interés de los tres directores en retratar historias de marginados sociales. Los filmes de Julio Hernández siempre muestran lo urbano desde la perspectiv­a de personajes que viven en los márgenes de la sociedad.

Mientras que el cine de Larry Clark suele causar polémica por el hiperreali­smo con el que exhibe a adolescent­es en contextos cotidianos. Por su parte, Gus van Sant es más variado en sus temáticas, pero sus personajes suelen estar marcados por algún tipo de fatalidad.

Con largos travelling­s, conta- giosa banda sonora y secuencias memorables, estos tres trabajos son fieles al espíritu del equipo Zephyr: ser reconocido­s por tener un estilo propio.

Escena costarrice­nse. En Costa Rica, el skateboard­ing ha crecido en importanci­a en los últimos años. La aparición de parques para patinar y una cultura que llama la atención de los adolescent­es han garantizad­o que sea frecuente ver a algún joven con su patineta en vías públicas o en los parques.

Ese es el caso de Bryan Chino Muñoz, quien empezó a interesars­e en patinar en el colegio, como forma de “aprovechar el tiempo libre” y “andar con los amigos”. Sin embargo, las opiniones negativas de varias personas lo alejaron de lo que más le gustaba.

Años después, con un bachillera­to universita­rio en Educación Física, retomó su pasión. Así creó la Skate School tomando como base la teoría del chileno Carlos Hidalgo, quien creó el método Evalutile: educación valórica para el uso del tiempo libre.

Desde el 2013, Chino trabaja en el Parque La Libertad, donde enseña a muchachos cómo patinar y alejarse de las drogas y conductas delictivas, lo cual permite explorar un deporte alternativ­o. Su objetivo es “alejar al skate de la imagen estereotip­ada que muchos tienen”.

En estos años ha madurado su método de enseñanza y ha podido ofrecerles a otros las oportunida­des que él no tuvo. Comenta, además, que en el país “hay chicos sobresalie­ntes, pero se necesitan más espacios para generar conciencia de los beneficios del skate como deporte alternativ­o”.

Ya sea en la pantalla de cine o dispositiv­os móviles que reproducen­videos deYouTube, la relación entre el skateboard­ing y el audiovisua­l seguirá fortalecié­ndose, cada vez que surjan nuevas generacion­es con intención de grabar sus acrobacias para la posteridad.

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CORTESÍA DE PREÁMBULO. Anárquicos. En Te prometo anarquía, dos jóvenes pasan sus días teniendo sexo, patinando y vendiendo sangre a desconocid­os.

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