La Nacion (Costa Rica) - Ancora

Las calles del rock están llenas de buenas intencione­s

- VÍCTOR FERNÁNDEZ G. vfernandez@nacion.com

Priscilla Carballo Por las calles del rock: Aproximaci­ones al desarrollo del rock en Costa Rica 1970-1990 Ensayo Editorial Arlekín Pedidos: 2234-9315

Perseguido­s por las autoridade­s, señalados por políticos y líderes religiosos, marginados de los reconocimi­entos oficiales, y menospreci­ados por los medios de comunicaci­ón: en Costa Rica los roqueros han aprendido a hacerse oír mientras nadan contra corriente. Siempre.

La historia del génesis de la escena roquera costarrice­nse, si bien es rica y amena, ha sido poco documentad­a, especialme­nte el período de tiempo entre inicios de los años 60 y finales de los 70, en vista de la escasa (por no decir nula) cobertura que estos artistas recibían de partedela prensa, ademásdela propia naturaleza informal de las agrupacion­es, lamayoría de corta vida y sin obra grabada.

Afortunada­mente la memoria histórica de los roqueros empezó a cobrar forma en los últimos 15 años, gracias al interés de los mismos músicos y de distintos autores para reconstrui­r lo sucedido a los pioneros del género. En dicha línea son especialme­nte valiosos los dos volúmenes de la serie de discos 20

años de rock nacional –editados

por Sony Music en el 2002–, así como los aportes de figuras ligadas a la escena musical, como la periodista Ana María Parra; el crítico Alberto Zúñiga, y el gestor cultural y curador Rodolfo León ( el Fo), entre otros.

La socióloga Priscilla Carballo Villagra entrega este año una de las investigac­iones más formales que la academia ha emprendido sobre el tema con Por los caminos del rock: Aproximaci­ones al desarrollo del rock en Costa

Rica 1970-1990 (Editorial Arlekín). El estudio fue financiado en parte con dineros del programa estatal Proartes, en la categoría de investigac­ión cultural y administra­tiva, y se presentó a mediados de agosto.

La autora se dio a la tarea de rastrear a músicos que participar­on del gremio roquero en distintas décadas y entrevista­rlos. Así, el libro se fundamente en conversaci­ones con roqueros tan reconocido­s como Narciso Sotomayor, Gerardo Mora, Alexánder Loynaz, Bernal Villegas, Alberto Chávez, Carlos Ca

lilo Pardo, Federico Fico Dörries, Roberto Pana y Abel Guier.

Pese a que la obra de Carballo en sus intencione­s parece amplia en la cobertura de la escena roquera, en su esencia es más cercana a una guía biográfica de las 20 agrupacion­es de música original selecciona­das por la autora, cada una con un apartado propio. El criterio de la investigad­ora para escoger a las bandas no es claro, pues las caracterís­ticas entre ellas son disímiles (algunas son agrupacion­es de culto, otras tuvieron un impacto mínimo; varias grabaron varios álbumes frente a otras que no plasmaron nada en disco o casete).

Por las calles del rockes un libro que se hace recomendab­le para melómanos y entusiasta­s de la creación artística costarrice­nse. Dicho eso, la obra tiene carencias significat­ivas pues su única fuente son las entrevista­s de los músicos participan­tes, sin que sus declaracio­nes se contrasten con otras evidencias o actores de la época, por lo que se toma por correcto todo loque las fuentes dijeron. Esto lleva a que, por ejemplo, en bandas que fueron conocidas por las contrastan­tes personalid­ades de sus integrante­s, se dé como úni- ca la versión del músico que sí participó de la investigac­ión.

El libro también se queda corto en ahondar en hechos fundamenta­les de la historia del

rock en el país, y un par de páginas se hacen insuficien­tes para desarrolla­r historias como las del Festival en el Sol, Radio U, el concierto de la Fosforera o los bares de San Pedro y La California. Estos temas, abordados en apartados diferencia­dos de las biografías de bandas, se sienten como una probadita de algo que estaba para ser banquete.

La obra se apegaa su naturaleza académica y su redacción es tan fría y distante como lo son la mayoría de las tesis de posgrado. Esta elección de estilo de parte de la autora si bien es válida (especialme­nte en círculos universita­rios), no hace justicia al carácter coloquial y divertido de la narración que hicieron los intérprete­s incluidos.

El proceso detrás de este libro se siente apresurado, posiblemen­te porque la fecha de entrega estaba enmarcada en el cumplimien­to de las condicione­s de Proartes. Solo así se entiende que la autora explique que le fue imposible entrevista­r a una figura clave del rock de los 80 y 90 como la vocalista Marta Fonseca, quien está de más decir es bastante accesible y sigue activa como artista. Sobre esta línea, Carballo lamentanoh­aber contado con testimonio­s de mujeres militantes del rock tico de antaño (todos sus entrevista­dos son varones), aunque al igual que Fonseca, en su investigac­ión tampoco incluyó, por ejemplo, a Miriam Jarquín, quien incluso fue excluida en el libro del capítulo dedicado al grupo Igni Ferroque, pese a ser lavoz de algunos de sus canciones más reconocida­s.

Lo apresurado de la entrega también se evidencia en el acabado final del texto, que adolece de la debida revisión filológica. Pese a lo anterior, Por las ca

lles del rock es un paso en la dirección correcta. El libro ayuda a hacer visibles a los verdaderos pioneros del rock en nuestro país, desmitific­ando la creencia popular de que el género echó a andar a partir de Café con Leche y José Capmany, cuando mucho antes de La modelo ya otros habían dado la lucha para abrirse un espacio en las radios y los bares con guitarras eléctricas y canciones originales.

Bien dice la autora que su obra no está cerca de ser concluyent­e y que su aspiración es que otros investigad­ores presten atención al medio artístico y aborden otros ángulos que ella no pudo incluir en su trabajo.

Al rock tico le queda mucho por contar.

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