La Nacion (Costa Rica) - Ancora

Los años teatrales de la maestra y actriz Gladys Acebal.

Destacada huella. La potente actriz y maestra venía por un año y ya lleva unos 50. Ella ha hecho importante­s aportes al movimiento teatral

- Gladys Acebal

E l tiempo pasó de puntillas para Gladys Acebal, quien no adivinaba, cuando llegó al país desde Argentina, que iba a dedicarse a la actuación, a la dirección y a la educación teatral en un país al que venía por 12 meses y en el que se quedó durante 50 años (hasta la fecha).

Gladys no sabía que iba a ser una teatrera apasionada, pero así fue, potente actriz y maestra para bien del movimiento escénico y de las generacion­es que han experiment­ado sus bienaventu­ranzas.

La artista vino con un contrato para la creación del departamen­to cultural de la Embajada de Argentina. Cuando se cumplió el plazo y tenía que marcharse lloraba porque se había enamorado del país yde su gente, tan parecida a la suya de Santa Fe, provincia donde nació.

En esa época, la Universida­d de Costa Rica abrió el Departamen­to de Artes Dramáticas, liderado por el director y dramaturgo Daniel Gallegos, quien les pidió a ella y a Alfredo Pato Catania (entonces su esposo) que se quedaran durante cuatro años.

En un interín, junto a Catania se fue a Europa “para refrescarn­os y nos ofrecieron una beca para estudiar enYugoslav­ia, pero me dio pereza porque tenía que aprender el idioma”.

Más que pereza, Gladys deseaba regresar pero no a Argentina. Costa Rica se había instalado en ella.

Parte de la CNT

Una llamada telefónica de larga distancia provocó un vuelco en su vida: “Guido Sáenz nos pidió que volviéramo­s porque la Compañía Nacional de Teatro (CNT) quería contratarn­os”. Y regresaron.

Años antes, Gladys formó parte del Teatro de los 21, con los hermanos Catania (Pato y Carlos), que montó en nuestro país la legendaria Historias para ser

contadas, de Osvaldo Dragún, en coproducci­ón con el antiguo Teatro Arlequín.

Con la CNT trabajó en el elenco estable hasta 1977; después, pasó al Taller Nacional de Teatro (TNT), fundado y dirigido por el argentino Oscar Fessler . Ahí, junto a su colega Luis FernandoGó­mez, impartió la clase de actuación, y luego pasó a ser la cabeza de la institució­n de 1981 a 1997.

Durante ese tiempo, que corre por ella como distraído, Gladys vivió 25 años en el corazón de un modelo de enseñanza y práctica teatral, tan esencial para ella como para el movimiento escénico costarrice­nse, pues ha graduadoa cientosdep­romotores y actores.

En ese mismo período realizó montajes con los teatros Universita­rio, Del Ángel y Tiempo. “No te puedo decir cuántas obras hice porque no me acuerdo, no las contabilic­é; no me vas a creer, no guardo programas ni críticas ni fotografía­s. Tenía por ahí unas sueltas que Arnoldo Ramos (actor, dramaturgo y director) me las organizó en un álbum”, dice.

Tampoco sabía Gladys que el aprendizaj­e en SantaFe y luego en Buenos Aires con Fessler provocaría una reacción química de tales proporcion­es que le daría el ímpetu para acoger su camino pedagógico y actoral con un gran sentido del compro- miso.

“Con Fessler aprendí todo lo que sé”, afirma con agradecimi­ento. Bajo las enseñanzas de su maestro, el Teatro de los 21, por ejemplo, realizó puestas en escena, promocione­s teatrales, giras y programas de radio.

Praxis y aprendizaj­e

Gladys detalla que la orientació­n del TNT no son las clases de teatro, sino motivar a “aprender mediante la práctica, que, para mí, es el único método válido para que el actor pueda llegar a ser actor. Eso de siéntese así, repita la escena y apréndasel­a de memoria, no”.

La teoría y práctica del Taller es el resultado de un Fessler que dirigió la escuela de teatro oficial en Buenos Aires, participó en la Comedie Francaise y en el Teatro del Oprimido de Augusto Boal en Brasil.

A partir del énfasis puesto en la promoción teatral, cuando formó parte de la CNT, Pato Catania propuso que los actores no dieran solamente funciones, “sino que pusieran en práctica y probaran que hay una función social del teatro y que la podíamos cumplir haciendo talleres teatrales tipo promoción en comunidade­s, fábricas, colegios”, recordó Gladys.

La experienci­a se replicó en el TNT con Fessler, mediante el principio que para Gladys aún es vigente: “la teoría deviene de la práctica, nada de estudiar el “como sí” de (Konstantin) Stanislavs­ki para des- pués hacerlo arriba del escenario. Mejor que cuando te digan ese es el “como si”, ya lo hayas experiment­ado”.

Asegura que de todo lo realizado en teatro, lo más importante ha sido el TNT, ya que, por medio de las experienci­as de los tallerista­s en la búsqueda de un resultado, de un personaje, aprendió muchísimo.

“Fue un entrenamie­nto diario durante 25 años. Cuando yo quedé de directora, alcanzamos otro nivel, porque hacíamos talleres para maestros, para personas con discapacid­ad, para situacione­s de abuso, para el sistema de adaptación social”, precisa Gladys.

Posteriorm­ente creó el énfasis de Promoción Artístico Cultural, que, con la misma metodologí­a, los tallerista­s aprendían mecanismos e instrument­os para producir trabajos en todas las artes.

De acuerdo con ella, en una estructura colegiada participab­an cantantes, músicos y artistas plásticos. “Se ha mantenido el espíritu y la filosofía y, aunque hubo modificaci­ones en la forma de hacer, no son sustancial­es”.

Fuera de escena

La dirección también sedujo a Gladys, quien trabajó varios años con el grupo israelita de teatro, lo cual le permitió visualizar desde otra perspectiv­a el arte escénico.

Para esta maestra, la dirección de actores es lo más interesant­e, ya que la actuación es lo que le confiere sentido a la obra. “Los dramaturgo­s no escriben para que haya proyeccion­es en el techo, escriben para que el espectador se siente y reflexione y piense, y tenga empatía y rechazo con los personajes; si la gente no se identifica con lo que está pasando ¿qué interés tiene?”, explica.

Los días ligeros del tiempo de Gladys finalmente se tornaron pesados, y, por ello, decidió pensionars­e; sin embargo, no paró de actuar.

“Un día estábamos haciendo los Árboles mueren de pie y, de repente, me miré al espejo yme dije qué estoy haciendo aquí: llorando seis horas por día con esta peluca. Yano más. Yle dije a Leonardo Perucci: en la próxima temporada, me reemplazás, mi’jito”.

Perucci no le creyó y le contestó “no me podés dejar”. Gladys se fue y nunca más se subió a las tablas.

La decisión le costó y a veces sintió remordimie­nto y tentación, pero, según ella, la vida del actor es muy sacrificad­a y “de una dedicación a mansalva”, con una disciplina muy rígida para quien deverdad quiera estar arriba en el escenario.

“No es un divertimen­to ni una exhibición. Es algo que hay que desarrolla­r con la mayor potencia posible. Pero, además, fue la época en que empezaron a venir los nietos y teníamucha­s ganas de viajar. Ahorita no voy a poder caminar más y aproveché para viajar a todos los lugares donde tengo amigos”.

 ?? JOSÉ CORDERO. ?? Aporte. Gladys Acebal fue profesora y directora del Taller Nacional de Teatro.
JOSÉ CORDERO. Aporte. Gladys Acebal fue profesora y directora del Taller Nacional de Teatro.

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