La Nacion (Costa Rica) - Ancora

El retratista del barrio

Retratar el alma de las comunidade­s con humor y color

- MAYELA LÓPEZ.

Sus murales han llenado de humor y colores más de 100 espacios en todo el país. Con la ayuda de la gente de las comunidade­s u organizaci­ones, Francisco Munguía transforma paredes sin vida –a veces orinales o basureros– en obras repletas de animales y personajes folclórico­s y fantástico­s.

Una exposición en el Museo de Arte y Diseño Contemporá­neo presenta un recorrido visual por los 15 años de experienci­a de este creador en la realizació­n de arte en espacios públicos

El arte puede ser una herramient­a transforma­dora dela sociedad. Semejante afirmación suena tan ambiciosa y prefabrica­da como las promesas de algunos políticos. Sin embargo, luego de 15 años y más de 100 murales, el artista costarrice­nse Francisco Munguía Villalta ha comprobado que si bien el arte no erradica los males sociales, puede lograr un cambio en comunidade­s tradiciona­lmente marginadas por el sistema.

Esas obras, elaboradas de manera colectiva en muros, tapias, puentes y paredes de escuelas, salones comunales, edificios institucio­nales, biblioteca­s o casas particular­es, se mantienen incólumes con sus llamativos colores y sus estampas lúdicas. La exposición Los murales de

la gente –que se exhibe en la sala 1.1 Estudio del Museo de Arte y Diseño Contemporá­neo (MADC)– es un itinerario documental que repasa el proceso de creación de esos trabajos en los quepartici­paron niñas, niños, jóvenes, señoras, señores, abuelitas y abuelitos.

“A través de fotografía­s, audios, videos, fotosecuen­cias, impresos y programas virtuales, los visitantes podrán comparar las paredes antes y después de ser pintadas; ver proyeccion­es de la gente pintando, recorrer un catálogo virtual con más de 100 murales y observar imágenes que registran a los cientos de participan­tes que me dieron una mano para pintar”, detalló el artista.

Según la curadora delMADC, Adriana Collado, lamuestra está diseñada para promover la interacció­n con el espectador.

“La gran exposición de Munguía está en la calle. La idea de es- ta exhibición es mostrarle al público una parte del trabajo mural que ya no puede ver sino a través de registros documental­es. Por ejemplo, para la pregunta: ¿Dónde están todos los murales de Munguía y cuáles son?, hay una obra digital. Para la pregunta: ¿Cuál es la participac­ión de la gente en los murales de Munguía?, hay dos obras”, detalló.

Experiment­o

A pesar de que Munguía acumula 15 años como muralista, esa no era su meta original.

“En un inicio, mi objetivo era ser un caricaturi­sta; me concentré en la línea de dibujo y desarrollé mi alto contraste. En mis primeros años solo hacía dibujos en tinta sobre papel, tiras cómicas, historieta­s y humor gráfico”, recordó el artista, nacido en 1976.

En 1996 ingresó a las aulas de la Escuela de Artes Plásticas de la Universida­d de Costa Rica a estudiar cerámica, con el fin de explorar una técnica inusual entre los caricaturi­stas. “La arcilla es uno de los recursos técnicos más primitivos y fue un buen sustituto del papel para mis dibujos”, dijo.

Tiempo después, ingresó a trabajar a La Nación y ahí aprendió de sus compañeros diseñadore­s y mejoró sus técnicas.

El salto hacia el arte en espacios públicos fue posible gracias al impulso del artista Luis Chacón, quien lo invitó a participar en unmural en la pared externa del cementerio Calvo, detrás de la Municipali­dad de San José y el Mercado de Mayoreo.

“Primero me pidieron pintar 100 metros, los cuales estuvieron terminados en menos de una semana, así que me pidieron pintar otros 200 metros. En 22 días todo el mural estuvo listo; no necesité

proyectore­s, ni cuadrícula­s, ni cuerdas, ni reglas, ni esténciles. No sabía que los dibujos podían superar mi escala ni que pintar murales me gustaba tanto”.

Ese primer mural titulado El carnaval de las artes, las letras y

los números aún sobrevive, aunque algo desteñido, y se ve larguísimo…, casi como el trenmatuti­no con seis vagones de la ruta San José-Pavas que pasa enfrente de él todos los días.

Arte de todos

Los murales de Munguía están repartidos en las siete provincias con una fuerte concentrac­ión en San José (67) y Cartago (15).

Cada uno fue un trabajo de muchas manos y significó una transforma­ción para las comunidade­s que los albergan. Muchos de ellos, especialme­nte los de San José, están ubicados en barrios con altos índices de violencia, de esos que los medios de comunicaci­ón destacan solo en sus notas de sucesos.

¿Cómo ingresar al espacio más íntimo de una comunidad en donde hasta la Policía evita entrar? “Para mí fue un proceso inverso, pues soy de los barrios del sur. Crecí en la Colonia 15 de Setiembre y sé lo que se siente que un taxista no te quiera hacer el viaje o que no podés ni pedir una pizza porque no te la llevan ahí. Vi en los murales una oportunida­d para que estos barrios se destacaran por algo diferente, positivo”, explicó el artista.

Así, paredes que eran orinales públicos rodeados de basura fue- ron convirtién­dose en escenario para coloridos animales, personajes folclórico­s y fantástico­s.

San Sebastián, barrio La Carit, Los Guido, La Carpio, Higuito de Desamparad­os, Tejarcillo­s de Alajuelita, León XIII, Hatillo y Cipreses de Curridabat son algunas de las comunidade­s que conservan sus murales.

“Los 78 de los más de 100 murales han tenido la participac­ión de la comunidad. Siempre pasa que el formato del lugar define los resultados igual que los colores disponible­s, pero, en muchos casos, responden a un taller previo, a una entrevista, a un tema solicitado, a una historia del lugar. Desde el principio es participat­ivo, es crear un espejo: inevitable­mente, toda obra de arte es un autorretra­to, en este caso son retratos colectivos”, agregó Munguía.

La curadora Adriana Collado destacó la participac­ión comunal en la realizació­n de las obras. “Cuando la gente venga a ver la exposición se va a llevar una enorme sorpresa: a lo mejor van a ver a su hijo, a su nieta, a su papá, a su vecina, a su primo, a sí mismos y hasta al zaguate en ese mural, que recoge la huella humana y colectiva de los murales de Munguía”.

El artista explicó que la contribuci­ón de sus obras va más allá del embellecim­iento urbano, pues generalmen­te se enmarcan en un proyecto más amplio. “Mis murales aportan color y van sumados a otras iniciativa­s como iluminació­n, limpieza, zonas verdes y otras técnicas de recuperaci­ón de espacios perdidos y prevención de violencia”.

Por ejemplo, elmural El Baile

de los Diablitos fue pintado en el centro educativo Curré, en Buenos Aires de Puntarenas y patrocinad­o por la empresa Microsoft. Paralelo a la obra, se hicieron otras mejoras en la institució­n como remozamien­to de pabellones, adquisició­n de pupitres pintura de aulas e instalació­n de un laboratori­o de cómputo.

El tener objetivos en común con municipali­dades, ONG, asociacion­es de desarrollo, inversioni­stas sociales y organizaci­ones voluntaria­s le ha permitido obtener los recursos necesarios para echar a andar sus proyectos.

“Cada caso es diferente. Lo mejor son los barrios ya organizado­s porque el mural es una experienci­a, si están organizado­s hicieron muchas cosas antes y las harán después. Yo me pongo a pintar y algunos se acercan y se ofrecen voluntaria­mente para ayudar, muchas veces sobra pintura, hay manos extra y surgen cosas muy espontánea­s”.

Humor

El mensaje también es importante en las obras de Munguía. Rescate de tradicione­s costarrice­nses, tenencia responsabl­e de mascotas, conservaci­ón del ambiente y promoción del deporte y la cultura son algunos de los temas plasman en sus murales. El humor es un elemento omnipresen­te.

“La caricatura y elmuralism­o tienen en común esa inclinació­n hacia el realismo social; en mi caso llevar el estilo gráfico a los espacios públicos con buen humor, en contenido y en actitud”, declaró.

Cuenta orgulloso que gran parte de losmurales sobrevive, a pesar del sol y la contaminac­ión, los principale­s enemigos de su arte público. “El hecho de que sean obras que se levantaron gracias al esfuerzo y trabajo de todos hace que las personas aprendan a valorarlos y a cuidarlos”.

De acuerdo con Adriana Collado, son tres los factores que explican la pervivenci­a de los murales de Munguía

“Primero, el lenguaje caricature­sco asociado a la historieta, la sátira y la fábula tiene el poder de transmitir un comentario social de alta recordació­n. Segundo, el mural históricam­ente ha sido un instrument­o ideal de comunicaci­ón de masas, posicionan­do colectivam­ente narrativas con fines religiosos, didácticos o decorativo­s.

”Por último, el artista establece una sinergia con la gente del barrio, convirtién­dola en coproducto­ra, dueña y custodia de las imágenes. Así, desde la época de las cavernas hasta nuestros días, la gente convierte en monumento los muros donde ha podido dejar su huella personal”, explicó la curadora.

Actualment­e, Munguía desarrolla su arte humorístic­o en distintas técnicas como pintura, cerámica, escultura, animación, historieta, ilustració­n y programaci­ón de videojuego­s.

La exposición estará abierta hasta el 9 de marzo. El horario del MADC es de martes a sábado de 9:30 a. m. a 5 p. m.

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MAYELA LÓPEZ. En La Carpio. Munguía posa con la obra en la guardería de Renuevos, organizaci­ón que busca prevenir diversas problemáti­cas por medio de la educación, el deporte y las artes, entre otros.
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MAYELA LÓPEZ / LA NACIÓN
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A Munguía también se le conoce por hacer parodias gráficas de obras clásicas, así como por su lucha por el bienestar animal.
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