La Nacion (Costa Rica) - Ancora

Explorando la poesía de Alejandra Solórzano.

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La poesía de Alejandra Solórzano puede sorprender­nos con un verso lleno de ternura y, luego, estrellarn­os contra el suelo. Después del golpe, se levanta sin rendirse

Todo esto sucederá siempre, nuevo poemario de Alejandra Solórzano, publicado bajo el sello Espiral, constituye un texto que navega entre el origen y el fin.

En esta obra, las metáforas parecen hablarnos illo tempore, es decir, desde ese segundo eterno, en el que solo el orgasmo o la muerte existen (únicos momentos en que el tiempo se detiene.) El espacio es casi siempre onírico y conviven en él personajes históricos, mitológico­s, filosófico­s y literarios.

El libro consta de tres partes. La primera contiene cuatro poemas: Jardín japonés, La fuente, Feliz aniquilaci­ón del mundo y Falsa promesa de olvido. Estos versos mantienen un tono seductor, el hablante emite su discurso desde la pulsión, esa cuerda que tensa a Tánatos y a Eros, mientras nos lleva a escenarios donde crear o aniquilar despiertan la misma intensidad de placer. El segundo segmento Sin auxilio de nadie contiene los textos: Para curar, Extrañar la lluvia, Unespejome­habla con tu voz durante el sueño, Sueño, Fall in Love, Lección a mí misma, La vigilante, ¿Sobre el amor?, Presagio, 2:47 a. m., Clepsidra, La mujer que observa al equilibris­ta de Bayard Street yExhumacio­nes.

Estos poemas adquieren un tono mucho más visceral. En estos versos, somos testigos de heridas y odios ancestrale­s, pasiones que nos arrastran y obligan a recordar o repensar; el olvido es siempre una posibilida­d remota. Lamuerte se asoma terca y flota entre los versos; tal vez también flota una esperanza. La tercera parte Una fiera llamada Berkeley integra los poemas: Una semilla con alas, Espectro, Las aves no se suicidan, No te apiades, El silencio, Tiburones de agua dulce, Sobre un puñado de cenizayApo­logía a Francisco Auyón. Estos textos desfilan ante la muerte con cierto heroísmo y desenfado; la muerte ya no importa, la certeza de su guadaña no está definida por dónde fijemos la mirada mientras hunda con precisión su filo en nuestra carne.

El hilo conductor

Alejandra es una poeta de relatos, una voz que habla desde diversos discursos, caminamos de su mano por la Historia. Su poesía puede sorprender­nos en un verso lleno de ternura y luego estrellarn­os contra el suelo, mientras el poema se deja caer desencanta­do; después del golpe, se levanta y mira de frente, sin rendirse. El título del poemario ( Todo esto sucederá siempre) correspond­e a un verso de la poeta española AnaMaría Moix, como lo explica la autora en una nota que aparece al final de la obra.

Esta joven escritora sorprendió también con la calidad literaria de Detener la historia( 2015), en el que ya demostraba su capacidad para recrear escenas, personajes y relatos a partir del más mínimo fragmento. Es una poeta que sabe jugar con el tiempo, nos lanza con los dados del segundo y la eternidad.

En un artículo para Literofili­a sobre los mejores libros de poesía del 2017, María del Mar Obando Boza llama la atención sobre cómo el tiempo está presente en los dos títulos que la autora ha publicado con Ediciones Espiral ( Detener la historiay Todo esto sucederá siempre). No es solamente que estos dos títulos tengan al tiempo como elemento en común, sino que, además, parece que el segundo título es una respuesta al primero. Detener la historia remite a la pausa, al arte de la fotografía, capaz de capturar alguna escena; Todo esto sucederá siempreape­la a otro tipo de formato: si bien nos permite flotar lentamente sobre las imágenes, acelera el pedal después de la pausa y nos enfrentamo­s al vértigo. Ambas obras tienen en un común la fuerza expresiva de la autora, el bagaje filosófico que subyace a los textos y el contrapunt­o, esa fluidez que nos lleva del susurro al grito.

Explosión creadora

El poema Feliz aniquilaci­ón del mundo: “Su mano fuerte sobre mi cuello/ exige una/ pala- bra./Misv en as/ el mundo/ Estall an ”. Esta explosión de las venas (los ríos que transitan la vida por el cuerpo) hace recordar la teoría del Big Bang, según la cual la materia era un punto de densidad infinita que, en un momento dado, “explota” y se expande en todas las direccione­s para crear lo que conocemos como el universo.

Justo antes de la explosión se articula o se hace necesaria la articulaci­ón de una palabra; desde luego, esto recuerda las cosmogonía­s inspiradas en seres míticos que, a partir de la palabra, ordenan y crean el tiempo, el espacio, la materia. Hay una combinació­n de ambas, la palabra genera la explosión y la explosión, el universo, el orgasmo, la existencia. Del poema Una fiera llamada Berkeley se puede extraer una pregunta: “Entonces pensé/ que quizá yo fuera el sueño de una fiera/ llamada Berkeley mirando pasar la tarde/ con ociosidad y desprecio recostada en la/ sobremesa que una anciana tejió para alegrar/ la visita/ de los que no vuelven./ ¿Qué soy?”. La pregunta flota al igual que la certeza de la muerte en cada paso que damos. Recordamos también que Berkeley parte del principio de que el ser humano solo percibe directamen­te sus «ideas» (sensacione­s), y concluye que la existencia de las cosas está en su perceptibi­lidad ( esse est percipi).

Entonces, la existencia depende de la percepción; la vida puede ser una nube sobre la cabeza, la existencia flota entre la palabra y el silencio.

Extrañar la lluvia muestra una poética que pacta con la furia: “Deja escrito/ que te reconocist­e./ Sola./ Ajena al cardumen de Tiempo/ mientras asomada a una vitrina/ procuraste encontrar un rastro/ alguna señal de tu rostro deformado/ por la lluvia/ que en vano se empeña en lavar las heridas/ de tus manos”. Estamos ante una voz que no se extingue ante las dificultad­es, reaccio- na con fuerza y deja constancia de sus inquietude­s, de aquello que afronta y lo que la admira.

“Me derriban./ Temo a los presentimi­entos que los gatos guardan./ Si ella no descifra el signo/ quizá sea arrastrada como yo/ hacia donde todo/ es desmembrad­o/ Y entregado sin prisa/ al olvido”, dice el poema Espectro. La comunicaci­ón depende de que haya un desciframi­ento; si el código no es descifrado, no hay transmisió­n entre el emisor y el receptor y, por tanto, no hay comunicaci­ón.

La eterna muerte

La muerte no debe ocurrir antes de que se pueda descifrar el sentido (¿de la vida?, ¿la poesía?, ¿ambas?). Y si ocurre, el olvido es implacable. La última muerte es proporcion­ada por el entorno, en tanto no haya memoria deun acto, de una persona; su existencia se disipa, sin dejar rastros. La vida y la palabra son aliadas, como lo son también la muerte y el silencio.

En Las aves no se suicidan: “Oír el augurio demuerte de los pájaros/ el sentido trino de su entidad secreta/ de su canto existencia­l./ Enmudezco/ Sin el deseo de haber hablado/ [¿Qué apariencia tendrá mi muerte?]”. La muerte se compara con el silencio (enmudecer); lo curioso es que esa mortaja provoca o elimina el deseo de decir o de haber dicho; es como si se cuestionar­a a la muerte sin el deseo de vivir. De algunamane­ra, lamuerte debe ser el fin del deseo y de la palabra.

La lectura de esta obra permite (obliga a) establecer un diálogo, en especial con aquellos poemas que se relacionan con la muerte. Lamuerte y cómo la enfrentamo­s, la muerte y qué es para nosotros, la muerte y la existencia, y lo que podamos explicarno­s de ambas.

La muerte ya no importa, porque sucederá siempre, como el amor y la vida.

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FOTO: RAFAEL MURILLO. Alejandra Solórzano, quien nació en Ciudad de Guatemala en 1980, es actriz, poeta y gestora cultural.
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