La Nacion (Costa Rica) - Ancora

UN PINTOR ROMPE CON EL PAISAJE IDÍLICO

Una exposición en el Museo de Arte y Diseño Contemporá­neo revisa casi dos décadas de trabajo del artista Alejandro Villalobos: paisajes libres de estereotip­os, repletos de “dramatismo meteorológ­ico” y de experiment­ación técnica

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Tormentoso, bochornoso, desbordado, intenso, cambiante, dramático, violento... Tantos adjetivos ayudan a describir el paisaje que pinta el artista costarrice­nse Alejandro Villalobos. No es su paisaje, es nuestro paisaje: nuestra naturaleza furiosa.

Desde hace dos décadas, él se ha dejado seducir por la naturaleza, no aquella idílica y edulcorada que reproducen muchas postales para turistas, sino la que él ve por su ventana en Tibás o en sus caminatas por la montaña.

En Simplement­e paisaje, el Museo de Arte y Diseño Contemporá­neo (MADC) revisa el trabajo que este pintor y grabador de 56 años ha hecho en enormes cuadros, con materiales industrial­es, así como en una instalació­n con grandes tubos de papel pintados.

Mirada contemporá­nea

¿Por qué es contemporá­nea una muestra sobre paisaje? Más bien habría que preguntars­e por qué no podría serlo si lo contemporá­neo no se suscribe solo a ciertos tópicos. Sin embargo, la respuesta es sencilla: la mirada de Villalobos elude adrede el estereotip­o.

Para Daniel Soto Morúa, curador de la exposición, estas piezas rompen con la idea de que nuestro paisaje es solo sol brillante, cielo azul y poca lluvia. “Alejandro encuentra una belleza que pocos ven. Su mirada es contemporá­nea porque ve el paisaje tal cual lo tenemos y no tal cual lo hemos construido”, asegura.

En Simplement­e paisaje está esa imagen del aguacero violento y amenazador que oscurece todo a cualquier hora del día, está la tierra abierta después de un terremoto, está la luz reflejada sobre los charcos en medio de la montaña, están los rayos de luz que logran atravesar las nubes cargada de lluvia inminente, están los coloridos árboles floreados en la época seca...

“El costarrice­nse no vive de acuerdo al medio que le toca vivir. Su idea del paisaje está afincada en una eterna primavera, en la que solo ve playa, mar, sol y arena. Sin embargo, al ser tropical, en este país tiene que llover más de lo que llueve en otras partes. La gente espera que el medio se adapte a ellos y no ellos al medio. La gente se olvida que en este país el paisaje es tremendame­n- te violento: tormentas, inundacion­es, rayos…”, cuenta este profesor de grabado de la Casa del Artista, donde comenzó en 1977 guiado por el pintor Ricardo

Chino Morales. Durante 40 años, su vocación artística se ha desarrolla­do en dos frentes: la pintura y el grabado.

El de la exposición es paisaje, puro y llano, y es poderoso. De hecho, el curador considera que el trabajo resulta subyugante: “Sus pinturas son amenazante­s porque nos dicen, a rajatabla, que somos seres minúsculos ante un todo, y que la naturaleza y el clima nos poseen y dominan, somos apenas una partícula ante la inmensidad”. Esta es “una Costa Rica desnuda, atemorizan­te y exuberante”.

El “dramatismo metereológ­ico” –como lo llama Villalobos– lo atrapó desde 1999, cuando se volvió su tema principal.

“Empecé con el paisaje porque me sedujeron esos dramatismo­s metereológ­icos: el sol que atraviesa las nubes cargadas de lluvia, la lluvia sobre la montaña y cosas que están cerca. Todo lo comencé a explotar desde mi óptica, nunca fue con visos ecologista­s: uso pinturas industrial­es, lacas, pinturas para carros o calles, materiales muy contaminan­tes”, cuenta. Ironías y paradojas son parte del arte.

Villalobos se conecta con la tradición pictórica. Por eso, el curador escribe en su texto sobre la exhibición: “Con gran maestría, domina la técnica tradiciona­l de caballete de la manera más poco convencion­al. Se sale del uso ortodoxo del material y la herramient­a, mancha los lienzos con pinturas industrial­es, aceites, polvos metálicos y ácidos. Poco a poco, ha sustituido óleo y acrílico por pintura asfál-

tica, resinas, diluyentes, polvos metálicos, pigmentos, esmaltes y barnices industrial­es. Mezcla los polvos metálicos de marqueterí­a y los aglutina con barniz de poliuretan­o de pisos, utilizándo­los como pigmento para pintar un cuadro”.

Las obras no tienen un orden cronológic­o ni temático; el curador le apostó a un diálogo entre las piezas. De esta forma, en esta panorámica del trabajo de Villalobos pasamos de encuadres y horizontes amplios a detalles que, vistos tan de cerca, parecen propuestas abstractas. Alejarse ayudará con la perspectiv­a.

Y es que precisamen­te, el camino de Villalobos no ha sido una evolución ordenada, sino que desarrolla un tema, lo deja, vuelve, profundiza, cambia a otro…,; siempre se deja abierta la posibilida­d a volver de otra forma.

Dos obras destacadas

Alejandro siempre es pintor y también queda en evidencia su formación y trabajo en el grabado; todo queda estampado en el trabajo artístico.

Incluso, ha ido más allá y hasta ha experiment­ado con el arte tridimensi­onal en Silva pro nobis ( Selva por nosotros). En este trabajo del 2006 tomó más de 60 cilindros de papel grandes, usados para transporta­r el material para imprimir banners, para convertirl­os en un bosque improbable. Luego, plantó estos árboles en diferentes partes de la ciudad para recordarle­s a los transeúnte­s un paisaje extinto.

Aquella acción fue documentad­a en fotografía y el MADC no solo recupera algunos de esos “árboles” en la Pila de la Melaza, sino que agrega algunas de aquellas imágenes.

¿Qué quiso y quiere este artista con este bosque artificial? Quería que el papel/cartón retomara simbólicam­ente la forma de ramao de tronco que tuvo antes de convertirs­e en un producto comercial y provocar o impresiona­r al espectador.

Este proyecto, que se expuso enla Galería Nacional, fue financiado por el propio artista.

El sábado 19 de mayo tendrá un nuevo episodio, cuando aquella acción vuelva a repetirse en algunos puntos de la ciudad y, después de la exposición, aquellos troncos artificial­es queden en la naturaleza para que esta se encargue de intervenir­los.

En Simplement­e paisaje hay un cuadro que no es simple ni solo paisaje. Se trata de Collage

tropical, con la cual el artista ganó el gran premio Salón de la Excelencia de la IV Bienal Lachner y Sáenz en 1994. Por medio de un cuchillo y un banano, la obra hace alusión al caso de Lorena Bobbit, ecuatorian­a que en Estados Unidos impactó al mundo: ella le cortó el pene a su marido luego de un largo historial de maltrato y agresión sexual; un juicio la absolvió.

Este trabajo se emparenta con el resto de la exposición por su interés en la temática tropical, así como por la forma en que está pintado el fondo y por su atmósfera caótica. Este collage pertenece al MADC y sirve como un puente entre diferentes tópicos.

En la Sala 1 del Museo parece que se va a venir un aguacero torrencial. El arte invita a explorar cada pieza de sobresalto en sobresalto, aunque reconozcam­os cada escena y sensación.

 ??  ?? La charca, acrílico sobre lienzo. CORTESÍA DEL MADC.
La charca, acrílico sobre lienzo. CORTESÍA DEL MADC.
 ??  ?? Selva, monotipia sobre papel hecha por el artista Alejandro Villalobos. CORTESÍA DEL MADC.
Selva, monotipia sobre papel hecha por el artista Alejandro Villalobos. CORTESÍA DEL MADC.
 ??  ?? Fuego natural, pintura creada con esmaltes industrial­es y polvo de oro. CORTESÍA DEL MADC.
Fuego natural, pintura creada con esmaltes industrial­es y polvo de oro. CORTESÍA DEL MADC.
 ??  ?? Bosque detransici­ón es otra de las obras en Simplement­e paisaje. CORTESÍA DEL MADC.
Bosque detransici­ón es otra de las obras en Simplement­e paisaje. CORTESÍA DEL MADC.
 ??  ?? Alejandro Villalobos retrata la naturaleza costarrice­nse tal cual la percibe. FOTO: DIANA MÉNDEZ.
Alejandro Villalobos retrata la naturaleza costarrice­nse tal cual la percibe. FOTO: DIANA MÉNDEZ.
 ??  ?? Una vista de la Sala 1 del MADC. En el centro, la pintura Collage tropical (1994). FOTO: DIANA MÉNDEZ.
Una vista de la Sala 1 del MADC. En el centro, la pintura Collage tropical (1994). FOTO: DIANA MÉNDEZ.
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Un detalle de Cálida inspiració­n, de la serie Fluxus. FOTO: DIANA MÉNDEZ.
 ??  ?? La Pila de laMelaza, en el Cenac, aloja el proyecto Silva pro nobis. FOTO: DIANA MÉNDEZ
La Pila de laMelaza, en el Cenac, aloja el proyecto Silva pro nobis. FOTO: DIANA MÉNDEZ
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La naturaleza que pinta el artista es amenazante y exuberante. FOTO: DIANA MÉNDEZ.

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