La Nacion (Costa Rica) - Ancora

Bitácora de lo posible

No es guía de usuario ni mapa turístico; si alguien lo usara para orientarse terminaría dando vueltas en círculos. Esa es la idea de Soto, en todo caso, invitar a sus lectores a perderse en una ciudad llamada inhabitabl­e (y, sin embargo, llena de vida)

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Una ciudad es, sobre todo, las palabras que se escriben sobre ella. La prueba la da Italo Calvino, quien erigió docenas de urbes solo habitables en breves párrafos, pero más memorables que muchas ciudades reales y aburridas. En Sitios indetermin­ados, Óscar Soto suma una “bitácora semi-ficcionada” a esta ciudad demasiado visible, esta capital tan concreta que, sin las palabras precisas, corre el riesgo de parecer aburrida.

Publicado por Ediciones Perro Azul y presentado en la última Feria Internacio­nal del Libro, Sitios indetermin­ados es el primer libro de Soto, arquitecto, escenógraf­o y director de arte ( West Side Story, Chicago), y entrelaza su narración de la capital con fotografía e ilustració­n. Vivió la ciudad desde pequeño, pues creció entre barrio Escalante y el centro; ha visto peores y mejores épocas de estas calles, aunque sea tan joven.

Sin embargo, en la universida­d y en el trabajo, Soto notaba que San José inspiraba otras reacciones entre sus colegas. “La ciudad surge como un ente enigmático, misterioso, un lugar al que da miedo ir, que es sucio, donde vamos solo a las partes bonitas, un parque o al Transitart­e”, lamenta.

Nada es fortuito. “San José, producto de una serie de decisiones históricas, se deshabitó desde los 80: el centro quedó como ciudad únicamente de trabajo, la periferia es donde la gente solo va a dormir, y eso conlleva el descuido y que la percepción negativa fuera cada vez mayor. La San José de los 30, la pequeña París, con gran potencial, ha sido demolida, quedan rastros aislados, muy poco se sabeya casi nadie leimporta recuperarl­os”, explica Soto.

Su libro, a caballo entre el lenguaje de un estudioso de lo urbano y un cronista siempre sorprendid­o, se suma a algunos de esos otros esfuerzos por hablar de San José hasta hacerla habitable; hacerle calles y avenidas de palabras, por así decirlo. Desde la literatura se ha estudiado en abundancia, pero lo que Soto suma es una imaginació­n comprometi­da con un esfuerzo por educar sobre las posibilida­des de esta ciudad complicada, por encima de sus carencias y parches.

“Tenía la necesidad de plantear el tema de San José, como mucha gente que lo hace desde aproximaci­ones muy distintas, como artistas, diseñadore­s, organizaci­ones que buscan reinsertar a la gente a la ciudad… yo también quería hacer desde lo que podía y quería, poner un granito de arena para colocar a San José en la mesa de discusión”, asegura el autor.

Eso no limita la perspectiv­a íntima de su experienci­a de Chepe: este no es un libro de urbanismo, es un cuaderno de impresione­s personales, algunas tan minúsculas como la luz en un rincón o tan amplias como la atmósfera de las avenidas apretadas. No está anclado a los landmarks, las islas que sobresalen del mar de una ciudad caótica, sino al contrario, describir la sensación de la ciudad como un todo, que existe para la mirada del autor, no está localizada en una u otra esquina.

Justo por ello, la narración se contrasta hábilmente con proyeccion­es de edificios, dibujos, fotos. “No quería que fuera el único lenguaje, sino que hubieramuc­ho de las otras cosas que hago, de mis otras inquietude­s que se canalizan a través de otros medios”, dice Soto.

Perderse en la ciudad

Sitios indetermin­ados no es guía de usuario ni mapa turístico; si alguien lo usara para orientarse terminaría dando vueltas en círculos. Pero esa es la idea de Soto, en todo caso, invitar a sus lectores a perderse en una ciudad llamada inhabitabl­e (y sin embargo llena de vida). Caminar es mapear con los pies, dice Lauren Elkin: ayuda a rearmar una ciudad, juntando los planetas distantes de cada barrio. Del cálido “chunchero” resguardad­o en las casas de barrio Luján pasamos a los desconocid­os altos de las tiendas delaavenid­a central; del frenesí del parque central a los refugios temporales de los árboles del parque España.

No es posible ocultar que las decisiones políticas siguen torciendo esta imagen de San José, y cada espacio cultural o vívido negocio que cierra sirve de evidencia. Si nadie se preocupara, mayor sería la alarma.

Pesa, claro está, la desigualda­d que estructura nuestras relaciones con la ciudad. “Hay sectores de la población que le tienen miedo a San José y que solo logran entrar a ella a través de ciertos procesos de gentrifica­ción. Si seguimos replicando esos modelos en otros barrios, enfocados en esos públicos y sin sensibiliz­ación por el contexto, lo que estamos haciendo es sacar a la gente que vive allí metiendo otra, no estamos hablando de que todos tengan acceso a la convivenci­a y el disfrute urbano, sino que se reserva para algunas clases”, considera Soto.

Si París es un veinteañer­o enamorado de una mujer madura, como escribió John Berger, SanJosé debe serunadole­scente que cree que el amor no es para él. Crecer duele, sobre todo cuando se vive con la esperanza de nunca hacerlo.

Sitios indetermin­ados nos muestra que lo hizo, que San José creció y se hizo ciudad; nos muestra, también, que retiene la belleza de lo posible, de lo prometido. Quizá tengamos vida suficiente para hacer que sea más que solo palabras. “nació para responder al público que se siente atemorizad­o de la ciudad, busca generar una visión de la ciudad que no reconozca, que los invite a preguntars­e dónde será, por qué esto es así”, dice Soto. “Que se tome el tiempo de establecer un vínculo con esta ciudad que, al fin y al cabo, es nuestra ciudad”.

Sitios indetermin­ados (EdicionesP­erro Azul) está disponible en Libros Duluoz, Librería Andante, Frantz y Sarah, y otras librerías.

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CORTESÍA DE ÓSCAR SOTO.

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