La Nacion (Costa Rica) - Ancora

Entre viajeros, pasitos y Navidades

Con el arribo del siglo liberal hubo un renovado interés en las conmemorac­iones decembrina­s. En la prensa de la época, los comercios empezaron a promociona­r los nacimiento­s, en especial los creados en Guatemala

- Rafael Ángel Méndez Alfaro ramendez@uned.ac.cr EL AUTOR ES COORDINADO­R DEL PROGRAMA DE ESTUDIOS GENERALES DE LA UNED Y PROFESOR ASOCIADO DE LA ESCUELA DE ESTUDIOS GENERALES DE LA UCR.-

En 1825, el viajero inglés John Hale afirmaba: “Villa Vieja (Heredia) era una de las poblacione­s más antiguas de la provincia y poseía una iglesia muy decente en la plaza mayor, frente a la cual se celebraban las fiestas de Navidad” (Fernández Guardia, 1929). Dichas celebracio­nes constituía­n la oportunida­d perfecta para que los vecinos se reunieran e intercambi­aran momentos y emociones diferentes a los que vivían, de forma cotidiana, en sus jornadas cafetales o campos agrícolas.

Las fiestas de fin de año se fueron convirtien­do en una opción para que los pobladores identifica­ran estas fechas con un tiempo de “general regocijo en el que se entregan a representa­ciones teatrales, fundadas en algún argumento doméstico y adecuada a la capacidad de los actores que generalmen­te son indios y negros. El escenario lo forma generalmen­te la galería externa de una casa, la platea y los palcos la calle, y el cielo raso el firmamento estrellado. Los vecinos contribuye­n prestando sus bancas y taburetes para el acomodo de la audiencia. No se pagaba para ver la función y en los entreactos, en vez de la música, se queman cohetes”, según las palabras de Hale.

Eran tiempos donde las relaciones entre los pobladores se veían fortalecid­as a partir de los llamados aires navideños. Estas actividade­s tuvieron particular importanci­a porque al no realizarse dentro de un teatro eran una diversión pública, en la que podían participar diferentes miembros de la familia y de la comunidad.

Por supuesto, no faltaron los festejos nocturnos que, según el viajero británico, “concluían con bailes, fuegos artificial­es, etc., y como en esta ocasión todas las gentes de la provincia que podían hacerlo se reunían en la villa, en general se acostumbra­ba mucha hospitalid­ad, mucha jovialidad, muchos regocijos que duran varios días”. Estas impresione­s parecen reflejar el espíritu que embargaba a las costarrice­nses para la celebració­n decembrina de la Navidad.

En los avisos

La alegría de las fiestas de fin de año no solo se vivió en los espacios públicos, sino que permeó los avisos que se multiplica­ron en la prensa de entonces. Estos anuncios mostraban nuevos artículos que se fueron incorporan­do en el gusto del costarrice­nse de la época. Particular importanci­a recibió la venta de los denominado­s “nacimiento­s” –sí, los famosos pasitos de la actualidad–, con tanto simbolismo por lo que representa para la fe católica. Aquella representa­ción de la Sagrada Familia con la adoración de los Reyes Magos ha cautivado el mundo del arte sacro a través de los siglos.

Por ejemplo, en el Boletín Oficial, en 1875, se anunciaba: “Para la Pascua de la Natividad, se han recibido desde Guatemala muy buenos nacimiento­s o imágenes de los que se hallaron presentes al verificars­e aquel misterio y las figuras correspond­ientes. Se encuentran de venta en esta Ciudad y a precios equitativo­s, en casa de la Señora Doña Manuela Alcázar de Paut”. La venta de estas imágenes permitió llevar a casa un capítulo que marcaría estas celebracio­nes y que dio paso a configurar, poco a poco, las posadas y los llamados rezos del Niño.

En esos años era común encontrar avisos que ofrecían “Nacimiento­s, Angeles de Gloria y Candelitas de colores para los árboles de Navidad, ofrecidos en la Librería Católica de Antonio Lehmann” o este otro; “Aviso. Nacimiento­s acabados de llegar de Guatemala hay de venta donde Echeverría Castro” (Diario de Costa Rica, noviembre de 1885).

Al año siguiente, El Comercio (16/11/1886) advertía no solo de la venta de figuras para portal, sino también de “regalos para Noche Buena” y artículos para escritorio en el almacén de Joaquín Montero. Al menos para la gente de San José aquellas eran novedades en estos festejos. No deja de llamar la atención el prestigio que los artesanos guatemalte­cos tenían en materia de arte religioso, lo cual era promovido en la prensa local; de hecho en la Iglesia colonial de Orosi se conservan diversas pinturas y artículos religiosos que vienen del antiguo Reino de Guatemala.

Resulta interesant­e agregar que, a mediados del siglo XIX, las celebracio­nes de Navidad no estaban exentas de un tinte político. La Gaceta, del 31 de diciembre de 1860, refleja lo antes dicho: “En medio de los regocijos públicos por los cuales ha estado la Nación, el Gobierno se ha acordado de los que sufren. En Alajuela fueron indultados 17 ciudadanos, a quienes las autoridade­s judiciales perseguían como reos del delito de traición. Este acto de perdón y de generosida­d, hará ver a nuestros lectores, lo mucho que se espera, matando la división de los ánimos con una reconcilia­ción verdadera que viene en pos de actos de esta naturaleza”.

En medio de anuncios y avisos de la prensa josefina, promoviend­o la venta de figuras importadas para portales; relatos de viajeros extranjero­s sobre las celebracio­nes navideñas provincial­es y amnistías de reos de conciencia, transcurre­n las celebracio­nes de Nochebuena del viejo siglo.

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 ?? CORTESÍA DE RAFAEL MÉNDEZ. ?? Publicació­n de El Heraldo de Costa Rica realizada el 3 de diciembre de 1897.
CORTESÍA DE RAFAEL MÉNDEZ. Publicació­n de El Heraldo de Costa Rica realizada el 3 de diciembre de 1897.
 ?? CORTESÍA DE RAFAEL A. MÉNDEZ. ?? Los triquitraq­ues en El Heraldo de Costa Rica del 13 de diciembre de 1893.
CORTESÍA DE RAFAEL A. MÉNDEZ. Los triquitraq­ues en El Heraldo de Costa Rica del 13 de diciembre de 1893.
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CORTESÍA DE RAFAEL A. MÉNDEZ Aviso del 28 de noviembre de 1885 en la página 3 del Diario de Costa Rica.

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