La Nacion (Costa Rica) - Ancora
Tres historias que brillan en oro precolombino
El renovado Museo de Oro Precolombino está repleto de piezas que nos traen historias ancestrales ; aprovechamos para contarles tres de ellas y dar a conocer 10 curiosidad es
EL MURCIÉLAGO LE AYUDÓ A SIBÚ A CREAR LAS PLANTAS
Sibú creó el mundo, que era un lugar rocoso. Del excremento nació un árbol de balsa; Sibú se dio cuenta, quiso cubrir las rocas y se imaginó todo tipo de animales y de plantas, por lo cual quiso encontrar al causante. Lo descubrió: era el murciélago. Sibú le preguntó qué comía para que del guano salieran plantas. El murciélago confesó que se alimentaba de la sangre de un jaguar pequeño, apenas su madre estaba lejos. El refugio del cachorro era el fondo de las rocas. Ni con la ayuda de Trueno, Sibú logró sacar al pequeño jaguar, por lo cual engañó a la madre, con ayuda del mono congo y de un venado. De esta forma, Sibú logró traer tierra al mundo y la esparció con el fin de que la gente pudiera sembrar. Con algunas variaciones y transmitido de forma oral entre generaciones, así han contado nuestros indígenas el mito de la Madre Tierra y del murciélago del que nacieron las plantas; en especial, se contaba en Talamanca, donde los pobladores originarios resistieron más el avance de los españoles en estas tierras. La arqueóloga Doris Stone recogió estas historias en Las tribus talamanqueñas de Costa Rica (1962), que constituye no solo un clásico de la literatura indigenista, sino también uno de los más completos estudios de las etnias indígenas del país. Aquel es el mismo murciélago que representaron nuestros antepasados precolombinos en oro y que encontramos resguardado en una urna del Museo de Oro Precolombino.
LA CASA CÓSMICA QUE CONSTRUYÓ SIBÚ
Sibú convocó a ocho animales (mono, serpiente, jaguar, águila, araña, jabalí, escarabajo y armadillo) para poder construirles una casa a los seres humanos, a los cuales había creado a partir del maíz (cuentan los bribris) o de la arcilla (dicen los cabécares). A los animales los engañó para poder utilizar sus destrezas en aquella tarea: la fuerza del jaguar, el vuelo del águila, el tejido de la arañas... Levantar la casa cónica fue un trabajo comunal. Para ello, el jabalí (danta) limpió el terreno, el zopilote puso el poste central –volando y sosteniéndolo desde arriba– junto con el jaguar, el armadillo cavó los huecos de los ocho pilares periféricos (los ocho clanes), el zopilote metió la cabeza en los huecos y se peló el pescuezo, el jaguar colocó los otros postes alrededor, el zopilote puso las varillas inclinadas que dan a la cúspide, el mono los amarró con serpientes y puso tres aros, la araña tejió las varillas más delgadas y la estructura interna, las águilas (gavilanes) volaron en círculo y trabajaron en la rueda de la casa, y el escarabajo cortó los sobrantes. La construcción de aquella casa cósmica es una metáfora de la forma en que Sibú hizo el mundo, con cuatro estratos hacia arriba y cuatro hacia abajo, y, a la vez, una representación del mundo indígena, manifiesta la arqueóloga Priscilla Molina. El trabajo de Sibú y los animales se revive cada vez que en Talamanca, la comunidad levanta una vivienda de este tipo. Y debido a la importancia de esta historia y legado, el Museo de Oro Precolombino se detiene ampliamente en este apartado y hasta nos permite viajar –de forma interactiva– hacia los diferentes niveles del mundo de Sibú y de nuestros indígenas. Una experiencia que hay que vivir.