La Nacion (Costa Rica) - Ancora

En busca de viajeros

Siglo XIX. Hoteles ubicados en destinos internacio­nales, habituales de viajeros costarrice­nses, se promociona­ban en la prensa escrita local como opciones confortabl­es para el desarrollo de actividade­s turísticas y de negocios.

- Rafael Ángel Méndez Alfaro ramendez@uned.ac.cr

Durante el último tercio del siglo XIX, los exportador­es y quienes ostentaban el poder se desplazaro­n regularmen­te a países con los que Costa Rica desarrolla­ba crecientes lazos comerciale­s.

La prensa escrita de la época muestra anuncios de hoteles en el extranjero que ofrecían múltiples beneficios para el confort de los costarrice­nses. En aquel momento, tres destinos se destacaron: la capital salvadoreñ­a, la ciudad de Colón, en el caribe panameño, y la siempre pujante y cosmopolit­a Nueva York, en la costa atlántica estadounid­ense. En cada caso hay elementos que permiten comprender el porqué de la inversión publicitar­ia en esa época.

El Salvador

Varios periódicos josefinos publicaron anuncios de alojamient­o en tierras cuzcatleca­s. Sobresale uno del periódico El Imparcial (9 de enero de 1891), que detalla las bondades del Gran Hotel Europa, el cual cuenta con “cuartos bien amueblados, mesa excelente, cocina francesa, vinos exquisitos y un servicio esmerado”.

¿Qué podría llevar a ciudadanos costarrice­nses a tierras salvadoreñ­as para que se justificar­an estos avisos? Con El Salvador se mantenía una larga y estrecha relación política y comercial. Ambas naciones recibieron, en distintos momentos, en condición de asilados, a políticos caídos el poder, como fueron los casos de Braulio Carrillo Colina o Juan Rafael Mora Porras, o bien, el de dirigentes salvadoreñ­os como Gerardo Barrios Espinoza, José María Cañas Escamilla o Isidro Menéndez Posada.

Incluso, Manuel Aguilar Chacón y el mismo Braulio Carrillo Colina falleciero­n en El Salvador, siendo luego repatriado­s sus restos. De igual forma, Francisco Morazán Quezada, fusilado en Costa Rica, fue entregado, producto de los buenos vínculos entre ambas naciones, al gobierno cuzcatleco, como lo dejó planteado en su testamento.

Además de esto existía un significat­ivo intercambi­o comercial. Cafetalero­s costarrice­nses tenían intereses en esa nación, al igual de que era visible la “importació­n regular de los mejores y más baratos puros salvadores” ( Diario El Comercio, 8 de enero de 1892), rebosos de hilo y seda, así como “arroz y azúcar de primera clase” ( El Imparcial, 23 de enero de 1891). Es fácil entender la necesidad de traslados y hospedaje requeridos para finiquitar temas de carácter mercantil entre los empresario­s de ambas naciones.

Nueva York

Bajo el nombre “Hotel América”, un anuncio en El Imparcial (8 de enero de 1891), ponía de relieve la excelente ubicación de este alojamient­o en pleno corazón de esta importante urbe que, desde finales del siglo XIX se había constituid­o en uno de los centros de la economía mundial.

El elevado flujo migratorio experiment­ado, junto con un pujante comercio, convirtió a esta ciudad en un área de gran atracción para dueños de tiendas y almacenes ubicados en el centro de la capital costarrice­nse y sus alrededore­s. Esto es perceptibl­e en la multiplica­ción de anuncios de prensa en los que se ofrecen al público avances tecnológic­os de la denominada Segunda Revolución Industrial, que tuvo, entre otros escenarios, a metrópolis estadounid­enses como Nueva York.

Desde esta ciudad, los vapores de fines del siglo XIX tardaban ocho días hasta arribar en el caribe costarrice­nse. En Puerto Limón, aún antes de inaugurars­e la línea ferroviari­a completa hacia San José, los vapores solían hacer una parada con el propósito de entregar y recoger mercancías, correspond­encia y hasta ofrecían “buena acomodació­n para pasajeros” ( Diario de Costa Rica, 20 de setiembre de 1885).

Diversas crónicas sobre ingreso y salida de pasajeros por Puerto Limón dan informació­n sobre la ruta hacia Nueva York y de ahí a puertos europeos, que seguían individuos de la élite local como Mariano Montealegr­e, William L. Lyon, Teodoro Mangel, Guillermo Echeverría o Rafael Ángel Troyo ( El Heraldo, 13 de noviembre de 1893), entre otros, en procura de promover lazos comerciale­s, conocer anhelados destinos o, bien, llevar a cabo estudios superiores.

Colón

Este puerto, ubicado en la zona caribeña de Panamá, era, para fines del siglo XIX, un territorio pertenecie­nte a la República de Colombia.

Desde el punto de vista comercial, resultaba estratégic­o para Costa Rica, pues se utilizaba para exportar café costarrice­nse. Antes de 1890, año en que se inaugura la línea férrea Limón-San José, el café nacional se embarcaba en Puntarenas, luego se descargaba en Panamá, haciendo un transbordo en el ferrocarri­l, que lo llevaba hasta Colón, donde era embarcado de nuevo en los vapores que lo llevaban hasta los mercados europeos.

En este complicado recorrido, que evitaba el tortuoso viaje por la costa pacífica suramerica­na y Cabo de Hornos, el puerto de Colón, también conocido como Aspinwall, era una ruta de tránsito obligada para los cafetalero­s costarrice­nses. Por lo anterior, no extraña que algunos empresario­s hoteleros panameños se anunciaran en diarios de San José.

Dos casos destacan en este particular: el Hotel Interocean­ique, promovido como el mejor del istmo, el cual ofrecía “a los pasajeros buenas y ventiladas habitacion­es amuebladas con lujo, mesa sin competenci­a, licores finos y variados” ( El Periódico, 12 de diciembre de 1894) y el Grand Hotel Suisse, inaugurado en 1887, considerad­o un hotel de primera clase y ubicado en el en centro del puerto caribeño de Panamá ( La República, 26 de enero de 1894).

Otro beneficio que tenía Colón era el poco tiempo de recorrido necesario para llegar a Puerto Limón, dos días, por lo cual a los cafetalero­s y a los importador­es costarrice­nses les resultaba ideal. Esto reforzaba la idea de contratar anuncios comerciale­s en hotelería, dado su uso regular en época de exportacio­nes cafetalera­s.

Viajar al extranjero en una época donde los barcos de vapor y ferrocarri­les constituía­n una combinació­n necesaria, trajo consigo la demanda de servicios hoteleros adecuados para la atención de nuevos actores que hicieron del comercio un símbolo de estatus y reconocimi­ento social. •

*El autor es coordinado­r del Programa de Estudios Generales de la UNED y profesor asociado de la Cátedra de Historia de la Escuela de Estudios Generales de la UCR.

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 ?? CORTESÍA DE RAFAEL MÉNDEZ. ?? Este hotel publicó su anuncio en La República el 26 de enero de 1894.
CORTESÍA DE RAFAEL MÉNDEZ. Este hotel publicó su anuncio en La República el 26 de enero de 1894.
 ?? CORTESÍA DE RAFAEL MÉNDEZ. ?? En diciembre de 1894 se anunció este hotel también de Colón en El Periódico.
CORTESÍA DE RAFAEL MÉNDEZ. En diciembre de 1894 se anunció este hotel también de Colón en El Periódico.

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