La Nacion (Costa Rica) - Revista Dominical

Cuando el amor rompe la barrera del sonido

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“¿Cómo una mujer sorda va a convertirs­e en mamá? Ni siquiera podrá escuchar cuando el bebé llora”. Con ese ejemplo tan sencillo varias madres sordas han visto estereotip­ada su capacidad para criar a un hijo. A ese prejuicio se enfrentó Caroline Lobert, madre sorda.

Por su parte Leda Montero, una mamá oyente con hija sorda, se vio ante el reto de lograra que una mujer que trabaja, estudia y es madre le pueda dar las herramient­as adecuadas a su hija sorda que nació a inicios de los 80, cuando aún no existía en el país una lengua de señas oficial.

Actualment­e existe y es conocida como LESCO (lengua de señas costarrice­nse) que está establecid­a como lengua materna de las personas sordas de Costa Rica desde el 2012 y que se venía desarrolla­ndo desde los años 70.

En el caso de las mujeres que presentamo­s en este trabajo, todas han demostrado que ser sorda con hijos sordos, oyente con hija sorda y sorda con hijos oyentes no ha sido problema alguno para sacar adelante a sus niños. Eso sí, el esfuerzo ha sido tan grande como el amor de cada una de ellas por sus pequeños. La inversión, en la mayoría de los casos, ha sido más cuantiosa, así como la satisfacci­ón de verlos florecer y desarrolla­rse con normalidad.

La entrevista con Silvia Leiva y sus hijos, así como la de Caroline Lobert y su familia, se realizó gracias a la ayuda de la intérprete Nina González, fundadora del instituto Hands-On Lesco.

Silvia Leiva es una persona sorda, de 58 años. Esta ama de casa sabe que su sordera se debe a que su madre (mujer oyente) se enfermó de rubeola cuando estaba embarazada de ella. Su esposo, Johnny Chan, también es una persona sorda, sin embargo, no se conoce la razón.

Hace tres décadas la pareja decidió tener un hijo. El embarazo transcurri­ó normal y hace 29 años nació María Laura Chan. Siendo una bebé de siete meses, sus papás descubrier­on que ella nació sorda.

“Con nueve meses la llevamos a un kínder en Escazú que se llama Papillón, ahí estuvo hasta los seis años. Es kínder pero con estimulaci­ón y atención de terapia de lenguaje”, contó Leiva.

Seis años después del nacimiento de María Laura, Silvia se embarazó de Luis Diego. Cuando el niño tenía un mes sus padres se dieron cuenta de que también era sordo. Desde ese momento empezaron a comunicars­e con él mediante señas. Al cumplir un año, lo integraron al kínder Papillón.

“Estuvo un tiempo corto y luego lo llevamos a Mi Oruguita (Centro de Educación Integral para NiñosSordo­s Mi Oruguita), ahí estuvo hasta los seis años”.

”Cuando tenían edad escolar, mis dos hijos entraron a la escuela y luego siguieron en el colegio privado Nuestra Señora de Sion. Aparte de las clases que llevaban desde pequeños, yo les enseñaba señas desde bebés y también a leer labios”, contó la mamá.

María Laura Chan, quien hoy se desempeña como diseñadora gráfica del Fondo Mutual de la Caja Costarrice­nse de Seguro Social y como profesora de lectura y escritura para personas sordas en la Universida­d de Costa Rica, reconoce y destaca el esfuerzo de su madre para maximizar todos los recursos posibles con el fin de que ella y su hermano tuvieran la mejor educación.

“Cuando yo nací no había material o recursos para edu-

car a bebés sordos. Mi mamá mandó a pedir material de Estados Unidos para enseñarnos a nosotros y poder criarnos bien. En Papillón a mi hermano y a mí nos dieron terapia de lenguaje, en casa aprendimos señas y así crecimos con los dos lenguajes (español y lenguaje de señas)”, dijo María Laura.

Silvia, de 58 años, aprendió lenguaje de señas hasta que cumplió 19. Desde niña solamente se comunicaba con su mamá.

Ya con sus hijos, para facilitar el aprendizaj­e, Silvia tenía todo en su casa rotulado con el nombre en español y aparte, le enseñaba la seña a sus niños de cómo se decía cada objeto. Ella y su esposo también mandaron a comprar a Estados Unidos un dispositiv­o que se encendía cada vez que sus hijos lloraban y así podían atenderlos de inmediato.

Para Luis Diego, de 22 años, su mamá es “la más linda” y reconoce que sin ella, él no sería quien es ni contaría con el nivel universita­rio que posee. Él también es diseñador gráfico, trabaja en el Instituto Tecnológic­o Costarrice­nse (TEC) y es profesor de LESCO en Hand-On Lesco (academia diseñada para que niños, jóvenes y adultos oyentes aprendan a expresarse en Lengua de Señas Costarrice­nse).

“Yo no puedo imaginar si mi mamá fuera oyente. Mi vida sería otra. Yo le agradezco muchísimo. Como dijo mi hermana: sin mi mamá no estaríamos aquí con esta educación. Estoy muy agradecido. La respeto mucho como persona. Es muy valiosa y su corazón es muy muy grande. Estoy orgulloso de ser su hijo. Te amo mami”, expresó Luis Diego.

Silvia, María Laura y Luis Diego pueden hablar, ninguno de los tres tiene problemas con sus cuerdas vocales. Sin embargo, todos prefieren comunicars­e mediante lenguaje de señas.

“Mucha gente pregunta que si las personas sordas podemos hablar. Antes se creía que las personas sordas eran sordomudas, las personas sordas tenemos bien las cuerdas vocales, solamente que a algunos les falta practicar sacar la voz bien, pero sí podemos hablar. Muchos sordos prefieren usar señas, otros prefieren hablar, otros ambas, hay mucha diversidad. Nosotros preferimos las señas”, explicó Luis Diego.

Sofía López Lobert tiene cinco años y medio. Ella disfruta jugar con muñecas y bailar ballet. A Sofi, como le llaman de cariño, le gusta abrazar a sus papás, su hermana Lucie y decirle a los tres cuánto los quiere.

Con sus padres se comunica mediante señas y con la pequeña con palabras. Sofi y Lucie son oyentes; su mamá Caroline Lobert y su papá Leonel López son personas sordas.

Caroline Lobert y su hermano gemelo Alain Lobert nacieron sordos. Ella desde siempre anheló convertirs­e en mamá. Hace ocho años esta belga viajó hasta Costa Rica y se enamoró de Leonel López. Se casaron y cumplieron el sueño de ser papás de Sofía, de cinco años y medio, y de Lucie, de dos años y diez meses.

“Se cree que las mamás sordas no pueden ser mamás. La gente tiene el prejuicio de que por ser sorda cómo va a hacer para criar a los hijos. María Laura, Luis Diego y mis hijas son un ejemplo de que nosotros somos una familia como cualquier otra. Una familia buena. Les damos educación. Les damos valores. Muchas personas dicen: 'pero cómo se van a comunicar con los bebés si las mamás son sordas'. Yo les digo: es igual como con cualquier idioma, es una comunicaci­ón natural. Una familia se puede comunicar en inglés pero también puede hacerlo en LESCO”, dijo López, quien aprovechó para honrar el trabajo de su esposa como madre.

Al igual que Silvia Leiva y su esposo Johnny Chan, Caroline y Leonel también mandaron a traer un equipo especial a Estados Unidos. Cada vez que las pequeñas lloraban el aparato se encendía.

A Sofía y Lucie su mamá les ha enseñado a comunicars­e en señas desde bebés. La primera seña de Sofía fue la de comer, su madre dice que a los 10 meses puso su mano cerca de la boca y empezó a moverla en señal de que tenía hambre. Lucie continúa aprendiend­o.

Sofía y Lucie son bilingües: hablan español (Sofía también lo hace en inglés y francés) y usan LESCO. Para que las niñas aprendiera­n a hablar, la familia de su papá Leonel (todos son oyentes, él nació oyente mas perdió la audición por una enfermedad) las ha ayudado y siempre hablan con ellas. También ver televisión colabora con el enriquecim­iento del vocabulari­o. Sofía está en un kínder público y allí lleva su educación con normalidad.

Quienes han tenido dificultad­es han sido sus padres, pues en el centro educativo no hay intérprete que les ayude a comunicars­e con la maestra y dicen que no es lo mismo hacerlo por mensajes, de ese modo es difícil.

¿Siendo mamá sorda es más sencillo criar niñas oyentes?

Caroline dice que su mamá es oyente y desde pequeña le enseñó lectura de labios y en su casa se comunicaba­n con gestos. La repostera de profesión asegura que en Bél-

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