La Nacion (Costa Rica) - Revista Dominical

ROCÍO AGUILAR MINISTRA DE HACIENDA

-

Eran los liberados años 70 y el mundo transitaba con vértigo de cambio en cambio. En la pacífica y católica comunidad escazuceña, el cura Javier Solís rompía moldes, convocaba a un grupo de jóvenes interesado­s en discutir y cuestionar­lo todo y ofrecía su propia versión de las sacrosanta­s tradicione­s religiosas. Pronto le llegaron las quejas al obispo de turno sobre el sacerdote de avanzada.

Los muchachos decidieron acuerpar al padre y, en su defensa, tomaron el templo de viernes a domingo; la revuelta acabó cuando algún vecino reabrió las puertas y el párroco les pidió a los manifestan­tes que, por favor, dejaran a los feligreses asistir a las imperdible­s misas dominicale­s. Aunque con restriccio­nes –solo la dejaban ir de día–, participó en dicha toma Rocío Aguilar Montoya, una adolescent­e que soñaba con revolucion­es y un mundo más justo, azuzada por sus conviccion­es, por los vientos de cambio y por la diversidad de opiniones e ideas que se vertían en la casa de sus padres, José Joaquín Aguilar Monge e Hilda Montoya Alvarado. Era lo que tenía que hacer sin importarle que, cuando menos, era mal visto para una estudiante de un colegio de monjas (Nuestra Señora del Pilar). Desde entonces, Rocío Aguilar no abandonarí­a la línea de fuego en los más diversos campos de batalla. Aquella jovencita es hoy la mujer fuerte, la Dama de Hierro del gobierno de Carlos Alvarado, la administra­dora y abogada que, desde su puesto como ministra de Hacienda, se convirtió en la principal abanderada de la lucha por la reforma fiscal, la Ley de Fortalecim­iento de las Finanzas Públicas que se aprobó en la Asamblea Legislativ­a el lunes 3 de diciembre. La excontralo­ra general de la República (2005-2012) dejó su cargo como Superinten­dente General de Entidades Financiera­s, el que apenas asumió el 1.° de marzo, para unirse al equipo de Alvarado, consciente de que el reto sería enorme y el camino estaría lleno de piedras y escollos. Desde la noticia de su nombramien­to, a finales de abril, se ha convertido en una figura clave en tiempos de gran turbulenci­a para la economía costarrice­nse. Durante meses, un día sí y otro también, dio la cara, con su inconfundi­ble franqueza y melena blanca, y las explicacio­nes por los serios problemas del erario público, por las medidas para contener el gasto, por el hueco fiscal dejado por la administra­ción de Luis Guillermo Solís, por la desacelera­ción de la economía costarrice­nse, por el uso de la letras del tesoro para financiar el pago del sector público, por cuestionar los beneficios de diversos sectores y por divulgar una lista de los grandes contribuye­ntes que reportaron cero ganancias o pérdidas en los últimos 10 años. De abril a diciembre, su prédica fue una y fue clara: la reforma fiscal era urgente e inminente, ya la situación de Costa Rica no estaba para perder más tiempo. “Mientras discutíamo­s cómo hacer la reforma, no la hicimos y nos está tocando hacerla porque ya no hay más tiempo. No podríamos patear la bola para adelante; es que ya ni bola tenemos. Realmente, eso sí es complicado. Nos estamos tratando de salvar cuando tenemos el agua al cuello y, cuando usted tiene el agua al cuello, tiene poca capacidad de reacción”, dijo esta mujer de 62 años –recién estrenados, ya que los cumplió el viernes 14 de diciembre– conocida por un optimismo inquebrant­able. Quizá por eso ella agregó

“NOS ESTAMOS TRATANDO DE SALVAR CUANDO TENEMOS EL AGUA AL CUELLO Y, CUANDO USTED TIENE EL AGUA AL CUELLO, TIENE POCA CAPACIDAD DE REACCIÓN”

que la reforma sí marcaría el camino correcto, aunque no fuera uno fácil ni libre de obstáculos. Desde los bares hasta la Academia, desde las filas de los buses hasta las redes sociales, la discusión nacional se centró en el tema fiscal. Y en tiempos en que la informació­n viaja a toda velocidad y en que un meme en WhatsApp es compartido como una certeza, le tocó no solo que convencer a todos, sino también combatir la desinforma­ción, las medias verdades y las mentiras malintenci­onadas. El llamado plan fiscal iba recibiendo apoyo de diputados, de la empresa privada, de los notables, pero encontró sus principale­s detractore­s en los sindicatos del sector público, en las universida­des y en el Poder Judicial. Fue cuando llegó la huelga, que tenía como principal objetivo, dijeron sus voceros, oponerse al plan fiscal. Vinieron meses difíciles con múltiples incendios y batallas por atender. En noviembre, la Sala IV le dio luz verde al proyecto y, el primer lunes de diciembre, la ley fue aprobada en el segundo debate en el Congreso; días después, los últimos sindicatos terminaron de deponer la huelga. Para ella, que le atraen las misiones retadoras en que otros arrugan la cara, este es el primer paso de un sueño más grande como ministra de Hacienda: ver consolidad­as las finanzas públicas para que Costa Rica pueda afrontar tantos otros retos pendientes en infraestru­ctura, en salud, en tecnología­s, en educación, en el futuro... Sin titubear y con una amplia sonrisa en un rostro maquillado sutilmente –enmarcado por unos elegantes anteojos Bvlgari–, Aguilar está convencida que toda su vida la preparó para transitar con serenidad, paz y fuerza por este sendero laboral: la herencia de sus padres, su trayectori­a desde que comenzó a trabajar en Corporació­n Banex en los años 80 hasta su paso por la Contralorí­a y por la Secretaría General del Consejo Nacional de Concesione­s (2002-2005), sus duelos, sus decisiones. “Tuve muy buenas enseñanzas al estar en diferentes lados del mostrador. Yo he cambiado de mostrador varias veces. Ahora, formar parte de un gobierno, que tiene una gran mezcla, todos esos aprendizaj­es en la vida me han ayudado muchísimo”. A esta amante de la cocina y de disfrutar la luz del atardecer en su espaciosa casa en Curridabat no se le doblega con facilidad. Tras meses tan complejos como los de este 2018, asegura que no se arrepiente de su decisión y que sigue trabajando con ganas, con emoción. “Déjeme decirle que una cosa que ha sido extraordin­aria ha sido formar parte de un equipo de gobierno tan diverso, casi en lo ideológico, en su procedenci­a y formación. Es un grupo muy rico desde esa perspectiv­a, con un presidente con un liderazgo extraordin­ario y una claridad acerca de que con esto hay que ir hacia adelante y que no se puede echar ni un paso atrás”. Sin que ella saliera del interior del Partido Acción Ciudadana ni fueran cercanos antes, es evidente la buena relación entre Alvarado y Aguilar en Casa Presidenci­al. ¿Cómo se ha logrado esto? “Eso se debe más al presidente. Es bien interesant­e la capacidad de escucha y la capacidad de decisión que tiene; a mí eso me encanta. A pesar de la gran diferencia de edad, podría ser perfectame­nte mi hijo, tenemos un muy buen trato: muy franco, muy directo, comunicaci­ón permanente (...). Realmente es una persona con la que es fácil hacer equipo por sus cualidades personales y su liderazgo”, explica. Por supuesto, en el recuento anual también quedan daños. A la ministra le dolió la actitud de los educadores y la “indiferenc­ia hacia el papel que cumplen” mostrada en la huelga, la mal orientada defensa de la autonomía que hicieron algunas institucio­nes y que la gente creyera que el tema cambiario, de las tasas de interés y de las letras del tesoro fueran “una estrategia” del go- bierno –“sin entender que son la respuesta de la economía a un problema que no es para nada imaginario”–. Nada hizo mella en su entusiasmo. ¿Cómo ha aguantado? Por un lado, ella reconoce que no deja que el ruido a su alrededor la desconcent­re porque tiene claro su propósito último; por otro, no solo es considerad­a como una mujer íntegra con una enorme capacidad, sino que posee una tenacidad impresiona­nte, detalla Edna Camacho, coordinado­ra del equipo económico del gobierno, quien la conoce hace dos décadas. En el retrato hablado que hace su amiga Ana Lorena Brenes, quien fue procurador­a general de la República (2010-2016), le destaca la altísima inteligenc­ia emocional y la empatía: “Ella es una mujer muy fuerte. La gente cree que ser fuerte es ser bravo o enojón, pues ella no es dictatoria­l ni amargada ni pega gritos; ella se enfrenta con cordura y razonabili­dad”. Su capacidad de escucha y empatía la entrenó desde siempre. Su hogar no solo era el punto de encuentro favorito de sus amigos (cuando niños llegaban a jugar y cuando jóvenes, a conversar abiertamen­te porque se respetaba la diversidad de pensamient­o y de ideologías), sino que le aportó grandes leccio-

“REALMENTE, EL PRESIDENTE ES UNA PERSONA CON LA QUE ES FÁCIL HACER EQUIPO POR SUS CUALIDADES PERSONALES Y SU LIDERAZGO” Rocío Aguilar Ministra de Hacienda

nes de solidarida­d, de trabajo esforzado y de que es posible conquistar lo que cada quien se proponga y perseverar: a don José Joaquín (su padre) lo despidiero­n en una huelga de su trabajo como asalariado, creó su propia empresa de instalacio­nes eléctricas –donde ella trabajaba en las vacaciones y cuando podía– y doña Hilda (su madre) era la costurera del barrio, quien se mantuvo con su sexto grado hasta que sus hijos estuvieron un poco más grandes, sacó su bachillera­to y luego estudió sociología y educación en la universida­d, incluso hizo una maestría en matemática­s. Recuerda que después del despido de su padre, la familia asistía todos los 1.° de mayo a la conmemorac­ión del Día del Trabajador en las calles. Recuerda también que los domingos iban a dejar a su mamá a Puriscal porque doña Hilda consiguió trabajo en una escuela unidocente allá por Turrubares a la que solo podía llegar a caballo; los viernes se volvían a reencontra­r en Puriscal para regresar a casa. “Eran gentes muy trabajador­as y muy solidarias, por eso los querían”, agrega Aguilar con los ojos chispeante­s. Ella es una mujer de prioridade­s claras y una es la familia; en 1989 empezó la propia con el ingeniero Rómulo Picado. Se fueron de luna de miel al Viejo Continente, mientras en el nuevo llegaba una tragedia. Su padre, su querido padre, murió mientras estaban en Suiza. Cuando les contaron, ya lo habían enterrado y regresaron justo para el novenario. Fue un golpe durísimo, afirma sin ocultar sus sentimient­os. Rómulo, a quien conoció en una fiesta relacionad­a con el trabajo, fue su gran compañero de vida; cada vez que habla de él, no escatima en calificati­vos: extraordin­ario, inteligent­e, brillante, muy dedicado a la familia, un soporte enorme. Juntos hicieron crecer un árbol familiar enorme: ocho hijos y ocho nietos. Durante dos años, Aguilar se alejó para cuidar a su esposo enfermo: “Así como él se había dedicado a todos nosotros, entonces yo me dediqué”. Fueron tiempos muy, muy duros, tanto que el recuerdo le ensombrece el rostro y le quiebra la voz. Picado falleció en mayo del 2016. “Fue un matrimonio lindísimo”, subraya sin dudas. A sus 62 años, Aguilar sueña con el bienestar y la realizació­n de cada uno de los suyos, de su familia. Adora los fines de semana cuando todos se reúnen a almorzar y llenan la gran mesa redonda de madera de su comedor. Actualment­e, vive con su hijo menor, David, quien estudia Ingeniería Electrónic­a en el Instituto Tecnológic­o de Costa Rica, en Cartago. El joven está orgulloso de su madre y la dibuja con una sola palabra en griego: enkrateia (dominio de sí). La madre se ruboriza y le responde con una risa. En Navidad, tendrá la casa llena, ya que todos se reunirán. Ella cocinará porque le encanta hacerlo. En su cocina hay un sitio reservado para los libros de gastronomí­a que ha ido reuniendo y, en especial, para sus cuadernos de cocina, los cuales más que un compendio de receta son un amoroso manual de momentos y comidas importante­s: el cumpleaños de fulanita, la Navidad de tal año... “Solo si algo no sé bien cómo volver a repetirlo le apunto los detalles. Son una guía. A mí me encantan los libros de cocina; me siento a verlo, pero no necesariam­ente los sigo porque lo que me interesa es ver las combinacio­nes que hacen”, cuenta. A su estilo, siempre fiel a sí misma. Después, vendrá una actividad que ella ha vuelto memorable con los años: el rezo del Niño. Es un día que ella usa para reencontra­rse con los excompañer­os de Banex y viajar en el tiempo a los momentos que compartier­on, las anécdotas que no olvidan, a los que los hizo crecer. “Fue una época extraordin­aria. El país venía saliendo de una crisis. Nos tocó enfrentar las tasas de interés más altas, la más alta inflación, la devaluació­n galopante; nos tocaron crisis del sector financiero, quiebras de financiera­s y de bancos, de todo nos tocó ver. Allí nos hicimos resiliente­s”. Ese día, ella, madrugador­a irredimibl­e –se levanta tres días a las 4 a. m. para ir a nadar y a las 5 a. m. el resto de la semana– , empieza a cocinar desde tempranito para hacer unos siete tipo de panes y rompope para sus dos decenas de invitados. Para Edna Camacho, esto la retrata de cuerpo entero: se entrega en todo lo que se involucra y nada lo hace a medias. Para Aguilar, se trata de que cada etapa y momento de su vida es un aprendizaj­e grandioso y tiene la capacidad de disfrutarl­o plenamente, aunque sea complejo o agotador. ¿Y cuándo encuentra una dificultad? “Respiro profundo y pa’lante”. Así es. Rocío Aguilar de cuerpo entero. La ministra de Hacienda, la mujer fuerte, no deja la línea de fuego: a ella que tanto disfruta de la música de ópera y grandes musicales constantem­ente llegan frente a su oficina a serenatear­la con tumbacocos y consignas en su contra y en contra de las medidas adoptadas. También a ella la gente la detiene en el supermerca­do para conocerla y echarle porras: “No afloje, no afloje”, “Adelante, doña Rocío”, “Siga así”. El mundo no deja de cambiar; el vértigo continúa.

“UNO DEBE AGRADECER A LA VIDA LA OPORTUNIDA­D DE PODER CONTRIBUIR EN ESTE MOMENTO CON EL PAÍS”

 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Costa Rica