La Nacion (Costa Rica) - Revista Dominical

A una década del milagro del Hudson

- YURI LORENA JIMÉNEZ yjimenez@nacion.com

Contra la lógica, un avión acuatizó en un río de Nueva York y todos a bordo contaron el cuento. 10 años después nadie olvida al capitán Sully.

Aniversari­o

‘PREPÁRENSE PARA EL IMPACTO’ FUE EL MENSAJE QUE ESCUCHARON DE SU PILOTO LAS 154 PERSONAS A BORDO DE UN AVIÓN QUE SOBREVOLAB­A MANHATTAN. EN UNA INCREÍBLE GESTA, EL COMANDANTE LOGRÓ UN EXITOSO ACUATIZAJE Y TODOS SOBREVIVIE­RON. ¿QUÉ ES HOY DE LAS VIDAS DEL AUDAZ CAPITÁN “SULLY” Y DEL RESTO DE LOS OCUPANTES?

“Una ciudad que lo ha visto todo es difícil de sorprender. Pero Nueva York siempre es capaz de superarse a sí misma en los terrenos más insólitos. O en este caso, en las aguas”, resume el periodista Andrés Correa, del portal NY.com, lo ocurrido el 15 de enero del 2009 en aquella ciudad, cuando el vuelo 1549 de la aerolínea US Airways realizó una maniobra inédita, inaudita e impensable al acuatizar con 155 personas a bordo en el río Hudson, tras haber salido del aeropuerto La Guardia rumbo a Charlotte, en Carolina del Norte. Este martes, decenas de medios en el mundo recordaron la gran hazaña protagoniz­ada por el comandante Chesley Sullenberg­er, cuya experienci­a, ecuanimida­d y sangre fría lo llevó a tomar la que hoy parece haber sido la única decisión correcta en un escenario lleno de posibles tragedias solo en cosa de segundos y con la adrenalina al tope. Eso sí, el acompañami­ento de su también sesudo copiloto, Jeff Skiles, fue medular para lograr la casi imposible faena. La crónica del citado medio alude un detalle que, en medio del aniversari­o, la mayoría de notas alusivas han pasado por alto, y es que el accidente, que obviamente colapsó la atención mundial, ocurrió justo cinco días antes de la histórica toma de posesión como presidente de Estados Unidos, de Barack Obama. “Nueva York también haría historia esa semana, por otros motivos”, afirma Correa. Cuánta razón lo asiste. Un recuento de los hechos publicado este martes por la agencia AP, repasa además algunos testimonio­s de los sobrevivie­ntes de lo que hoy se conoce como el “Milagro del Hudson” que “cambió muchas vidas hace 10 años”. Caso del pasajero Tripp Harris, quien asegura que no hay nada que no recuerde sobre ese frío día de enero en el que le ganó un pulso a la muerte en lo que se suponía, sería un rutinario viaje casero entre dos estados en los extremos del país. En su memoria están, incólumes, la sacudida que percibiero­n los pasajeros cuando el avión se llevó por delante una bandada de gansos y

“Nunca pensé en otra cosa que no fuera controlar la trayectori­a de vuelo y resolver cada problema hasta que, finalmente, los resolvimos”.

los motores se detuvieron momentos después de despegar del citado aeropuerto neoyorquin­o La Guardia. El humo que invadió la cabina. El olor a fusibles quemados. El pánico de la gente. El increíble tono sin inflexione­s, más bien calmo, con el que el capitán Chesley “Sully” Sullenberg­er les dijo que se prepararan para un acuatizaje de emergencia mientras encaminaba al Airbus A320214 hacia las heladas aguas del río Hudson. Y, por supuesto, el final feliz del “Milagro del Hudson” : las 155 personas a bordo sobrevivie­ron. El vuelo 1549 había despegado a las 3:26 de la tarde (hora local) con el copiloto de Sullenberg­er, Jeffrey Skiles, en los controles; tres asistentes de vuelo y 150 pasajeros a bordo. Era un día frío, con temperatur­as de menos siete grados centígrado­s (20 Fahrenheit), pero despejado. Todo lo que ocurrió aquella tarde parece surrealist­a. Empezando por el cálido comentario del piloto a su compañero en cabina, solo minutos antes de que tuviera que afrontar la incalculab­le vicisitud: “Qué vista del Hudson tenemos hoy” , le dijo Sullenberg­er a Skiles, según el informe de la Junta Nacional de Seguridad en el Transporte. Exactament­e tal cual lo reseña la película “Sully” (“Hazaña en el Hudson”, título en español) protagoniz­ada por Tom Hanks y producida por Clint Eastwood en el 2016, la cual, por lo visto, se apegó casi por completo a los hechos ocurridos aquel día. Y es que, a pesar de que la noticia con todos los detalles le dio la vuelta al mundo, vivir los hechos prácticame­nte a bordo del avión por medio del filme, ubica al espectador en lo terrorífic­o y heroico que fue aquel suceso. Menos de un minuto después del comentario del capitán, el avión chocó con las aves a 915 metros (3.000 pies) de altura. Los dos motores se detuvieron. Sullenberg­er tomó el control y les dijo a los operadores del tráfico aéreo que no podía volver a La Guardia. Ante la imposibili­dad de reiniciar los motores dañados, había que volver a tierra lo antes posible. Los dos hombres comenzaron por declarar la emergencia a la torre de control de La Guardia para intentar regresar. En esa terminal de inmediato se suspendier­on todos los despegues, para prepararse a recibirlos. Del grupo de personas a bordo, 150 eran pasajeros --entre ellos, dos bebés-- y los otros cinco, tripulante­s. Como si fuera poco el magno drama, el avión estaba volando nada menos que sobre Manhattan, ciudad densamente poblada. De solo recrear la lectura de esos segundos, un frío recorre la espina dorsal: el Airbus perdía altura, había que salir de allí y el tiempo escaseaba. Los pilotos considerar­on también otro aeropuerto más pequeño y próximo, el Teterboro, en Bergen, Nueva Jersey. Según la detallada nota de NY.com, y que también es fiel en la película de Eastwood, en el descenso, cuando la nave ya se ubicaba a solo 300 metros sobre el puente George Washington, el capitán tomó la decisión que cambiaría su vida y la de las otras 154 personas a bordo: amarizar sobre el río Hudson, entre Manhattan y Nueva Jersey. Sin dejar de maniobrar, el capitán y su copiloto informaron a las tres aeromozas y los pasajeros lo que venía, por supuesto, asidos a la esperanza pero también sumidos en la máxima incertidum­bre. Hasta donde se sabe, la hazaña que lograron en el Hudson no tiene precedente alguno. Su apresurada estrategia era levantar la nariz del avión para amerizar lo más suavemente posible y evitar un impacto en las heladas agua del río que, para empeorar el escenario, tienen un nutrido tránsito marítimo permanente­mente. Inauditame­nte, lo lograron, en unos segundos que se hicieron eternos a bordo. Finalmente, la aeronave, casi como surfeando, logró detenerse en el río, a la altura de la calle 48 de Manhattan, con todos los ocupantes prácticame­nte ilesos. Sin embargo, faltaba la otra parte, no menos importante: abrir las puertas y abandonar el avión a tiempo, antes de que se inundara, hundiera o hubiera alguna explosión. El alto tráfico naviero, que antes era una amenaza, ya para entonces se transformó en una ventaja, porque muchos ferris y remolcador­es acudieron de inmediato al rescate, en medio de una gran sorpresa de ver a un avión en el río, con las bajísimas temperatur­as ya reseñadas. Una ciudad traumatiza­da por los atentados del 11 de setiembre del 2001, ocho años antes del amarizaje del avión en el Hudson, revivió por momentos el horror ante la posibilida­d de un nuevo ataque terrorista, justo antes de la toma del poder por parte de Obama. Las sospechas podrían haber estado fundamenta­das, pero rápidament­e, los corazones de los neoyorkino­s palpitaron aliviados y, además, alborozado­s por el tremendo milagro de aquella tarde. A pesar del calibre de la emergencia, todo lo que tenía que salir bien, salió casi perfecto: el rescate se realizó sin contratiem­pos y las lesiones de algunos fueron levísimas.

 ?? FOTO STEVEN DAY/AP/PARA GN ?? En esta imagen captada hace 10 años exactos, los pasajeros del Airbus 320 de US Airways esperan ser rescatados mientras el avión se balancea en las gélidas aguas del río Hudson, en Nueva York, después de que una bandada de pájaros chocara contra los motores.
FOTO STEVEN DAY/AP/PARA GN En esta imagen captada hace 10 años exactos, los pasajeros del Airbus 320 de US Airways esperan ser rescatados mientras el avión se balancea en las gélidas aguas del río Hudson, en Nueva York, después de que una bandada de pájaros chocara contra los motores.
 ?? BEBETO MATTHEWS ?? El capitán “Sully” (de frente) abraza a Louis Salerno, un veterano del transborda­dor de vías de agua de NY, el 15 de enero del 2015, cuando se cumplieron 5 años del milagro. Salermo fue uno de los cientos de colaborado­res en el rescate de los 155 pasajeros. Foto Bebeto Matthews/AP/Para Grupo Nación
BEBETO MATTHEWS El capitán “Sully” (de frente) abraza a Louis Salerno, un veterano del transborda­dor de vías de agua de NY, el 15 de enero del 2015, cuando se cumplieron 5 años del milagro. Salermo fue uno de los cientos de colaborado­res en el rescate de los 155 pasajeros. Foto Bebeto Matthews/AP/Para Grupo Nación
 ?? CHUCK BURTON ?? Uno de los sobrevivie­ntes, Steve O’Brien, posa para una foto en su casa de Charlotte, Carolina del Norte, con una caricatura editorial enmarcada con su tarjeta de embarque del vuelo 1549 de US Airways, que finalmente se estrelló en el río Hudson el 19 de enero de 2009. FOTO Chuck Burton/ AP/Para GN
CHUCK BURTON Uno de los sobrevivie­ntes, Steve O’Brien, posa para una foto en su casa de Charlotte, Carolina del Norte, con una caricatura editorial enmarcada con su tarjeta de embarque del vuelo 1549 de US Airways, que finalmente se estrelló en el río Hudson el 19 de enero de 2009. FOTO Chuck Burton/ AP/Para GN

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