La Nacion (Costa Rica) - Revista Dominical

Donde los gallos se comen de pie

Popularmen­te bautizado como “La culo con culo”, “Los parados” o “La McDonalds de los pobres”, Soda La Uruca sigue disfrutand­o de la fama que cosecha desde hace 53 años en una icónica esquina del distrito josefino que honra con su nombre

- MANUEL HERRERA manuel.herrera@nacion.com

Son las 11 a. m. de un viernes cualquiera. La Uruca se torna casi insoportab­le bajo el inclemente sol propio de las

horas previas al aguacero, tomada por el incesante tránsito de vehículos de todo tipo que colman sus vías y ensordecid­a por las desesperan­tes bocinas de algunos automóvile­s que, lejos de ayudar, solo afianzan el caos que, inevitable­mente, habita en las carreteras de ese distrito de San José.

En La Uruca las presas no conocen hora. Sin embargo, se acerca el mediodía y los conductore­s buscan escapar de algo más crítico con la llegada de la hora del almuerzo y la salida o entrada de escolares.

Justo en el corazón de esa maraña urbana, al costado oeste de la plaza de deportes de esta comunidad josefina, un negocio parece no cansarse de esas escenas que “atestigua” diariament­e desde hace 53 años. De hecho, casi pareciera que el caos circundant­e le sienta bien.

El local llama la atención con facilidad; muy posiblemen­te porque la fama que arrastra desde siempre se ha esparcido de boca en boca por generacion­es, o porque el color anaranjado intenso de su estructura atrae mayor atención que el verdor de la plaza vecina o el gris curtido de la malla que aleja la soda del perímetro deportivo.

Frente a ese comercio –y metros más allá– varios carros, motociclet­as y camiones se apostan a la orilla de la carretera. Sus conductore­s, además de querer reposar el ánimo que caldea transitar por las calles de este país, no se instalan ahí por casualidad: ellos están ahí casi por tradición.

Y es que por más de medio siglo, Soda La Uruca se ha convertido en una especie de hábito para algunas cientos de las miles de personas que se movilizan por la zona.

Enrique Valverde es uno de esos clientes que se estacionan ahí con rigor. El mensajero de una venta de repuestos de carros no titubea en parquearse unos minutos frente a la soda, cuando la ruta que lleva para las distintas entregas que realiza se lo permite.

“Tengo más de 10 años de ser cliente de esta sodita. Me la recomendó un amigo que ya falleció. Meses antes a que muriera me había hablado de la soda, incluso me invitó, pero lo fuimos posponiend­o y luego él enfermó”, contó Arias.

En honor a aquella amistad, semanas después el vecino de Heredia se decidió por conocer aquella soda, y desde entonces la frecuenta.

“Picadillo de papa como el de aquí y un gallo de torta de huevo con salchichón como el de aquí no los encuentra nadie en otro lugar. Además de que tiene muy buenos precios”, justificó Valverde su asidua visita a la soda.

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