La Nacion (Costa Rica) - Revista Dominical
El hábito no hace al monje pero la vestimenta que usó la atleta Andrea Vargas en su triunfo en los Juegos Panamericanos puso a la fábrica familiar generaleña ‘Physical Zone’ en el ojo del país y allende fronteras también.
Los pueblos lejanos a la capital no siempre reciben suficiente atención de los medios, hasta que la grandeza de una persona ilumina todo lo que tiene alrededor. Eso lo saben bien Nery Brenes y Andrea Vargas, los últimos dos medallistas de oro que ha tenido Costa Rica en los Juegos Panamericanos.
Además de portar la bandera de Costa Rica, los dos atletas siempre han alzado el nombre de sus pueblos: Limón y Puriscal, respectivamente.
Uno se puede imaginar lo mismo de Pérez Zeledón, una ciudad que suena lejana a la vida del Valle Central, pero que encierra uno o dos secretos que maravillan . Desde allá, a solo unos kilómetros del centro de San Isidro hay una fábrica que tiene unos 30 años de vestir a los atletas de la zona y a los campeones ya mencionados.
Se trata de la casa de Physical Zone, una marca de sello nacional que ha vestido a distintos atletas del país, entre ellos a Andrea Vargas.
Cuando el pasado 8 de agosto la atleta puriscaleña se paró en el podio como ganadora delos 100 metros con vallas, fue notorio que sus competidoras vestían ropa de marcas extranjeras. En cambio, Vargas no tenía un logo tan conocido en su chaqueta. En su traje de competencia, tampoco se notaba alguna marca conocida.
Lo que nadie se esperaba fue que la campeona, que se ganó un boleto a los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, estaba vistiendo una marca costarricense, de Pérez Zeledón.
Physical Zone es el nombre de la marca escogida por la Federación Costarricense de Atletismo para representar al país, una que fue creada por una empresa familiar en el Valle del General.
Viajamos hasta Pérez Zeledón a conocer la historia de la empresa que ha acompañado a los atletas ticos en sus victorias.
DE 7 MÁQUINAS A CIENTOS
Al mencionar que el uniforme de Andrea Vargas se realizó en Pérez Zeledón, la mayoría se imagina un pequeño rincón con algunas costureras y un trabajo artesanal.
Lo que no se se espera nadie –ni el equipo de Revista Dominical que visitó la zona– es que en el corazón del Valle del General se encontraba una fábrica de primer mundo, con cientos de máquinas de