La Nacion (Costa Rica) - Revista Dominical

Algunos personajes devoran a los actores, más si son niños y la industria los explota y desecha. El chico de ‘E.T.’ no perdió el rumbo al dejar la infancia pero tampoco escapó de su papel más reconocido.

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¡Es mío, es mi mejor amigo, no se lo pueden llevar!”. 11 palabras, dichas en pocos segundos, en medio de pucheros, le dieron el papel de su vida y lo convirtier­on en el niño fetiche de varias generacion­es.

La prueba le salió fácil. Recordó como un vecino mató sin piedad a su perrito. Todos en el escenario “sacaron el violín”; hasta el flemático Steven Spielberg aflojó una furtiva lágrima.

El actor favorito de Marci Liroff –encargada del elenco– resultó un mandón que no congenió con los otros chiquillos. Faltaba poco para iniciar la producción, así que oyeron el consejo de Jack Fisk y probaron con Henry Thomas.

Apenas tenía diez años; su única referencia era la película El mendigo. Viajó con urgencia desde Texas –donde nació el 9 de setiembre de 1971– a Los Ángeles y ahí, sentado en una silla, interpretó a Elliott el compinche de ET: el extraterre­stre.

Improvisó el momento en el cual un esbirro de la NASA acudió a su casa, para secuestrar al alienígena más feo de toda la galaxia; Henry tomó aire, utilizó todo su miedo y ansiedad, y logró el empleo.

La cinta, estrenada en 1982, ganó cuatro Oscar y hasta el día de hoy –más allá de todas las berenjenas digitales– es un filme de culto, con un impacto cultural que sacudió hasta la última esquina del universo.

El mismo ET regresó a su planeta confiado en que a Henry lo acompañarí­a el éxito y sería una estrella sin parangón, dado su iniguablab­le talento.

A Thomas le dieron chance en papeles de relleno en Leyendas de Pasión, como – Samuel– el hermanito baboso de Brad Pitt, y en Pandillas de Nueva York, como Johnny Sirocco, el carterista y ladrón amiguis de Leonardo Di Caprio.

Y eso fue todo para Henry, quien pasó de Mozart a Salieri, en menos de lo que un tartamudo repite un trabalengu­as.

LA MALDICIÓN

Es una redundanci­a decir que Hollywod es una triturador­a de carne humana, especialme­nte cebada en los niños actores, a quienes explota sin misericord­ia y después expulsa sus restos a la sentina del cine.

Drogas, muerte, depresión y suicidios fueron el camino que se le abrió –tras una fulgurante fama– a muchas estrellas infantiles, atrapadas en traumas y adicciones.

Si excavamos un poco en el patio trasero de los grandes estudios, podremos encontrar cadáveres exquisitos como el de Bobby Driscoll, Lee Thompson-Young y Michael Mantenuto, quienes acabaron sobre la mesa del forense.

El caso de Henry no es tan drástico, solo que lo aplastó el papel de Elliot y nunca más pudo superarlo, ni darle continuida­d a su promisoria carrera; bien podría atribuirse Al estilo Prince. Cárcel y drogas. La estrella de la factoría Disney, Lindsay Lohan, es adicta a la cocaína, la marihuana, el alcohol y pasó una temporada tras las rejas por sus problemas con los estupefaci­entes.

a la mala suerte el fracaso de algunas de sus cintas.

Así pasó con Valmont. Todo iba de perlas para ser la película del siglo 20, pero el mismo año estrenaron Las amistades peligrosas –ambas basadas en la misma novela– y su obra estelar quedó opacada y solo la vieron quienes la filmaron.

Quedó tan frustrado que mejor probó fortuna con la música y montó su propio grupo de roqueros, la banda The Blue Heelers.

QUERIDO HENRY

Conquistar la gloria a los diez años nubló sus relaciones personales; no supo manejar la atención, ni la fama. Se convirtió en un marginado social, un paria quien pasó de una categoría social a otra, sin ser aceptado y quedó aislado.

Tampoco fue un mártir,

 ?? STEVE DIETL/NETFLIX ?? Thomas interpretó a uno de los personajes principale­s en la serie de terror ‘La maldición de Hill House’, de Netflix.
STEVE DIETL/NETFLIX Thomas interpretó a uno de los personajes principale­s en la serie de terror ‘La maldición de Hill House’, de Netflix.

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