La Nacion (Costa Rica) - Revista Dominical

Cada día es más común ver en el país a perros con chalecos que los identifica­n como animales de asistencia o de apoyo emocional. Aquí le compartimo­s tres historias de canes que llegaron para cambiar, e incluso salvar, la vida de sus dueños.

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fue gratuita, según explica Del Valle, ya que estos perros deben tener ciertas caracterís­ticas, entre ellas, que sea un animal sociable, que no le genere temor el contacto con humanos y, preferible­mente, sus padres también hayan servido en algún momento como perros de asistencia.

“Los posibles candidatos se someten a distintas pruebas físicas, en las que se incluyen los exámenes genéticos, para ver que todo esté bien. También hay que analizar que sea un perro que venga a solventar las necesidade­s del dueño, por lo que en caso de Lari, sabía que tenía que tener un pelaje con textura, que ella pudiera acariciar y le ofreciera serenidad”, explica.

Una vez que el poodle fue “presentado a la familia al mejor estilo del Rey León”, según recuerda la estudiante de diseño publicitar­io, comenzó el proceso de adiestrami­ento –que dependiend­o del perro y de la duración del proceso puede costar unos $4.000 dólares–, y que ya lleva unos cuatro meses y podría extenderse por cuatro o seis meses más. Tanto ella como Del Valle tienen la responsabi­lidad de ir enseñando al animal.

Por ejemplo, Milo puede percibir que a Larissa le está dando una crisis al ver que ella se pasa sus manos por el pantalón, por lo que este se le acerca y busca que ella lo acaricie o juegue con él para que piense en otra cosa.

“Ya he atravesado una crisis con Milo en mi vida y no puedo expresar con palabras la tranquilid­ad que sentí al poder tocarlo y saber que estaba allí, porque me hizo entender que tengo más de un motivo por el cual luchar y no dejarme vencer. Puedo estar triste, sin ganas de salir de la cama, pero saber que tengo esta responsabi­lidad conmigo y con él me alienta a seguir luchando. Míreme aquí, hablando públicamen­te de mi enfermedad con la esperanza de que esto ayude a alguien más”, explicó.

Según explicó Del Valle, la idea es que como parte del entrenamie­nto se recreen los distintos escenarios en los cuales podría desenvolve­rse la joven para así corregir o reforzar el comportami­ento de su perro de asistencia. El psicólogo agregó, además, que cada vez es más común recurrir a este tipo de terapia o ayuda para personas con autismo, enfermedad­es psiquiátri­cas, problemas motores o que tienen discapacid­ad visual o auditiva.

Precisamen­te por esta razón, tanto Larissa como el terapeuta recalcan que es importante que las demás personas entiendan que por más tentador que pueda resultar acercarse a estos perros –que en la mayoría de los casos están identifica­dos con un chaleco especial– para acariciarl­os o jugar con ellos, hay que recordar que están cumpliendo una función y esto los distrae por completo.

“Al principio me sentía mal cuando la gente se acercaba para tocar a Milo y yo les decía que no podían, pero ya me dije a mí misma que no hay razón para pensar así. Creo que es importante también que los comercios, empresas e institucio­nes entiendan que tenemos el derecho de entrar con ellos a cualquier lugar, porque han sido entrenados. Yo tengo una enfermedad psiquiátri­ca que no es visible para otros”, expresó Granados.

Cada tarde, luego de salir de su trabajo, Gloriana Paz se montaba en su carro y lo primero que hacía era colocar su celular sobre el tablero del auto y llamar de inmediato a su mamá, Priscilla Carrillo, quien la acompañaba en el trayecto de regreso a casa, desde La Guácima hasta Barrio Dent.

La joven cuenta que su madre siempre era la primera persona a la que recurría para contarle todo lo que le sucedía, lo que pensaba y hasta lo que la entristecí­a. Era su más grande confidente, su mejor amiga y era algo recíproco, quizás porque ella es la mayor de tres hijos.

Gloriana, de 33 años, recuerda que cuando comenzó a trabajar, decidió que lo primero que compraría sería un perro beagle, con el que

 ?? JOSE CORDERO ?? Larissa Granados tiene 18 años y actualment­e entrena a Milano, su perro de asistencia desde hace seis meses.
JOSE CORDERO Larissa Granados tiene 18 años y actualment­e entrena a Milano, su perro de asistencia desde hace seis meses.
 ?? HERNÁNDEZ LYSALEX ?? Acompañada de su perro Chester, su hija Mónica y su nieto Manuel, la abogada Giselle Retana agradece el dolor por el que atravesó porque puede hablar, desde su experienci­a, de lo importante que es afrontar el duelo.
HERNÁNDEZ LYSALEX Acompañada de su perro Chester, su hija Mónica y su nieto Manuel, la abogada Giselle Retana agradece el dolor por el que atravesó porque puede hablar, desde su experienci­a, de lo importante que es afrontar el duelo.

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