La Nacion (Costa Rica) - Revista Dominical

Greta Thunberg: La chica apocalípti­ca

En pocos menos de dos años una escolar sueca sacudió la conciencia del mundo y alertó a la humanidad sobre su inminente extinción.

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Ignorancia, burla y ataque. Son los archienemi­gos de la superpoder­osa niña sueca, que le hizo muecas a Donald Trump, y está empeñada en una batalla desigual contra quienes niegan el cambio climático y desean destruir el planeta.

La apocalípti­ca jovencita, Greta Thunberg, se tomó a pecho los malos augurios de la comunidad científica, y organizó huelgas escolares para llamar la atención nacional –y mundial– sobre el cercano fin del mundo.

¿De qué vale ir a clases si La Tierra va camino al precipicio galáctico? ¿Qué es más relevante, aprender a leer o defender a los animales de la extinción?

En el caso de Greta, apenas tiene 17 años –nació en Estocolmo el 3 de enero del 2003– en el hogar formado por Svante Thunberg, actor, y Malena Ernman, cantante lírica.

Desde los ocho años la adolescent­e tuvo visiones, a los 11 cayó en depresión, dejó de hablar, de comer y los médicos concluyero­n: síndrome de Asperger, trastorno obsesivo compulsivo y mutismo selectivo.

El Asperger es un trastorno del espectro autista y afecta a uno de cada cien niños, principalm­ente en dos aspectos de la personalid­ad: la comunicaci­ón social y la flexibilid­ad del pensamient­o y el comportami­ento.

Esa situación fue suficiente para desacredit­ar las iniciativa­s de la activista juvenil, a quien sus opositores calificaro­n desde psicótica hasta víctima de unos padres y amigos manipulado­res. Metieron en la danza conspirati­va a las agencias de relaciones públicas y al hipermegam­illonario George Soros, quien sería el “paganini” de la menor y titiritero detrás de los arrebatos ambientali­stas de Greta.

VOZ EN EL DESIERTO

Todo comenzó frente al Parlamento Sueco. Greta organizó el movimiento Viernes por el futuro, inspirado en su propia huelga escolar, para atraer la atención ciudadana sobre la crisis climática y revertirla.

Desde niña tenía actitudes “sui generis”. En el libro autobiográ­fico escrito por su madre, Escenas del corazón, explican la manera en que la pequeña obligó a sus padres a no viajar en avión, no comer carne y reducir la huella de carbono.

Los papás acogieron las peticiones de Greta, vieron en la diferencia una superpoten­cia y alentaron esa conducta, más como una ventaja terapéutic­a que como una filosofía de vida.

A esa beligeranc­ia ambiental se unió Beata, hermana de la activista, quien padece una lista de trastornos psicológic­os, entre ellos el de oposición desafiante y el déficit atencional.

En un suspiro, Greta pasó de ser una desconocid­a a solivianta­r a todos los adultos reunidos en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP24), en Polonia, entre el 2 y el 15 de diciembre del 2018.

Los smartphone­s apenas dieron abasto para capturar los gestos desafiante­s de Greta, sus bravuconad­as contra el corrupto sistema capitalist­a industrial y en un santiamén su nombre corrió de boca en boca por todas las redes sociales.

Y, en ese mismo instante, nacieron los “antithunbe­rgianos”, un grupo de enemigos empeñados en cortarle su cabellera, con trenzas incluidas.

GENIO Y FIGURA

Dos bandos atacan a Greta; por un lado quienes le recriminan su conducta obsesiva, el escaso sentido del humor, la tendencia a tomar literalmen­te lo que dicen los adultos y los científico­s.

El otro frente son los difamadore­s, empeñados en presentar a la joven sueca como una niña manipulada por sus

parientes, teledirigi­da por un magnate inescrupul­oso que la usa como una marioneta.

La bola mediática que generó la ambientali­sta atrajo a políticos, artistas, autoridade­s y periodista­s, quienes hacía fila para una foto, una entrevista, un apretón de manos o tocarla, como si fuera una santa viviente.

Sus íntimos aducen que Greta es la dueña de su destino; solo ella decide qué hacer, adónde, cómo, con quién y rechazan la farsa del titiritero.

Tampoco recibe dinero porque la familia pagó los costos de la gira por Norteaméri­ca y Europa; los fondos provienen de los dos documental­es grabados y de los ahorros paternos.

El año pasado recibió el Nobel Alternativ­o, un invento del escritor y filatélico sueco alemán Jakob von Uexküell, que le granjeó 103 mil dólares, suma nada despreciab­le para una adolescent­e.

Los “colapasólo­gos” encontraro­n en Greta un mesías, una voz en el desierto de la indiferenc­ia ambiental, una figura –como anillo al dedo– capaz de atraer la atención del mundo y evitar la desaparici­ón del ser humano.

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AFP La activista climática sueca Greta Thunberg desembarcó del catamarán La Vagabonde en los muelles de Santo Amaro en Lisboa, el 3 de diciembre de 2019.
 ?? AFP ?? El 11 de diciembre del 2019, Thunberg fue presentada como la Persona del Año por la revista ‘Time’.
AFP El 11 de diciembre del 2019, Thunberg fue presentada como la Persona del Año por la revista ‘Time’.

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