La Nacion (Costa Rica) - Revista Dominical

Kate Moss, la antimodelo de las pasarelas

Pulverizó el reinado de las Claudias, Cindys y Naomis; entró a saco en el mundo de las vanidades con su flacura extrema y una vida nocturna poco edificante.

-

Ni en sus horas más bajas abandonó una fiesta. Ya fuera borracha, oliendo cocaína, o de las mechas con alguna rival, la antimodelo de los años 90 nunca dejó una parranda.

Le decían la chica imperfecta por su cuerpo sin curvas, pechos pequeños, descarnada y a contrapelo de los ideales de belleza, que encasillan a las supermaniq­uíes.

A los 14 años aterrizó en Nueva York, venía de sus vacaciones familiares en las Bahamas y Sarah Dukas, fundadora de la agencia Storm, le echó el ojo; convenció a los padres y creó el mito de Kate Moss.

Si el lector la compara con las curvas despampana­ntes de Claudia Schiffer o Naomi Campbell, encontrará a la Moss escuálida, pequeñita —1,65 m—, huesuda, cabello castaño y ojos marrones, nada que pudiera despertar ningún instinto.

Dukas vio en Kate un lienzo blanco y a las pocas semanas, aquella hija de una camarera —Linda Rosina— y un agente de viaje londinense —Peter Edwards—, irrumpió en la portada de

The Face y conquistó el mundo.

Durante 20 años fue la musa de las pasarelas, brilló en las campañas publicitar­ias, pintores y escultores llenaban sus exposicion­es con figuras de la modelo y esta posó para 300 portadas, tan solo 33 de esas fueron en

Vogue.

Al ascenso mediático contribuyó su dilatada, documentad­a, abultada y escandalos­a vida sentimenta­l, la cual incluyó a músicos, actores y fótografos.

MUSA REBELDE

Con 16 años la obligaron —según ella— a salir en la revista The Face con los senos al viento y tapándose la entrepiern­a con un sombrero de paja, era eso o quedar congelada para siempre en el mundo del modelaje.

“Odiaba mis pechos porque era plana; además tenía un lunar muy grande en uno de ellos. Fue una situación incómoda, obligué al peluquero —el único hombre en la sesión fotográfic­a— a darse la vuelta” recordó una afligida Kate.

Con más experienci­a y años no dudó en salir desnuda, mostrando sin pena sus encantos, ya fuera para publicacio­nes o bien en sus vacaciones.

Y con el tiempo se convirtió en “el vórtice alrededor del que giran todas las fiestas de Londres”, como escribió The Guardian, para referirse a Kate y a su intensa vida nocturna.

La londinense, nacida el 16 de enero de 1974, pasó directo de la niñez a la juventud y de ahí a los 19, cuando Calvin Klein la escogió para protagoniz­ar su campaña publicitar­ia Obsession, en 1993.

A su paso cayeron todos los cánones de belleza; detonó el reinado de las redondeces y voluptuosi­dades e impuso el de las chiquitill­as y el de las flacas, apenas llegaba a las cien libras, puro hueso y piel.

La que menos corre alcanza un venado. Con 46 años bien puestos y casi 30 de carrera es una de las “celebritie­s” más ricas e influyente­s del mundo, si uno le cree a

Forbes.

Más allá del glamour que la rodea, todavía es una niña tímida, que siente nervios cuando llega al set, odia los ejercicios y se arrepiente de la frase que fue su bandera: Nada sabe mejor que estar delgada.

TORBELLINO DE PASIONES

Con su edad muchas modelos viven en un retiro dorado; bien casadas o “arrejuntad­as”, pero ella saca todavía petróleo de su cara, la que conserva intacta pese a los excesos de su vida loca.

Todavía la acecha su archienemi­go mediático, The Mirror, el pasquín inglés al que ganó un juicio, en el 2004, por acusarla de drogadicta; pero un año después publicó en su portada una foto de ella aspirando cocaína.

Fue el Apocalipsi­s. Perdió millonario­s contratos y las

envidiosas colegas la dieron por muerta y enterrada; difundiero­n todas sus miserias, sus amores de arrabal y todas las locuras que compra el vil metal.

Su lista de amoríos es tan extensa como la guía telefónica de Londres; una vez confesó que estar soltera le resultaba “trágico”; ahora encontró reposo en los brazos de Nikolai von Bismarck, 13 años menor, quien la apartó de los vicios.

Entre los más notorios destaca, por derecho propio, Johnny Depp. Ambos se conocieron en el Café Tabac de Nueva York, ella tenía 19 y él 30, vivieron juntos cuatro años y eran la pareja explosiva de los años 90.

Los dos eran ricos, jóvenes, bellos y los paparazis hicieron fiesta con ellos porque se amaban en público sin pudicia, y en privado protagoniz­aban peleas titánicas, con habitacion­es de hotel destrozada­s.

Hoy quedaron atrás los días de rock, drogas y sexo loco; ahora la “chica más perfectame­nta imperfecta”, sigue siendo carne mediática y algo tendrá que el mundo no se cansa de mirarla.

 ?? AP ?? Kate Moss (der.) posó junto a su hija Lila Grace Moss en un desfile de la marca Dior en París.
AP Kate Moss (der.) posó junto a su hija Lila Grace Moss en un desfile de la marca Dior en París.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Costa Rica