La Nacion (Costa Rica) - Revista Dominical

¡ADIÓS, CRI CRI!

Luego de 54 años de existir, la célebre peluquería infantil se ve forzada a cerrar sus puertas a causa de la crisis económica. Su legado queda en generacion­es de pequeños que salieron de ahí con los cortes de moda.

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Ala peluquería llegó Cri-Cri. “¡Qué bueno que vienes!”, le dijo el barbero. “Con esa pelambrera pareces puercoespí­n”.

Mostrando cortesía lo acomodó en uno de esos sillones que dan vueltas y luego muy serio le puso un peinador.

¡Tras, tras, tras! De tres tijeretazo­s.

¡Tras, tras, tras! El pelo le cortó.

¡Tras, tras, tras! Cayeron sus cabellos.

!Tras, tras, tras! Y lo dejó pelón.

El peluquero, Francisco Gabilondo Soler.

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Ya no habrá fotos en los caballitos, tampoco habrá dulces para premiar a los chicos que se portaron bien mientras les cortaban el cabello. El sueño que doña Vilma Llosent y su esposo Luis Marín fundaron el 13 de junio de 1966 y que tres generacion­es de la familia mantuviero­n con vida, se acabó. La famosa peluquería infantil Cri Cri cerró sus puertas.

Una pandemia se interpuso en su historia. No importó que los caballitos de mármol con más de 60 años de existir lucieran como nuevos o que había bisabuelas orgullosas que llevaban a sus bisnietos a cortarse el pelo ahí. Hoy, tanto los caballitos como las tijeras, peines y capas están guardados en una bodega, esperando no quedar en el olvido.

Yelsi Poltronier­i, nieta de don Luis y doña Vilma, tomó la dura decisión de cerrar la peluquería donde ella también creció, donde aprendió el valor del trabajo honrado y de la lucha familiar. Pero esta mujer que vivió entre peluqueras y trabajó desde pequeña barriendo la peluquería junto a su abuelito, no pierde la esperanza de volver al negocio de la familia, aunque se mantiene cauta ante el desarrollo de la pandemia y sus consecuenc­ias económicas y comerciale­s.

Cri Cri fue parte del paisaje urbano josefino durante más de cinco décadas. Su local en las cercanías de la iglesia de La Soledad se convirtió en un referente de la peluquería infantil, gracias al ímpetu de los esposos Marín Llosent.

Ellos llegaron al país en 1966 luego de trabajar en Venezuela. Aquí quisieron emprender, formar una empresa familiar para mantener a sus hijos y lo lograron gracias a una visión innovadora y a una esencia lúdica enfocada en los más pequeños de la casa. En aquellos tiempos en el país solo había barberías y los esposos buscaron la manera de ofrecer un servicio diferencia­do para los chineados de la casa, según contó la nieta.

“En un principio había dos peluqueros y dos peluqueras. Los hombres atendían a los niños y las mujeres a las niñas; los hombres estaban a la izquierda y las mujeres a la derecha de la peluquería”, recordó Poltronier­i.

El sueño de don Luis y doña Vilma logró perdurar por tres generacion­es. Su hija Olga y su nieta Yelsi fueron las encargadas de tomar las riendas del negocio; Yelsi quería seguir la herencia y pasarle a sus hijas la pasión por la peluquería. Pero la pandemia lo impidió.

Las medidas sanitarias que ha tenido que enfrentar el país para evitar el contagio de la covid-19 obligaron al cierre del negocio, que en la actualidad estaba ubicado

JESSICA ROJAS CH.

en Curridabat, dentro de las instalacio­nes del supermerca­do Walmart. Hubo inversión para adecuar el local con lavamanos, compra de implemento­s para la sanitizaci­ón del personal y del espacio, pero también hubo cierres y los clientes ya no llegaban. La peluquería no aguantó los embates de la pandemia.

UN LEGADO

¡Tras, tras, tras! Abrió las tijerotas.

¡Tras, tras, tras! Y luego las cerró.

¡Tras, tras, tras! Con su rayita enmedio

¡Tras, tras, tras! Muy guapo lo dejó.

Algunos niños lloran, no quieren ir, están temerosos de que el señor barbero les quite las orejas y luego la nariz.

Por eso es preciso tener valor, el corte de pelo en la peluquería lo hacen muy fácil sin nada de dolor.

Queríamos que la marca se expandiera para darle oportunida­d a la clientela de tenernos más cerca. La motivación para expandirno­s llegó de la mano de los mismos clientes que nos llamaban y nos preguntaba­n si no teníamos una sucursal en tal lugar o en el otro, nos lo pedían”, recordó.

La primera sucursal que se abrió de Cri Cri fue la de Curridabat, justamente la última que permaneció abierta tras todos los cambios que llegaron con los tiempos.

EL ADIÓS

¡Tras, tras, tras! Que suenen las tijeras.

¡Tras, tras, tras! Que cumplan su deber.

¡Tras, tras, tras! Que caigan los cabellos.

¡Tras, tras, tras! Que vuelvan a crecer.

Hasta hace tres años el local original de San José se mantenía en pie, pero con la construcci­ón del llamado Barrio Chino en ese sector empezaron los primeros problemas, según recordó Yelsi.

“Estuvimos 52 años en ese lugar pero el Barrio Chino afectó mucho, se trajo abajo el negocio porque se hicieron cierres en la zona, se cambiaron las paradas de los buses; la afluencia de clientes ya no era la misma porque no había tantas personas que pasaban por ahí. Se volvió un lugar desértico”, explicó Yelsi.

Cerrar la peluquería que fundaron con tanta ilusión sus abuelos y que con tanto amor la familia mantuvo en pie por cinco décadas fue una de las decisiones más fuertes para Poltronier­i, pero ella tenía muchas esperanzas en el local de Curridabat, donde ya tenían una clientela nueva y también llegaban las familias fieles que los habían acompañado durante toda su historia.

Pero en el 2020 Cri Cri se tuvo que enfrentar a la pandemia, a la crisis económica y a ser parte de uno de los sectores afectados por las restriccio­nes a los comercios. Solo en junio tuvieron que cerrar el local durante dos semanas y en julio fueron tres semanas las que no pudieron atender a nadie.

“La pandemia por sí sola trajo un río revuelto, pero tal vez si nos hubieran permitido trabajar bajo nuestra seguridad y no tener tantas restriccio­nes hubiéramos podido sobrevivir. Nos acogimos a las directrice­s, invertimos en cambios, en seguridad e implemento­s de salud, compramos alfombras sanitizant­es, geles, alcohol, desinfecta­ntes, termómetro­s, mascarilla­s y caretas, incluso para los clientes que no tenían, también más artículos para trabajar y estar cambiando entre cliente y cliente”, explicó Poltronier­i.

La decisión de cerrar definitiva­mente la tomó la administra­dora a finales de julio. “Es doloroso, siento una impotencia grandísima de saber que no puedo cumplir mi sueño más grande que era pasarle a la cuarta generación el legado de mis abuelos”, concluyó.

Cri Cri dijo adiós; ya no hay risas nerviosas y niños y niñas muy guapos al salir de la peluquería. Sin embargo, el legado de la primera peluquería infantil de Costa Rica quedará siempre muy presente en el corazón de los ticos. ¡Adiós, Cri Cri!

 ?? CORTESÍA ?? Al principio la peluquería Cri Cri contaba con dos peluqueros y dos peluqueras. Los hombres atendían a los niños y las mujeres a las niñas.
CORTESÍA Al principio la peluquería Cri Cri contaba con dos peluqueros y dos peluqueras. Los hombres atendían a los niños y las mujeres a las niñas.
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 ?? FACEBOOK ?? Dedicada a los niños desde su concepción, la peluquería infantil Cri Cri estuvo activa por más de cinco décadas. La familia Marín Llosent siempre se mantuvo al frente del negocio.
FACEBOOK Dedicada a los niños desde su concepción, la peluquería infantil Cri Cri estuvo activa por más de cinco décadas. La familia Marín Llosent siempre se mantuvo al frente del negocio.
 ?? CORTESÍA ?? La peluquería se ajustó a los lineamient­os de las autoridade­s de salud para poder seguir trabajando durante la pandemia, pero los cierres de comercios para evitar el contagio de la covid-19 provocaron pérdidas en la peluquería y su cierre.
CORTESÍA La peluquería se ajustó a los lineamient­os de las autoridade­s de salud para poder seguir trabajando durante la pandemia, pero los cierres de comercios para evitar el contagio de la covid-19 provocaron pérdidas en la peluquería y su cierre.
 ?? CORTESÍA ?? Doña Vilma Llosent celebró sus 90 años en la peluquería de sus amores. Junto a ella está Yelsi Poltronier­i, nieta de los fundadores y administra­dora del negocio hasta su cierre.
CORTESÍA Doña Vilma Llosent celebró sus 90 años en la peluquería de sus amores. Junto a ella está Yelsi Poltronier­i, nieta de los fundadores y administra­dora del negocio hasta su cierre.

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