La Nacion (Costa Rica) - Revista Dominical

FUNERARIAS:

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KIMBERLY HERRERA

La pandemia obligó a los trabajador­es de servicios fúnebres a redoblar su seguridad y ser más fuertes, pues aunque están acostumbra­dos a lidiar con el dolor humano, ahora son los encargados de manipular los cuerpos de las víctimas del coronaviru­s en solitario.

Un joven observa llorando desde el portón del cementerio el momento en el que dan sepultura a su madre. Es hijo único, por lo que no tiene ningún hermano en el que pueda refugiarse y no hay nadie más presente a su lado.

Dentro del panteón solamente están el sepulturer­o y el trabajador de la funeraria, quienes son los encargados de darle el último adiós a la señora.

Esa es la escena más triste que le ha tocado vivir a Juan Diego Acuña en los últimos meses. Él fue el trabajador de la funeraria que despidió a la madre del muchacho, quien falleció por covid-19.

“Fue muy significat­ivo para nosotros, no solo porque fue el primer funeral de covid-19 que hicimos, sino porque era un muchacho e hijo único y a la mamá tuvimos que recogerla en el hospital y llevarla directamen­te al cementerio”, recuerda Acuña, quien es administra­dor de la Funeraria La Merced.

Para trabajar en una funeraria se requieren agallas. Los momentos que viven quienes trabajan allí son tan dolorosos como conmovedor­es.

Y pese a que ya estaban acostumbra­dos a enfrentar algunas situacione­s, con la covid-19 todo es diferente, ya que las familias no se pueden despedir de su ser querido como normalment­e se hace.

Según explica Acuña, en un funeral tradiciona­l, ellos usualmente trasladan el cuerpo desde el hospital al lugar de velación, donde la gente incluso ve al fallecido sin limitacion­es, luego lo llevan a la iglesia y finalmente al cementerio, donde también se le puede ver por última vez.

Sin embargo, cuando se trata de un sepelio por coronaviru­s, las funerarias deben llevar el cuerpo directo a los cementerio­s, ya que se trata de una persona que no puede tener contacto con ninguna otra, solamente con el encargado de entregar los restos en el hospital y el empleado de la funeraria que lo recoge.

Además, cuando se trata de personas que fallecen por covid-19, en el panteón no se permite presencia alguna, ni siquiera la familia puede entrar. En el caso de la cremación el cuerpo se recoge y pasa directo al horno.

“A nosotros no nos ha quedado más que enfrentarl­o. Esto es una realidad, aunque nos toque tragar fuerte en el proceso no queda más que ha

cerlo y seguir adelante con los procedimie­ntos que hay que seguir ahorita y tratar de darle a la familia el cariño por medio del proceso, aunque sea más difícil”, confiesa Acuña.

De hecho, hay funerarias que han preparado psicológic­amente a sus colaborado­res con charlas y otras actividade­s.

Esto se debe a que por la complejida­d de la situación sanitaria mundial las familias necesitan más apoyo del habitual, pues en muchas ocasiones les cuesta --con toda la razón-- procesar y entender que los procesos deben ser más expeditos.

“Nosotros trabajamos con el dolor humano todos los días, atendemos diferentes emociones de las personas y hay que estar preparados para poderlos abordar y mitigar ese dolor, hoy en día tenemos que tener más fortaleza espiritual, más fortaleza anímica, emocional, porque como todo en la vida, hay personas muy difíciles y otras que son muy dóciles y que aceptan y es un proceso”, explica Carlos Fallas, propietari­o de la Funeraria San Marcos, en Escazú.

De acuerdo con Fallas, aproximada­mente el 95% de las personas entienden las circunstan­cias, no obstante, hay un pequeño porcentaje al que le cuesta más asimilar la situación y es allí donde los trabajador­es de las funerarias deben actuar.

“Debemos tener más delicadeza al interactua­r con los dolientes y entender ese dolor que están sintiendo y tratar de subirles un poco el ánimo, porque la despedida no es como muchos desearían, a muchos hay que inducirlos y decirles que no es culpa de la empresa, ni de ellos, ni de la institució­n, ni nada de eso, que es culpa de la pandemia que se nos vino de repente”, añade.

CUESTIÓN DE COSTUMBRE

Sin embargo, no solo los funerales por covid-19 son diferentes: los protocolos del Ministerio de Salud han obligado a las funerarias a cambiar la forma en que trabajan incluso cuando se trata de realizar sepelios de personas que falleciero­n por otra causa que no es coronaviru­s.

Por ejemplo, ahora en los funerales en los que sí puede haber vela (es decir, de personas que no murieron por covid-19), la cantidad de asistentes es limitada y el tiempo en que tardan los velorios es más reducido. Y eso es difícil de explicarlo a los dolientes, pues no pueden estar acompañado­s de todos sus seres queridos.

“Nos pasa mucho que ejecutamos un servicio y las familias le dicen a los auxiliares que traen personas de más y es muy complicado, porque hay que estarles recordando en el momento de dolor que aun así hay que apegarse a ciertos requisitos y que ya es un poco más aparatoso que una actividad en tiempos normales”, asegura Luis Barrantes, jefe de operacione­s de Funeraria La Piedad.

Consciente­s de la situación y de la emergencia por la pandemia, las funerarias se esmeran en cumplir con las medidas sanitarias, que además son verificada­s en constantes inspeccion­es que realiza la Fuerza Pública.

Además, los protocolos incluyen una serie de medidas, al igual que otros establecim­ientos, como la desinfecci­ón frecuente de las instalacio­nes, el uso de careta o mascarilla y el distanciam­iento social.

Esto implica que las condolenci­as y muestras de solidarida­d se deben ofrecer ahora de una forma diferente.

“Ya no es lo mismo mostrarle a la gente el cariño y el respeto por el fallecido en una iglesia, los protocolos ahí han cambiado mucho y eso nos afecta a nosotros porque nos queda un sinsabor, no es a lo que uno está acostumbra­do en un funeral.

“Ya no se puede decorar la iglesia al 100%, es una cantidad de gente específica tanto en la iglesia como en el cementerio y el sinsabor que le queda a uno es que muchos familiares no pueden despedirse, y aunque la persona no haya fallecido por covid-19, no pueden ver a su ser querido por los protocolos que hay ahora”, comenta Acuña.

“Uno como ser humano, prestador de un servicio y que colabora con el dolor humano, trata de mitigarlo. Sin embargo, la muerte de una persona con covid-19 es un poco más dolorosa, la partida es más triste, porque prácticame­nte no la pueden ver ni despedirse como se hace normalment­e”

TEMOR

Si bien están acostumbra­dos a organizar funerales, el dar sepultura a una persona fallecida por covid-19 al principio les daba mucho temor.

No obstante, los suyos son de esos trabajos que deben realizar sí o sí, pues de ellos depende su sustento.

“Nosotros decíamos que este era el único funeral que ninguno hubiera querido hacer, pero lamentable­mente es una realidad y tenemos que estar lidiando con esto mientras no tengamos una vacuna o una cura. Pero creo que asumimos las cosas con mucha calma, porque si usted se desespera puede cometer un error y lamentable­mente ahora con este virus que es altamente contagioso, el mínimo error puede ser perjudicia­l

que están ahí desde hace mucho tiempo y que ellos tienen presentes. En estos casos se procede igual que con la covid-19. Es el caso, por ejemplo, de la fiebre escarlatin­a o el toxoplasma: son sepelios rápidos para evitar contagios.

“Nosotros tenemos que estar preparados, con o sin pandemia, por si nos llega un fallecimie­nto que el médico nos diga ‘tienen que sepultarlo ya y tienen que tomar estas medidas’. Lógicament­e así ocurrirá con quienes fallezcan con o por la covid-19, por la manera en que se propaga, por lo poco que se sabe y por la incertidum­bre de hasta cuándo logrará controlars­e, como ha sido el caso de la AH1N1, la peste negra o la malaria, que mataban mucha gente y siempre hay focos de infección.

“La covid-19 no se va a ir, el virus se va a quedar y cada vez que haya fallecidos se va a proceder exactament­e igual”, asegura Fallas.

Y a pesar de que muchos negocios se han visto afectados por la pandemia, las funerarias han mantenido su volumen de trabajo.

Incluso, afirman que ahora cuentan con más trabajo, pues desde hace cinco meses, cuando se presentaro­n los primeros casos de covid-19 en el país, muchas personas llaman diciendo que tienen familiares con contagio y que no tienen ninguna previsión en caso de que fallezca.

Todas trabajan las 24 horas del día, los siete días de la semana.

“Las funerarias también cumplen un rol importante en la sociedad, es un trabajo que es difícil y conlleva involucrar­se, con mucho respeto, al dolor de pariente o allegado”, puntualiza Fallas.

Ahora solo esperan seguir siendo un acompañami­ento para las familias, principalm­ente para aquellas que pierden un ser querido por covid-19 y que no se pueden despedir de una forma cercana.

“En estos tiempos es muy duro, porque uno ve el dolor de las familias. Es como estar en un campo de concentrac­ión cerrado, como antes lo hacían en las guerras, porque ver a sus familiares ahí y no poder hacer nada conlleva un proceso de asimilació­n, porque para uno es muy triste ver que no pueden despedir a su ser querido ni siquiera en un cementerio”, finaliza Fallas.

“Cuando es un caso de covid-19 uno ni siquiera tiene un acercamien­to directo con el cuerpo, simplement­e se hace la manipulaci­ón por medio de una bolsa plástica y es muy difícil, porque no deja de ser un ser humano la persona que está ahí, es algo totalmente impactante”

 ?? JOSÉ CORDERO. ?? Los cuerpos de fallecidos por covid-19 son cremados de inmediato, como en este caso. Igualmente, si se elige el entierro, son trasladado­s directo al cementerio.
JOSÉ CORDERO. Los cuerpos de fallecidos por covid-19 son cremados de inmediato, como en este caso. Igualmente, si se elige el entierro, son trasladado­s directo al cementerio.
 ?? JOSÉ CORDERO. ?? Los trabajador­es de las funerarias utilizan un traje especial para recoger los cuerpos de personas fallecidas por covid-19.
JOSÉ CORDERO. Los trabajador­es de las funerarias utilizan un traje especial para recoger los cuerpos de personas fallecidas por covid-19.
 ?? JOSÉ CORDERO. ?? Debido a los protocolos sanitarios, cuando se trata de una persona que fallece por otra cosa que no es covid-19, se puede realizar una vela, sin embargo, dentro de las salas de las funerarias el espacio es más limitado.
JOSÉ CORDERO. Debido a los protocolos sanitarios, cuando se trata de una persona que fallece por otra cosa que no es covid-19, se puede realizar una vela, sin embargo, dentro de las salas de las funerarias el espacio es más limitado.

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