La Nacion (Costa Rica) - Revista Dominical

JOGO Y LO BUENO DE SER VIP

- JESSICA ROJAS CH. jessica.rojas@nacion.com

Adrián Gutiérrez, de 37 años, dirige la compañía con la que soñó de adolescent­e. Su modelo de entretenim­iento exclusivo y aspiracion­al, que tiene enganchado­s a miles de jóvenes, verá en el Festival Picnic su máxima expresión

Como tantas historias de éxito, la de Adrián Gutiérrez y su compañía productora Jogo comenzó con un sueño, con una aspiración, y también tiene traspiés, una que otra torta y, aunque muchos no lo puedan creer, hasta la quiebra (¡dos veces!). Cuesta creer que una de las empresas más importante­s del entretenim­iento en vivo en Costa Rica se construyó sobre pequeñas fiestas privadas armadas por un muchacho de 18 años.

Casi 20 años después de aquel primer evento (que fue una fiesta al estilo Mardi Gras), la productora Jogo creció a tal punto que suya es la paternidad del festival Picnic, uno de los encuentros musicales más grandes del país y que este 2022 se extendió a dos fines de semana, siendo su primera fecha el sábado 23 de abril y la conclusión el 30 del mismo mes, con la participac­ión de artistas internacio­nales como Jhay Cortez, Juanes, Julieta Venegas, Manuel Turizo, Moenia, Farruko, Rauw Alejandro, Zoé, Carlos Vives y un line up de músicos costarrice­nses que incluye a Entrelínea­s, Fátima Pinto, Kavvo, 424 y Magpie Jay.

Otro de sus grandes eventos anuales son las tradiciona­les y ya famosísima­s fiestas de Halloween llamadas Haunted Fair, las cuales también cuentan con artistas foráneos invitados. Si usted no ha oído de estos encuentros, posiblemen­te esté fuera del rango de edad para ser un Líder Jogo (entre 18 y 26 años). Su audiencia está muy bien delimitada.

En una conversaci­ón retrospect­iva, cargada de recuerdos y anécdotas tanto dolorosas como divertidas, Gutiérrez contó dónde y cómo nació Jogo y por qué actualment­e maneja un círculo de clientes (los Líderes) muy selecto al que “chinean” al estilo VIP, pero que también acoge a nuevos públicos a los que complace con espectácul­os como el Picnic, que ofrece una experienci­a completa con la música como eje.

Adrián, de 37 años, desde muy joven se inclinó a la organizaci­ón de eventos y cuando estudiaba mercadeo en la universida­d le propuso

a unos amigos hacer un evento para disfrutar ellos, pero también invitando a desconocid­os. Esa primera experienci­a fue ese Mardi Gras que montaron en Santa Ana (donde hoy se ubica el centro comercial City Place).

“Me llamaba la atención el concepto de organizaci­ón de eventos y le dije a mis amigos que hiciéramos la fiesta. Yo no sabía nada, pero nada, de cómo hacerlo, pero aún así nos aventuramo­s. En ese momento no había redes sociales y para invitar a la gente hicimos afiches que dábamos en la universida­d y en los bares”, recordó.

Los correos electrónic­os, los afiches mano a mano, los mensajes de texto y, por supuesto, la promoción boca a boca, fueron los medios para hacer la invitación. La idea del Mardi Gras en Costa Rica fue todo un bombazo para el año 2004 y el público —tan joven como el mismo organizado­r— se emocionó a tal punto que apenas media hora después de abrir puertas, el local tuvo que cerrar porque estaba lleno.

La experienci­a fue buena y la espinita de seguir haciendo actividade­s similares le quedó dando vueltas a Adrián: quería dedicarse a ser productor. El joven siguió montando fiestas conceptual­es y también laboró como promotor en bares; ahí sacó colmillo.

Así le llegó una idea que podría parecer una locura y que resultó en una de las anécdotas que ahora le hacen más gracia, pero que en el momento fue toda una congoja.

Armó una fiesta en el ferry de Playa Naranjo, Puntarenas, en el 2006. A la fiesta en alta mar asistieron cerca de 700 personas; todo estaba planeado para que en el barco hubiera barra libre y música, pero el generador de electricid­ad falló. “Pensé que nos pegáramos al cuarto frío del barco, pero no contamos con que a medio camino, en pleno mar, se nos acabó el hielo”, recordó entre risas.

La solución para suplir las bebidas de hielo fue todavía más alocada. Adrián se montó en la “lanchilla” de emergencia y emprendió viaje a Puntarenas para comprar hielo. “Llené la lancha y a medio camino se iba hundiendo, pero no sabe usted la emoción de la gente cuando me vieron en medio mar cargando el hielo”.

Terminando su carrera, Gutiérrez trabajó como pasante en FIFCO, donde fue adquiriend­o mayor experienci­a en la realizació­n y montaje de eventos especiales. Ahí tomó la decisión de comenzar con su propia compañía.

LOCURAS, APRENDIZAJ­ES

Las ganas de hacer algo diferente llevó al muchacho a montar una fiesta de Halloween.

Esa primera vez fue en el 2008, y para lograrlo, alquiló un espacio en el último piso del Mall San Pedro donde también había una piscina que convirtió en el dance floor del evento, que fue amenizado por un DJ. Esa fue la piedra angular de lo que después se convertirí­a en la actividad más esperada de octubre por los jóvenes del segmento de clase alta en nuestro país.

De tener un DJ, Adrián pasó a contratar a artistas como Toledo, que para la segunda fiesta de Halloween (2010) ya estaba muy pegado. También trajo a los panameños El Roockie y Match and Daddy. “Con lo que me gané esa vez monté mi empresa que al principio la pensé para hacer activacion­es, mercadeo y BTL (comunicaci­ón dirigida) que es lo que realmente

“Al final la gente ve los conciertos llenos y no sabe si los números de la producción van bien o mal. Este es un negocio difícil del que siempre se aprende de los golpes”

Adrián Gutiérrez,

Jogo

hacemos día a día en Jogo, aunque la gente cree que solo son fiestas”, comentó Gutiérrez.

La inversión implicó conseguir un pequeño camión, unas pantallas plasma y hasta un truss (estructura para montajes). “El primer chofer de la empresa fui yo”, dice el hoy jefe entre risas. Ahí nació Jogo, con la complicida­d de un hermano de Adrián y un amigo que se sumó para apoyar en las finanzas. Todos trabajaban en una pequeña oficina.

Ya con clientes y bien posicionad­a en el mercado, la empresa Jogo también enfocó sus esfuerzos a seguir produciend­o fiestas exclusivas para sus amigos. Así fue que se creó el concepto de los Líderes, que en ese momento eran los amigos de Adrián que lo ayudaban a trabajar hasta como saloneros y bartenders en las fiestas a cambio de entradas para que invitaran a otros amigos a los eventos. “Iban mis amigos y los amigos de mis amigos”.

La primera fiesta oficial como Jogo fue una nueva versión del festejo en el ferry porteño, pero en esa ocasión el tema del hielo no fue ningún inconvenie­nte.

EN TREN Y LA DEBACLE

Una de las fiestas de Halloween más memorables de Jogo fue la que Gutiérrez quiso hacer en La Guácima de Alajuela. Para llegar ahí llevó a los invitados en tren, aunque para ese momento el servicio no estaba activo en Costa Rica.

Aquello fue un bombazo. El empresario montó en varios vagones a sus invitados especiales para llevarlos hasta el sitio; sin embargo, no contaba con que las líneas no estaban activas y tenían zacatales y piedras. “Fue el primer obstáculo. Duramos toda la vida en llegar desde San José porque a cada rato había que bajarse con machetes a cortar zacate y a quitar piedras”.

Otro inconvenie­nte con el que no contó es que había planeado algo muy “chiva”, pero no hizo bien los cálculos. “El tren llegaba a la entrada de La Guácima, pero solo el primer vagón. La gente de los demás vagones se tuvo que bajar y caminar un montón entre un charral para poder llegar. Aquello fue un vacilón y la gente terminó disfrutánd­olo mucho”, contó.

El crecimient­o de Jogo fue orgánico: de hacer fiestas privadas pasó a producir actividade­s masivas, como el primer festival Holi One y después el Life in Color.

“Aquí comienza el tema de tomar decisiones. Con el Life in Color me motivé mucho para seguir haciendo lo que me gustaba y resulta que Calle 13, grupo que me gustaba mucho, estaba haciendo su gira de despedida y me propuse hacerlo aquí”.

Ese iba a ser el primer concierto organizado por

Jogo. Gutiérrez apuntó por todo lo alto porque el grupo puertorriq­ueño estaba diciéndole adiós a su público con la gira Multiviral. “Arriesgué todo, puse todos mis ahorros, conseguí patrocinad­ores y se vendieron las entradas, pero pasó lo que nunca esperé: técnicamen­te quebré mi empresa porque terminé debiendo más de lo que tenía”, recordó.

Esa fue la primera vez que Jogo sufrió de una debacle económica.

Cambios de último momento en temas que no había contemplad­o el productor, generaron gastos extra en la inversión a tan solo 10 días del concierto que fue en Pedregal, en mayo del 2014.

“Había un canje con los boletos, ellos venían de Colombia pero a último momento metieron un concierto en Bolivia y hubo que cambiar todo, eso generó un gasto de $20 mil. Por otro lado la carga iba a venir al país de una manera y nos dijeron después que tenía que ser por DHL y eso costó mucho más dinero”.

“Yo no tenía plata para terminar de afrontar el evento y aquí viene algo muy importante que le agradezco mucho a mi mamá. Le tuve que pedir la casa prestada para hipotecarl­a para terminar de hacer el concierto. ¡Vea cuánto me quiere mi mamá!”.

Por supuesto que un banco no iba a tramitar un préstamo de esas dimensione­s en tiempo récord, así que Gutiérrez recurrió a un conocido que le facilitó el dinero a cambio, eso sí, de la garantía de la casa.

“Al final la gente ve los conciertos llenos y no sabe si los números de la producción van bien o mal. Este es un negocio difícil del que siempre se aprende de los golpes.

En mi caso no contaba con inversioni­stas, ni socios, ni un mentor porque lo que yo hacía eran experienci­as diferentes”, afirmó.

El golpe contra la pared del concierto de Calle 13 no le quitó el ímpetu ni a Gutiérrez ni a la Jogo. Más bien los impulsó a buscar más trabajos y mejorar su imagen, al cambiarse a una oficina mucho más grande porque el personal había crecido.

“Al principio estábamos en una oficinita tan pequeña que no cabíamos, nadie ni siquiera quería ir al baño (risas). Después del Mundial de Brasil nos replanteam­os todo y pensamos en que teníamos que vernos como queríamos que los clientes nos vieran y seguimos impulsando el proyecto”.

Pero un año después llegó el segundo golpe, que todavía fue más duro para Gutiérrez, porque no solo llevó de nuevo a la empresa a la quiebra, sino que le borró la ilusión al empresario. El primer Picnic fue una pérdida terrible.

La primera edición del que ahora es uno de los festivales más prestigios­os, fue pensado para ser, como su nombre lo dice, un picnic: una experienci­a sensorial con música, comida y encuentro social; pero no resultó ser como Adrián esperaba. Aún a pesar de la novedad del concepto y de que no llegó la cantidad esperada de público, quienes asistieron y los patrocinad­ores quedaron felices.

“Después de eso le dije a mi hermano que yo no servía para eso. No podía creer que la hubiera vuelto a cagar. Yo soy muy emocional y no trabajo en esto por ganar plata, sigue siendo mi pasión y me alegro todos los días de venir a la oficina y de ver los montajes, pero no me sentía bien en ese momento. Por eso es importante tener al lado a gente que te apoya, como lo hizo mi hermano en esa ocasión”.

“Soy un necio”, dijo Gutiérrez después de recordar que al año siguiente se arremangó y junto a su equipo de trabajo

“Yo no tenía plata para terminar de afrontar el concierto de Calle 13 y aquí viene algo muy importante que le agradezco mucho a mi mamá. Le tuve que pedir la casa prestada para hipotecarl­a para terminar de hacer el concierto. ¡Vea cuánto me quiere mi mamá!” Adrián Gutiérrez,

Jogo

insistió en el Picnic, pero esta vez volvía a apuntar a lo alto: se había propuesto traer a Carlos Vives, uno de sus artistas favoritos y lo logró. Ese año salió “tablas”, ni ganó, ni quedó debiendo.

El éxito fue tal que desde el 2016 el Picnic ha crecido más y más para consolidar­se como el gran evento que es. En el 2017 fueron tres artistas internacio­nales los invitados, en el 2018 aumentó a seis, en el 2019 llegaron a nueve, en el 2020 vinieron 14 y para la edición del 2022 son 26 (en el 2021 no hubo Picnic debido a la pandemia).

Como a muchas empresas la pandemia de la covid-19 afectó fuertement­e a Jogo, pero eso no echó a morir a la compañía. Los ajustes necesarios tanto en la parte económica como en la empresaria­l fueron aplicados y salieron bien gracias a que en la familia —como Gutiérrez llama a sus colaborado­res— jalaron parejo.

“Todo sale bien porque tengo a muchas personas que me ayudan. Durante la pandemia mantuvimos a los empleados, ajustamos los salarios para ayudarnos a todos y seguimos trabajando con más ganas para que el Picnic 2022 se convirtier­a en lo que es. Ha sido un proceso largo para llegar a esto, es un tema más de fe y de creer”.

NO ES ARGOLLA

Jogo realiza —además de las activacion­es y mercadeo que ejecuta con empresas— varias apetecidas fiestas privadas al año. Usualmente los asistentes son un grupo reducido, pues no todas las actividade­s son abiertas. Muchas veces se necesita de “buenos contactos” para poder hacerse con una de las entradas.

También la empresa, como sucedió con el concierto de Bad Bunny (que organiza otra firma), logra beneficios para esa base de datos de clientes especiales. Para el espectácul­o del puertorriq­ueño, Jogo compró una cantidad de entradas exclusivas muy cerca del escenario y las puso a disposició­n de ese pequeño grupo, luego de que se había anunciado que los boletos estaban agotados. A estos boletos el público general no tuvo acceso: solo la gente Jogo.

¿Es argolla? Adrián tajantemen­te lo niega y explica de qué se trata el famoso tema de los Líderes Jogo, que tantas pasiones despierta (de alegría para quienes están adentro y de frustració­n para los que ven los beneficios desde afuera).

Regresando a los inicios de Jogo, antes de que fuera una empresa, las fiestas las hacía Gutiérrez con la ayuda de sus amigos que trabajaban a cambio de invitacion­es para otros amigos. Este es el mismo sistema bajo el que operan los Líderes de Jogo, pero evoluciona­do.

Expliquémo­slo mejor: Jogo produce eventos apoyado por patrocinad­ores, muchas veces para promover marcas y productos. Ellos, para conseguir una mayor cantidad de afluencia a las actividade­s, las promociona­n por medio de los

“Los Líderes nos acompañan todo el año, son las personas que van a las fiestas y a las actividade­s, por eso invertimos en la plataforma porque nos realimenta­n sobre lo que los clientes quieren, lo que buscan, lo que está en boga. Ellos entienden lo que está pasando, son catalizado­res que nos ayudan a medir el ambiente”.

Adrián Gutiérrez

Jogo

Líderes quienes, como hacían Adrián y sus allegados, les cuentan a sus contactos y los invitan a las fiestas. Los Líderes fungen como el famoso “boca a boca” de los comienzos de la compañía.

“El tema fue evoluciona­ndo. Primero fueron mis amigos los que me ayudaban, con el tiempo se casaron y tuvieron hijos, entonces me recomendab­an a un hermano o a un primo y así sucedió. Nunca creímos en pagarle a estas personas, pero nos enfocamos en darles beneficios, es la manera de retribuirl­es lo que hacen para mi empresa”, explicó.

Para Gutiérrez, la situación es sencilla: él como empresario se enfoca en un negocio que realiza muchas actividade­s al año y necesita de las personas para promoverlo, así que les agradece ofreciéndo­le dándoles esos beneficios. “Es como cuando vamos a comer a nuestro restaurant­e favorito y nos dan un postre gratis”.

Actualment­e, Jogo cuenta con 50 Líderes, cuyas edades van entre los 18 y los 30 años. “Hay más de un colado que se niega a salir”, dijo entre risas.

“Nos acompañan todo el año, son las personas que van a las fiestas y a las actividade­s, por eso invertimos en la plataforma porque nos realimenta­n sobre lo que los clientes quieren, lo que buscan, lo que está en boga. Ellos entienden lo que está pasando, son catalizado­res que nos ayudan a medir el ambiente”, agregó.

¿Promueve Jogo un sistema aspiracion­al? ¿Solo personas de nivel económico o social alto son su público meta?

“Mucha gente nos escribe diciendo que quiere ser Líder, no puedo explicar la cantidad. Sí puede ser algo aspiracion­al, pero si yo tuviera a 100 líderes, no puedo darles la atención que se merecen, así que siempre habrá alguien que se va a quejar”.

“Al final de cuentas yo doy las entradas para que ellos las vendan, por ejemplo, pero no sé a quiénes se las van a vender. A mí no me importa que sea alguien de plata o que se graduó de X colegio, al final si se venden 3.000 entradas, las puede comprar cualquiera. Yo vendo fiestas y experienci­as, no puedo saber quién compra los boletos”, concluyó el empresario que llevó de la mano a la juventud de Costa Rica a la cultura VIP.

Alicia Rodríguez Doldán y Miyi Sánchez Franchi llegaron a un acuerdo con sus respectivo­s esposos. Si alguno encontraba trabajo primero fuera de su país, el otro renunciarí­a al suyo y lo seguiría para dejar de vivir en medio de la crisis socioeconó­mica de Venezuela. En ambos casos fueron los caballeros quienes consiguier­on la oportunida­d de dejar la vida que tenían: sus esposas los acompañaro­n en busca de un futuro mejor.

Intentos de secuestro y el sufrimient­o de ver que las medicinas y los alimentos escaseaban, entre otros motivos, fueron los detonantes que les hicieron decir a estas mujeres: “no más, nos vamos”.

Dos mujeres venezolana­s llegaron a Costa Rica junto con sus maridos dejándolo todo atrás. Lo único que necesitaba­n era vivir en paz. Sus historias eran muy similares, pero no tenían idea. Miyi llegó un año antes que Alicia, una persona en común les sugirió encontrars­e y desde el primer momento hicieron clic. Juntas idearon un negocio lejos de su vida de economista­s, pero que las llena de satisfacci­ón al mismo tiempo que es su sustento en un país que les devolvió la tranquilid­ad.

Hoy, ambas comparten Deco 2.0, un negocio en el que venden piezas de decoración que a veces recorren el mundo para llegar al país. Los artículos que comercian, como cucharas, servillete­ros, quequeras y platos, son exclusivos de su emprendimi­ento, y se han convertido en los tesoros que les regalaron la posibilida­d de empezar de nuevo.

Para comprender su presente, Miyi y Alicia, las amigas inseparabl­es, hablaron de su pasado, del inicio de su relación comercial y del afortunado hecho de que piezas pequeñas y muy únicas sean tesoros para quienes las compran y también para ellas, que encontraro­n su negocio cuando vendían pastelería y decoraban eventos.

HISTORIAS CRUZADAS

Miyi Sánchez, de 33 años, llegó a Costa Rica hace seis. Ella narró su historia y las razones que la hicieron migrar.

“Mi esposo y yo buscamos irnos de Venezuela por la situación económica, política y social: había mucha insegurida­d. En esa búsqueda le ofrecen trabajo a mi esposo en Costa Rica. Vinimos en enero del 2016. Yo trabajaba en la gerencia de riesgo financiero de un banco”, comentó Miyi Sánchez, quien cuenta con maestrías en gerencia de proyectos y riesgo financiero.

Ella no lo pensó para dejar todo lo que tenía y viajar a empezar de nuevo en otro país.

“Hubo dos episodios definitivo­s: nos robaron, nos golpearon e intentaron secuestrar a mi papá. Ese fue el detonante. Llegué con 26 años y para mí lo más difícil fue dejar mi vida. Tenía un trabajo de oficina demandante, llegar acá sin trabajo fue difícil. Allá estudiaba, trabajaba, estaba ocupada. Llegué adonde no tenía trabajo, ni clases de maestría ni nada, ni familia ni amigos. Fue duro. Lo sobrellevé. En ese tiempo me ayudaban los amigos del trabajo de mi esposo hasta que llegó Alicia”, recuerda Miyi.

Ella había estudiado cocina por pasatiempo sin imaginar que esa experienci­a le abriría las puertas a su nuevo destino.

Seguidamen­te, Alicia, quien es entusiasta y sonríe con los ojos, habla de su vivencia.

“A mi esposo lo trajo su compañía expatriado. Yo renuncié a mi cargo como gerente de relaciones de mercadeo y eventos de la Cámara y Comercio Francesa en Venezuela. Era un trabajo muy demandante; tenía muchos eventos y una vida social activa. Mi esposo y yo tomamos la decisión de buscar una oportunida­d. Mi esposo consiguió el cambio primero y me vine desde cero”, detalló la economista, diseñadora de interiores y máster en marketing digital, de 39 años.

Alicia tuvo razones de peso para salir de Venezuela y abandonar la vida que había edificado.

“El tema de la insegurida­d era muy preocupant­e. No vivíamos tranquilos, teníamos angustia, no se podía salir ni hacer vida normal. Siempre estaba el miedo de que nos secuestrar­an. Vivimos una etapa fea donde no había medicina ni alimento. Sufrí por mi abuelita, no encontrába­mos medicinas, amigos del exterior las compraban y mandaban, pero nos costaba mucho trabajo lograrlo.

“Lo cierto es que mi esposo y yo no queríamos hacer familia ahí”, confió la mujer. Cuenta que su abuela continúa en el país suramerica­no junto a la mamá de Alicia. Ella les hace llegar lo que necesiten, convirtién­dose en el sustento de su familia.

“Esto no hubiese sido posible si no tomamos la decisión de vivir aquí”, agregó.

El pasado de Miyi y Alicia hace entender su presente; uno que cambió desde que se conocieron en Costa Rica y nunca más se separaron. Ambas se convirtier­on en madres en este país y sus hijas Julieta

Pereira Sánchez (2 años y medio) y Miranda Dona Rodríguez (2), respectiva­mente, son como primitas.

Además de ver crecer sus familias, vieron nacer un negocio impensable que lo cambió todo.

EMPRENDER

Las mujeres cruzaron caminos en Costa Rica cuando Alicia y su esposo venían hacia al país, debido a que una familiar le dijo que aquí estaba Miyi, que de repente podrían verse y hacerse amigas. Ninguna tenía expectativ­as, sin embargo, se conocieron y en sus palabras “fue amor a primera vista”.

La amistad creció, sus realidades y sentimient­os eran similares. Mientras se unían, cada una continuaba buscando formas de ocuparse. Para Miyi y Alicia era irracional trabajar en otro oficio que no fuera al que estaban acostumbra­das. Cuando independie­ntemente empezaron a buscar opciones toparon con barreras y juntas idearon emprender.

“Como no encontraba trabajo pensé en dedicarme a lo que me apasiona que es el diseño de interiores. Son ideas con las que no me hubiera animado si no hubiera encontrado a una amiga. Emprender tiene momentos lindos, pero también de llanto”, dice Alicia.

Miyi agrega: “Mi idea era conseguir un trabajo similar al que tenía. Fui a varias entrevista­s pero fue súper complicado”.

Fue así que se les ocurrió crear un pequeño negocio en el que atendían eventos: Miyi, que estudió cocina, preparaba la comida y Alicia, decoradora de interiores, hacía la decoración y el montaje.

“Por un lado es difícil empezar a hacer algo diferente en un país donde no conoces a la gente ni sus gustos, sin embargo, se dio fluido, como conectamos bien, teníamos buenas ideas”, recordaron.

Pasaban los meses y ellas visitaban ferias, buscaban la manera de darse a conocer.

“El tema de la insegurida­d era muy preocupant­e. No vivíamos tranquilos, teníamos angustia, no se podía salir ni hacer vida normal. Siempre estaba el miedo de que nos secuestrar­an. Vivimos una etapa fea donde no había medicina ni alimento”. Alicia Rodríguez,

de Deco 2.0

De repente empezaron a contactar a creadoras de contenido, hacían eventos y hoy tienen amistades que se convirtier­on en su familia.

Pero el enfoque de todo estaba por cambiar. A los eventos que atendían, ellas llevaban sus propios complement­os: quequeras, vajillas y cada vez compraban más para ofrecer variedad y ser exclusivas. Las personas empezaron a interesars­e en las piezas y ellas contaban que no las vendían... pero de repente, sus clientas más fieles empezaron a encargarle­s productos.

En medio de todo llegó la pandemia de la covid-19 y los eventos se disiparon. Entonces, las amigas idearon emprender vendiendo piezas de decoración de diferentes partes del mundo y realizadas por diseñadore­s. Su propuesta tuvo una acogida inesperada.

“Fue una locura, vendíamos solo en línea, fue tanto el boom que de repente nuestras casas parecían bodegas. Un día pensamos en que llegó el momento de buscar un espacio y tener control de inventario de lo que teníamos. Así las clientas, además, podían visitarnos”, dijo Alicia.

Así fue como crearon un showroom (un pequeño espacio en el que exhiben las piezas) en Escazú, que es básicament­e un rincón en el que venden productos desde los $10 hasta los $200 y que significan tesoros para quienes los adquieren.

 ?? JOSE CORDERO ?? Adrián Gutiérrez, de 37 años, empezó a soñar con su empresa de produccion­es cuando era un adolescent­e. Él es el líder de la compañía Jogo, encargada de montajes como el festival Picnic.
JOSE CORDERO Adrián Gutiérrez, de 37 años, empezó a soñar con su empresa de produccion­es cuando era un adolescent­e. Él es el líder de la compañía Jogo, encargada de montajes como el festival Picnic.
 ?? RAFAEL PACHECO ?? Al igual que en producción, la convocator­ia del festival Picnic ha crecido con los años. Aquí la edición del 2020, pocos días antes de que se cerrara todo por la pandemia.
RAFAEL PACHECO Al igual que en producción, la convocator­ia del festival Picnic ha crecido con los años. Aquí la edición del 2020, pocos días antes de que se cerrara todo por la pandemia.
 ?? CORTESÍA ?? Esta foto correspond­e a la primera fiesta que hizo Adrián en el ferry de Playa Naranjo, en el 2006. Ese día se quedaron sin hielo en medio del mar.
CORTESÍA Esta foto correspond­e a la primera fiesta que hizo Adrián en el ferry de Playa Naranjo, en el 2006. Ese día se quedaron sin hielo en medio del mar.
 ?? CORTESÍA ?? En el 2006, Adrián Gutiérrez trajo a una de sus fiestas al cantante panameño Aldo Ranks. Eran los inicios de todo su proyecto.
CORTESÍA En el 2006, Adrián Gutiérrez trajo a una de sus fiestas al cantante panameño Aldo Ranks. Eran los inicios de todo su proyecto.
 ?? JOSE CORDERO ?? Adrián Gutiérrez fundó Jogo en el 2011. En sus inicios, él solo quería divertirse.
JOSE CORDERO Adrián Gutiérrez fundó Jogo en el 2011. En sus inicios, él solo quería divertirse.
 ?? CORTESÍA ?? En el 2014, Adrián Gutiérrez organizó con Calle 13 el primer concierto internacio­nal de Jogo: los números no le dieron y su mamá tuvo que hipotecar la casa para poder cubrir los gastos.
CORTESÍA En el 2014, Adrián Gutiérrez organizó con Calle 13 el primer concierto internacio­nal de Jogo: los números no le dieron y su mamá tuvo que hipotecar la casa para poder cubrir los gastos.
 ?? JOHN DURAN ?? El Life in Color, del 2018, fue en Parque Viva. Jogo estuvo detrás de la producción del evento, en el que se presentó DJ Steve Aoki.
JOHN DURAN El Life in Color, del 2018, fue en Parque Viva. Jogo estuvo detrás de la producción del evento, en el que se presentó DJ Steve Aoki.
 ?? CORTESÍA ?? Alicia Rodríguez y Miyi Sánchez siempre reciben a sus clientes con una sonrisa y también con mimosas. Su calidez las motiva a hacer sentir a cada persona como en casa.
CORTESÍA Alicia Rodríguez y Miyi Sánchez siempre reciben a sus clientes con una sonrisa y también con mimosas. Su calidez las motiva a hacer sentir a cada persona como en casa.
 ?? CORTESÍA ?? Este es el rincón de Deco 2.0. En este showroom Alicia y Miyi muestran ‘los tesoros’ que tienen disponible­s para decoración.
CORTESÍA Este es el rincón de Deco 2.0. En este showroom Alicia y Miyi muestran ‘los tesoros’ que tienen disponible­s para decoración.
 ?? INSTAGRAM ?? Servilleta­s, servillete­ros, platos y cualquier artículo de decoración de diseñadore­s internacio­nales son parte de la oferta que ofrecen las dos amigas.
INSTAGRAM Servilleta­s, servillete­ros, platos y cualquier artículo de decoración de diseñadore­s internacio­nales son parte de la oferta que ofrecen las dos amigas.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Costa Rica