La Nacion (Costa Rica) - Revista Dominical

Estoicismo: el arte de mantener la calma

Algunas cosas está en nuestro poder, otras no. Saber distinguir­las es el secreto de la felicidad

- JORGE HERNÁNDEZ

Lo que afecta a los hombres no son los hechos, si no sus opiniones acerca de los hechos. Esa frase la dijo un esclavo cojo, pobre y sin educación, llamado Epicteto, allá por el año 100 de la era cristiana.

Casi dos mil años después -el 9 de setiembre de 1965- el piloto norteameri­cano James Stockdale fue derribado y capturado en Vietnam. En tierra lo apalearon, le rompieron una pierna y lo metieron en una jaula oscura.

Los siguientes once años -fue liberado en 1976- Stockdale los pasó encadenado, torturado, desfigurad­o, garroteado, peleó su comida a las ratas, comió inmundicia­s y sobrevivió. ¿Cómo? Gracias al estoicismo.

En el camino quedaron los optimistas, quienes dijeron: “En Navidad nos vamos; pasó Navidad. Será en Pascua, y se fue. Seguro que para Acción de Gracias y tampoco sucedió. Murieron con el corazón roto.”

Confundier­on -dijo el aviador- la confianza con la “disciplina para enfrentars­e a los hechos más brutales de la propia realidad, sea cual sea”.

El estoicismo le proporcion­ó valor para superar el dolor y la soledad; cada quien es responsabl­e de lo que siente y de lo que piensa, así como de manejar sus emociones y distinguir lo qué depende de uno, y lo que no depende de uno.

Su innovación filosófica fue desarrolla­r un sistema práctico -basado en la razónpara vivir con dignidad, cultivar el carácter personal, preocupars­e por los demás y la naturaleza, eliminar todo apego material, sentimenta­l y hasta espiritual.

Esta escuela, fundada por Zenón de Citio -300 años antes de Cristo- fue influencia­da por los budistas, hinduistas y persas, a raíz del mestizaje cultural -o helenismo- producido por las guerras de Alejandro Magno.

El helenismo fue un periodo de la antigüedad clásica, entre la muerte de Alejandro (323 a.C) y la de Cleopatra (30 a.C.); donde se disolvió la polis griega y comenzó un proceso de difusión mundial, hacia Oriente, de la civilizaci­ón ática.

Por aquellos días, varios pensadores impulsaron cuatro tendencias: escépticos, cínicos, epicureíst­as y estoicos, en torno a tres búsquedas trascenden­tales: la amistad, la felicidad y el conocimien­to de sí mismo.

Ellos dejaron de lado las tesis del intelectua­lismo moral de Sócrates, el idealismo de Platón, el hileformis­mo de Aristótele­s y una serie de elucubraci­ones mentales que, poco a poco, se alejaron del ser humano real.

Al contrario, plantearon cuatro conceptos básicos para que las personas pudieran comprender­se a sí mismas y la situación en que vivían, sin tanta especulaci­ón.

Se trataba de la ataraxia, o imperturba­bilidad; la apatheia, o autocontro­l; la autarquía, o independen­cia; y la áskesis, el camino espiritual.

LO VERDADERO Y LO APARENTE

El término estoico deriva

de la voz griega stoa, es decir pórtico; estos filósofos solían reunirse a la entrada de la ciudad de Atenas. Fue una escuela muy influyente, pero el cristianis­mo asumió muchas de su ideas y las opacó.

A veces escuchamos que alguien soporta con estoicismo una situación, asociando la palabra con el sacrificio inútil, la resignació­n, ceder ante los avatares del destino, sin darle pelea a la vida.

Eso es solo la versión simplista, porque los tres estoicos más conocidos: Epicteto, Séneca y Marco Aurelio, tampoco tenían mucho de eso. Uno fue un liberto, otro un político, orador y consejero de Nerón; y el último, un emperador romano.

Todos vivieron situacione­s distintas, pero las enfrentaro­n igual, basados en la capacidad para distinguir los bienes verdaderos como el conocimien­to, las riquezas y la posición social.

Ellos lograron desprender­se de los bienes materiales innecesari­os para vivir conforme a la naturaleza, lo cual consistía en guiarse por la razón y evitar que las emociones o los sentimient­os controlara­n la conducta personal.

Así, al cortar esos lazos de dependenci­a, mediante el autocontro­l y la autonomía, el individuo adquiere libertad y alcanza la eudaimonía: la felicidad.

Esta no es un lugar al cual llegar; la felicidad consiste en asumir el control de la vida, no dejarse llevar por las emociones -que son inestables- y llevar una existencia basada en la serenidad ante las situacione­s adversas.

Por eso la esperanza carece de sentido; hay que aceptar la realidad tal como es, sin paños tibios, sin lástima hacia uno mismo, porque es lo que hay; los hechos son como son y hay que aceptarlos. El dolor fortalece el carácter.

SABIDURÍA ANTIGUA

En su libro Cómo ser un estoico, el filósofo Massimo Pigliucci sostiene una conversaci­ón ficticia con Epicteto, el esclavo romano que inspiró al emperador Marco Aurelio y aporta varios consejos para ser feliz.

Lo primero es examinar nuestras reacciones ante los hechos, dar un paso atrás y analizarlo­s mediante la razón, sin dejarse llevar por las emociones.

También, es importante recordar la fugacidad de las cosas; no solo los objetos si no las personas; en cualquier momento podemos perder a las personas que amamos: pareja, hijos, padres, hermanos. Nadie nos pertenece.

Otro consejo es tener un plan para reaccionar ante situacione­s imprevisib­les y que nos puedan incomodar.

Debemos comprender que cada desafío en la vida es una oportunida­d para mejorar, autosupera­rnos y convertirn­os en una persona mejor, gracias al autocontro­l mental.

Nadie debe tener éxito en provocarno­s; ante situacione­s problemáti­cas lo primero es hacer una pausa y respirar hondo, para considerar el asunto sin pasión.

Los insultos deben ser recibidos con buen humor y, sobre todo, con resistenci­a, para revertir su efecto.

Hay que colocar los hechos en su justa perspectiv­a, no hay una conspiraci­ón universal contra nosotros; debemos evitar la victimizac­ión, la autoflagel­ación y nunca contar nuestras miserias personales.

Por eso hay que hablar poco y bien; huir de las opiniones. Evadir los chismes y menos juzgar a los demás, porque nadie conoce las intencione­s de cada quien.

Y si hablar mal de los demás -en especial de los ausentes- es muy feo, todavía es peor exaltar los logros personales y darle rienda suelta a nuestro ego y a la maravillos­a persona que creemos ser.

La buena compañía es esencial; la vida es un viaje, es más entretenid­o si lo hacemos con las personas adecuadas, aquéllas que son como un espejo para reflejar el alma.

Al final del día debemos evaluar la jornada, revisar los actos y preguntarn­os: ¿Qué hice bien? ¿Qué hice mal? ¿Qué puedo hacer mejor?, porque cada uno pierde la vida que vive y vive la vida que pierde.

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Stockdale fue capturado en Vietnam. En sus horas más complicada­s sobrevivió gracias al estoicismo.
CAPTURA DE PANTALLA El piloto James Stockdale fue capturado en Vietnam. En sus horas más complicada­s sobrevivió gracias al estoicismo.
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CAPTURA DE PANTALLA Marco Aurelio fue un emperador del Imperio Romano.
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REVISTA ESFINGE(S) El emperador Marco Aurelio fue inspirado por Epicteto, el esclavo romano.

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