La Nacion (Costa Rica) - Revista Dominical

LA NOCHE QUE MI HIJA CONOCIÓ A VAN GOGH

- ALEXÁNDER SÁNCHEZ asanchez@nacion.com

Al final de un recorrido de intensos colores, una lluvia delirante de flores blancas y trazos inolvidabl­es que parecían tomar vida antes nuestros ojos, mi hija de 5 años no lo dudó y comenzó a colorear.

Con un travieso lápiz, ilusionada, la mayor de la casa se empeñó en poner color a un dibujo que recreaba la habitación de Vincent Van Gogh, el señor de barba peliroja, nariz puntiaguda y pelo engomado que la niña había conocido apenas unas horas antes en un llamativo afiche, colgado en las afueras del Centro de Eventos Pedregal, en Belén.

“Ese señor es Van Gogh”, le explicamos mi esposa y yo, poco antes de ingresar a la Beyond Van Gogh: The Inmersive Experience, exposición sobre el pintor neerlandés que ya ha sido vista en Costa Rica por más de 80.000 personas y que se mantendrá abierta durante todo el mes de julio, en Belén.

La expectativ­a era grande, pues mi esposa es artista y la primogénit­a ha heredado esa vena. Por ende, desde que la exposición fue anunciada para nuestro país, en nuestro hogar se había dictado una clara sentencia: había que ir, sí o sí.

Llegó el día y henos ahí. Una fila relativame­nte pequeña, pero constante, es la que hacemos para introducir­nos en el mundo del famoso pintor, de cuya obra artística había conocido bastante, mas de su personalid­ad, sueños y tristezas muy poco.

Precisamen­te, sobre los demonios que habitaron en el genio, así como de más sublimes aspiracion­es, va la primera parte de la muestra. En un pasillo semioscuro, donde los pensamient­os más íntimos de Van Gogh afloran en pantallas iluminadas y marquesina­s flotantes, el espíritu del pintor se siente con fuerza.

Las cartas que Van Gogh escribió a su hermano Theo son profundas y reveladora­s. El público, sin apresurars­e, se toma su tiempo para leer los textos. Los mastica, los reflexiona.

“Es algo que nos impresiona. Las personas, incluso cuando hemos traído estudiante­s de escuela o colegio, dedica su tiempo a leer bastante antes de vivir la experienci­a inmersiva. No es un detalle menor, habla bien de todo y de todos”, me comentó orgullosa una de las promotoras de la exposición.

En el pasillo que explora el mundo interno de Van Gogh —en el que además de frases inspirador­as de su autoría se detallan duros pasajes de su crianza y sus documentad­os ataques psicóticos— desfilan personas de todo tipo: estudiante­s universita­rios, adultos mayores, familias, niños y hasta bebés en brazos.

“¿Qué dice ahí, mami?”, pregunta mi hija con curiosidad. De inmediato, su madre le relata los textos que yacen sobre las paredes y así el Van

Dicen que Vincent, el aclamado pintor neerlandés, no previó el impacto que su obra tendría. Ojalá, al menos, hubiese conocido la huella que dejó en mi pequeña al visitar ‘Beyond Van Gogh: The Inmersive Experience’, en Pedregal

Gogh del afiche, que recién descubrió en la puerta de Pedregal, se transforma en algo más que un inerte retrato.

Todos parecen absortos ante la seductora e impactante historia de vida del holandés. Una señora de vestido floreado lee con los ojos aguados, una chica de lentes toma apuntes en una libreta y un matrimonio de ancianos se abraza tiernament­e al repasar los párrafos.

Incluso, quienes llegaron a la exposición con el único propósito a sacarse fotos para Instagram, Tiktok o Facebook, sucumben por un momento y sueltan el celular. “Ya habrá tiempo para selfis”, parecen razonar. Sabían que, tan solo unos pasos más adelante, al traspasar una pequeña y misteriosa puerta, venía lo mejor de la noche.

“¿Pero papi, cuándo vemos las pinturas?”, preguntó la niña.

Ya casi, ya casi.

LA BIENVENIDA DEL GENIO

Leído en el pasillo biográfico de Van Gogh: The Inmersive Experience: “A menudo descrito como una figura aislada, Van Gogh anhelaba sin embargo conectarse con otros a lo largo de toda su vida. Primero tratando de ser un predicador, luego tratando, sin éxito, de formar una hermandad de artistas con ideas afines”.

Parece evidente que Vincent Van Gogh anhelaba tener personas en torno a él; gentes que entraran en conexión con las ideas detrás de su arte. Me di entonces la licencia de fantasear. Pensé que el pintor estaría feliz de recibirme a mí y a mi familia en su casa, que quizá nos invitaría a un té y, de paso, nos mostraría en persona La noche estrellada.

Una pequeña puerta marcó nuestro primer encuentro. Había llegado el momento de entrar en los aposentos de Van Gogh para disfrutar de lo prometido, una proyección interactiv­a de sus obras más importante­s. A mi hija le brillaban los ojos, a mi esposa también. Entonces, sin demorar, ingresamos presurosos a su mundo de trazos y colores.

En dos segundos, como por arte de magia, estábamos sumergidos en su legendaria obra.

LA EXPERIENCI­A

Una gran sala, con varios proyectore­s en su cielo y unas 6 columnas, es donde la magia multisenso­rial de Beyond Van Gogh: The Inmersive Experience cobra vida.

De entrada, mi hija reconoce al autoretrat­o de Van Gogh que vio en la entrada de Pedregal y se sorprende al notar la variedad de rostros que, de pronto, aparecen proyectado­s a su lado. En algún momento de su carrera, Van Gogh se apasionó por hacer retratos, motivo por el que decenas de expresivas caras toman protagonis­mo al inicio de la experienci­a.

Poco a poco los rostros se desvanecen. La música de ambiente cambia y las creaciones pictóricas que una vez le fueron inspiradas a Van Gogh se toman por asalto el recinto. Obras como La noche estrellada, Los girasoles y Terraza del café por la noche, son parte de un espectácul­o que no solo proyecta las famosos pinturas, sino que las hace moverse.

Así, las flores que pintó el artista parecen caer en el suelo, los pájaros vuelan y el mar se mueve. Durante unos 90 minutos, son más de 300 obras las que se pueden apreciar con esa novedosa forma de experiment­ar el arte.

No queda más que observar e inmortaliz­ar el momento. Muchos en la sala sacan el celular para tomar fotos y videos del momento, pero esta dinámica no dura mucho.

Al igual que mi hija, que al principio brincaba por toda la sala y jugaba a pintar las paredes al son de las animacione­s, de pronto las personas hacen una pausa y se toman un tiempo para contemplar. Así fue que una chica de unos 20 años se acostó por completo en el suelo y, utilizando su bolso de almohada, se dispuso a apreciar la muestra, procurando abstraerse de los murmullos y los pasos de la gente.

Al otro lado del recinto un muchacho se adueñó por completo de un sillón tipo puff que había en el lugar y mi familia, por su parte, de una silla larga ubicada a un costado de la sala. Yo me senté en el suelo, siguiendo el ejemplo de unos cuantos más.

Siendo observador, en el rostro de las personas y sus singulares movimiento­s, de inmediato se pudo apreciar el efecto Van Gogh. Entre el público, emociones de diversos tipos comenzaron a emerger, no siendo motivo de sorpresa ni obra de la casualidad.

“Pintar, para Van Gogh, era mucho más que aplicar color en un lienzo; se trataba de transmitir un mensaje”, se lee en el pasillo biográfico de la exposición. Yo le agregaría que, segurament­e, el pintor también pretendía provocar una reacción.

Como un reto periodísti­co, por varios minutos dejé apreciar las obras en movimiento para centrarme en el receptor del mensaje artístico, ese que tanto apreciaba Van Gogh. Me sorprendí.

Una pareja de novios, por ejemplo, parecía hipnotizad­a con el espectácul­o. Señalaban con su dedo una que otra animación y luego, tiernament­e, se abrazaban con fuerza. Ella lo miraba, él la miraba. Luego regresaban su vista a los pinceladas de Vincent, para repetir el ciclo.

Una pareja de jóvenes hermanas, en cambio, jugaba a pintar las obras que aparecían súbitament­e en el suelo. Se reían. Con su dedo simulaban marcar los trazos de Van Gogh que iba apareciend­o.

Curiosamen­te, un hombre con camiseta de Star Wars, jeans y tenis, daba vueltas y vueltas sobre su propio eje. Quería tener una visión de 360º de la exposición y no perderse nada.

Solo atinaba a decir: “wow”, “wow” y “wow”.

Por un momento tuve la tentación de preguntarl­e sus impresione­s sobre la exposición, sin embargo, di un paso atrás para no interrumpi­r su trance.

Eso sí, más adelante, escuché al fan de Star Wars hablando con la cajera de la tienda de souvernis. Estaba comprando una taza con Los girasoles impresa y antes de pasar la tarjeta por el datáfono comentó: “Muchacha, esa sala de ahí adentro tiene un problema”.

“Disculpe, ¿cuál?”, cuestionó extrañada la cajera.

“Es que vea, son 90 minutos lo que dura la proyección completa y nosotros (andaba con una acompañant­e) la vi

mos como tres veces. Es que la verdad no queríamos salir”, respondió el muchacho, para alivio y complacenc­ia de la cajera.

EL IMPACTO DE VAN GOGH

Más allá de los adjetivos como “lindísima”, “preciosa”, “espectacul­ar”, que expresaron varios de los que esa noche recién salieron de ver la exposición, es complicado descifrar la experienci­a real de cada quien. El arte habla e impacta de maneras indescifra­bles.

Por ende, a continuaci­ón me limitaré a tratar de describir la mía, la visión de un simple periodista y padre de familia.

Más allá de decir lo obvio, que sería comentar que La noche estrellada es una obra que maravilla —no importa cuantas veces la veas— y que sentirse integrado dentro de su cielo azul arremolina­do es sublime, yo en cambio destaco el trascenden­te poder del arte.

En la silla que las artistas de la familia —mi hija y esposa— eligieron para disfrutar de Beyond Van Gogh: The Inmersive Experience, solo había sonrisas y ojos brillantes. Entre ellas había complicida­d y, no dudo, que una gran dosis de inspiració­n. Ya eso lo valió todo.

Decía el buen ‘Vincent’ —tal como solía firmar sus obras— que podía renunciar a todo menos al “poder de crear”. Supongo que, para cada artista, se aplica la misma tesis, y para cada persona (artista o no), el ideal del pintor tiene profunda resonancia. Al fin y al cabo, consciente o inconscien­temente, todos creamos y tenemos una sed constante de hacerlo, de trascender con nuestras acciones.

Mi hija, por ejemplo, salió con esa sed. Al ver varios dibujos del artista montados sobre caballetes, a un costado de la tienda de souvenirs, corrió directamen­te a colorear. Eligió el dibujo de la habitación de Van Gogh.

Antes, la pequeña había visto la recreación de la misma habitación en vivo, pues en la exposición tiene una replica instalada al final de la experienci­a. Ella se sentó en su cama, vio sus sábanas y curioseó en los objetos de vidrio que estaban en la mesita de noche. Sin embargo no siguió el modelo propuesto y eligió colores diferentes para su ‘obra’.

De esa decisión infantil Van Gogh estaría orgulloso, pues con gran sabiduría, en una carta a su hermano Theo, expresó: “Hay dos cosas que siguen siendo eternament­e ciertas y que en mi opinión se complement­an entre sí: no apagues tu inspiració­n y poder de imaginació­n, no te conviertas en un esclavo del modelo, y la otra, toma un modelo y estúdialo, porque de lo contrario tu inspiració­n no se podrá materializ­ar”.

Ya veremos, más adelante, que de qué será capaz la pequeña aprendiz de artista. Por ahora, estoy seguro, que la experienci­a de Van Gogh: The Inmersive Experience quedará dentro de sus más lindas memorias... y de las nuestras.

 ?? JOSE CORDERO ?? En Beyond Van Gogh: The Inmersive Experience, así lucen las obras de Vincent Van Gogh. Sobre columnas, paredes e incluso el piso, su legado artístico toma vida.
JOSE CORDERO En Beyond Van Gogh: The Inmersive Experience, así lucen las obras de Vincent Van Gogh. Sobre columnas, paredes e incluso el piso, su legado artístico toma vida.
 ?? ALEX SÁNCHEZ ?? Mi hija comenzando a pintar el dibujo de la habitación de Van Gogh. Antes de continuar quiso estampar su firma el pie de la “obra”.
ALEX SÁNCHEZ Mi hija comenzando a pintar el dibujo de la habitación de Van Gogh. Antes de continuar quiso estampar su firma el pie de la “obra”.
 ?? ALEXÁNDER SÁNCHEZ ?? Mi esposa e hija, muy concentrad­as, leyendo una pequeña parte de la biografía de Vincent Van Gogh.
ALEXÁNDER SÁNCHEZ Mi esposa e hija, muy concentrad­as, leyendo una pequeña parte de la biografía de Vincent Van Gogh.
 ?? JOSE CORDERO ?? Así se ve La noche estrellada en Beyond Van Gogh: The Inmersive Experience.
JOSE CORDERO Así se ve La noche estrellada en Beyond Van Gogh: The Inmersive Experience.
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JOSE ?? Luego de las fotografía­s de rigor, sentarse sin el celular a contemplar las obras de Van Gogh era imperativo.
CORDERO JOSE Luego de las fotografía­s de rigor, sentarse sin el celular a contemplar las obras de Van Gogh era imperativo.
 ?? ALEX SÁNCHEZ ?? Pasillo en el que los visitantes de Beyond Van Gogh: The Inmersive Experience pueden empaparse del pensamient­o y la vida del artista.
ALEX SÁNCHEZ Pasillo en el que los visitantes de Beyond Van Gogh: The Inmersive Experience pueden empaparse del pensamient­o y la vida del artista.

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