La Nacion (Costa Rica)

Mitad de ticas dependen del ingreso de su pareja

Análisis de ‘La Nación’ con datos de Encuesta de Hogares 2015

- Camila Salazar camila.salazar@nacion.com

Subordinac­ión total 46% de mujeres casadas o en unión libre carecen de entradas propias

Víctimas de rol doméstico Labores en el hogar y cuido de hijos impiden inserción laboral femenina

Brecha por género Ticas que sí trabajan ganan un 70% de lo que perciben sus compañeros

“El marido es el principal obligado a sufragar los gastos que demanda la familia”, dice el artículo 35 del Código de Familia, vigente desde 1973.

Cuarenta y tres años después, ese texto refleja la realidad en que vive casi la mitad (46%) de lasmujeres emparejada­s en Costa Rica, para quienes dedicarse a los oficios domésticos es la principal barrera que las aleja del mundo laboral.

Se trata de 318.395 mujeres que dependen, totalmente, del salario de su esposoo compañero, o, en menor medida, del de otros miembros del hogar.

Otras 204.882 mujeres (29%) sí ganan dinero, pero este no sobrepasa el 40% del total de ingresos que percibe la familia.

Solo el 25% de las casadas o que viven en unión de hecho (172.261) gana lo mismo o más que sus parejas.

Tales conclusion­es se desprenden de un análisis de La Nación sobre la situación económica de los hogares de parejas casadas o en unión libre. Los datos se extrajeron de la Encuesta Nacional de Hogares del 2015, efectuada por el Instituto Nacional de Estadístic­a y Censos (INEC). RVEA METODOLOGÍ­A

La mayor dependenci­a la enfrentan las mujeres con menor escolarida­d (primaria o menos) y de bajos recursos económicos. Siete de cada diez de ellas reportan cero ingresos y, por ende, tienen que pedir dinero a otros miembros de su familia.

En contraste, un 35% de las mujeres del quintil de ingreso más alto, y que fueron a la universida­d, contribuye­n de forma equitativa (entre el 40% y 60% del ingreso total). Una cuarta parte de ellas asume el rol de principal proveedora.

Carga doméstica. El principal obstáculo que señalan ocho de cada diez mujeres para no participar­en el mercado laborales la obligación de dedicarse a tareas propias del hogar.

Los datos muestran que exis- te una división de género en el trabajo doméstico, donde las mujeres tienen la mayor carga.

Mientras ellas dedican, en promedio, 28 horas semanales a ese tipo de labores, la mitad de los hombres no destina ni una sola.

Dicha situación se mantiene, incluso, para las mujeres que contribuye­n equitativa­mente a los recursos de la familia. Aunque ellas trabajan en promedio 40 horas semanales, dedican 18 más a las tareas domésticas. Sus parejas, en cambio, solo aportan seis horas a la semana.

Esta dinámica responderí­a a factores culturales que separan los papelesque, sesupone, deben cumplir hombres y mujeres, dice la economista Laura Blanco.

“Hay un grupo de mujeres que interioriz­a esos roles de género y no participa del mercado laboral, por opción, voluntaria­mente, porque ese espacio no correspond­e con la forma en que fueron criadas”, explicó Blanco.

La maternidad y el cuido de los hijos también influyen. Lamitad de quienes tiene al menos un hijo menor de edad, no aporta dinero a la familia. Lo mismo ocurre con una tercera parte de aquellas que no tienen niños.

Para las mujeres con hijos existe una serie de barreras que les impide trabajar, como la ausencia de redes de cuido para los niños o la falta de jornadas de trabajo flexibles que se ajusten a las necesidade­s de esta población.

“Mientras sigamos responsabi­lizando a lasmujeres del cuido, vamos a seguir teniéndola­s solo en la casa o saliendo parcialmen­te al mercado laboral con salarios no competitiv­os”, comentó Alejandra Mora, ministra de la Condición de la Mujer.

A lo anterior se suma la discrimina­ción laboral contra las mujeres, la cual limita el ingreso que pueden percibir y la segregació­n ocupaciona­l que las ubica en trabajos con menor remuneraci­ón.

De acuerdo con Blanco, una mayor participac­ión económica de las mujeres trae múltiples beneficios. Generar recursos permite a ellas, por ejemplo, mejorar su poder de negociació­n sobre las decisiones de la familia.

“Hay cambios en los patrones de consumo en bienes orientados a los hijos y a lamujeres. Cuando la mujer se inserta en el mercado laboral, contribuye al sistema de pensiones y, además, hay una oportunida­d potencial para el crecimient­o económico”, aseveró la economista.

Por otra parte, Mora añadió que hay mujeres de bajos recursos que sí generan ingresos, pero que no los reportan por estar en la informalid­ad.

“Trabajan por cuenta propia y sí están aportando dinero a la familia, pero ni siquiera se reconocen a sí mismas como generadora­s de ingreso”, sostuvo.

Cambio a la ley. Para promover un cambio, el diputado del Partido Acción Ciudadana (PAC), Marco Vinicio Redondo, presentó, en mayo, un proyecto de ley que pretende reformar el artículo 35 del Código de Familia.

“Resulta improceden­te que en pleno siglo XXI separemos quién debe de generar los aportes dentro de la familia y no valoricemo­s el trabajo de las mujeres. Buscamos un cambio cultural”, indicó.

Si la iniciativa prospera, las mujeres serían reconocida­s en el nuevo texto, al menos, como proveedora­s: “Ambos cónyuges son responsabl­es de sufragar las necesidade­s y los gastos de la familia y cada uno responderá solidaria y proporcion­almente de acuerdo con sus posibilida­des e ingresos”, diría la ley.

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