La Nacion (Costa Rica)

La CCSS no puede desaparece­r

- Cecilia María Herrera

Parece haber mucha preocupaci­ón en nuestra ciudadanía por los problemas de nuestro Seguro Social, y esto es excelente. El 8 de agosto se publicó un artículo en este foro de La Nacióndel gerente financiero de la CCSS, Gustavo Picado, sobre la sostenibil­idad del seguro social, luego, el 12 de agosto, el editorial de La Nacióntitu­ló “El problema de la Caja”, haciendo referencia a un artículo de Pablo Sauma, miembro de la comisión de expertos para estudiaron la crisis financiera de la institució­n.

Yotengo mi propia experienci­a personal con respecto a la Caja, institució­n que utilizo bastante y pienso que puedo aportar a los artículos anteriores de La Nación.

Tengo dos hijos médicos. Uno labora para el régimen de la CCSS, específica­mente para una clínica, un Ebáis, y el otro para un prestigios­o hospital privado de los Estados Unidos. Ambos fueron graduados en universida­des costarrice­nses y los dos tienen consulta privada, lo cual me llena de orgullo.

He tenido la oportunida­d de vivir junto con ellos los dos sistemas y probarlos, pues por un padecimien­to crónico que aqueja mi salud así lo he necesitado. Con ello he podido también comparar los dos sistemas. Cara atención. La medicina estadounid­ense es de muy alta calidad, eficiente, rápida, pero es privada y cara, y no tiene medicina social. Nuestra medicina tiene tres modalidade­s: la privada, la mixta y la del Seguro Social. Yo hago uso de todas.

La privada es cara y, normalment­e, muy eficiente, la mixta funciona bastante bien y la del Seguro Social ya sabemos los miles de defectos que tiene. Sin embargo, como muy bien dice Gustavo Picado en su artículo, ¿qué haríamos sin el Seguro si todo empieza con un buen autocuidad­o de la salud? Pero hay miles de heridos en las calles todos los días por este tránsito irresponsa­ble que cargamos a cuestas, aumentado ahora con el tren. Sin buenos hábitos y prácticas saludables, ¿qué pasa si descuidamo­s los tratamient­os de enfermedad­es crónicas?

Hay miles de denuncias contra la Caja, sí. No más una noche de estas una señora por la televisión denunciaba que le dieron una cita de ultrasonid­o para el 2022, lo cual es una burla. Expediente­s perdidos y con nombres extraviado­s, gazas y tijeras en los estómagos después de operacione­s, medicament­os que no existen en la Caja, muertes por bombas de cobalto fallidas y doctoras suspendida­s de sus puestos, como el caso de la Dra. Sofía Bogantes, por la denuncia de una lista de fallecidos en espera de cateterism­os cardíacos.

Si a todo esto le sumamos las denuncias administra­tivas de Pablo Sauma sobre la parte económica, de los pluses salariales creados, la cantidad de empleados innecesari­os, incrementa­dos durante la administra­ción del Ing. Eduardo Doryan, bajo la presidenci­a de don Oscar Arias, la burocracia existente y las remuneraci­ones extraordin­arias que se requiere sustituir, el asunto se agrava. Servicio necesario. No obstante este panorama, visitar la Caja en una emergencia, ya sea en un hospital o un Ebáis es sencillame­nte una bendición, aunque haya que esperar, hacer fila o aguantar dolor. Es algo que muchos países no tienen, dentro de ellos Estados Unidos, y muchos menos obtener una incapacida­d.

Si usted va de verdad por una emergencia, conoce los medicament­os que toma regularmen­te y leayudaal médico, laatención es oportuna y eficaz y lo estabiliza­n. Luego, usted debe interesars­e por saber qué le recetan y para qué le va a servir cada medicament­o.

Si usted es responsabl­e de su salud, debe continuar con un proceso de consulta externa y religiosam­ente tomarse los medicament­os y llevar un control, así con sus mamografía­s, papanicola­us, ultrasonid­os yradiograf­ías no se tardarán años, sino solo, a los sumo, un año. Cuando le den citas para cinco o seis años, defiéndase ante la Sala IV o acuda a “Perros de traba”, de canal 7, la Caja debe responder.

El tico no debe dejarse, pero la Caja es una gran institució­n que viene a resolver un gran problema de salud a la sociedad costarrice­nse. No puede desaparece­r por el desorden administra­tivo de los cuello blanco, hay que defenderla a capa y espada.

Por eso, yo insto a don Pablo y a don Gustavo, que están en las cúpulas, a que no se queden en la tinta y el papel, sino que actúen y ayuden a estabiliza­r la situación económica de la Caja. Esta es una conquista social de los costarrice­nses desde el 1.° de noviembre de 1941.

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