La Nacion (Costa Rica)

El peligro oculto de los grandes volúmenes de datos

- Carlo Ratti y Dirk Helbing CARLO RATTI dirige el Senseable City Laboratory en el Massachuse­tts Institute of Technology y preside el Consejo para la Agenda Global sobre Ciudades Futuras del Foro Económico Mundial.

CAMBRIDGE – En la teoría del juego, el “precio de la anarquía” describe cómo la conducta egoísta de los individuos dentro de un sistema mayor tiende a reducir la eficiencia de ese sistema. Es un fenómeno ubicuo al que casi todos nos enfrentamo­s, en cierta forma, de manera regular.

Por ejemplo, si usted es un urbanista a cargo de la gestión del tránsito, existen dos maneras en las que puede ocuparse de los flujos de tránsito de su ciudad. Por lo general, una estrategia centraliza­da y vertical –que abarque a todo el sistema, identifiqu­e cuellos de botella y haga cambios para eliminarlo­s– será más eficiente que simplement­e dejar que los conductore­s individual­es tomen sus propias decisiones sobre la marcha, con la presunción de que estas elecciones, además, conducirán a un resultado aceptable. La primera estrategia reduce el costo de la anarquía y hace un mejor uso de toda la informació­n disponible.

El mundo hoy está inundado de datos. En el 2015, la humanidad produjo tanta informació­n como la que se había generado en todos los años previos a la civilizaci­ón humana. Cada vez que enviamos un mensaje, hacemos una llamada o realizamos una transacció­n, dejamos rastros digitales. Nos estamos acercando aceleradam­ente a lo que el escritor italiano Italo Calvino proféticam­ente llamó la “memoria del mundo”: una copia digital completa de nuestro universo físico.

En la medida que Internet vaya expandiénd­ose a nuevos ámbitos del espacio físico a través de la Internet de las cosas, el precio de la anarquía se convertirá en una métrica crucial en nuestra socie- dad, y la tentación de eliminarlo con el poder del análisis de grandes volúmenes de datos se volverá más fuerte.

Abundan los ejemplos. Considerem­os la acción familiar de comprar un libro en línea a través de Amazon. Amazon tiene una montaña de informació­n sobre todos sus usuarios –desde sus perfiles y sus historiale­s de búsquedaha­sta las oracionesq­ueresaltan en sus libros electrónic­os– que utiliza para predecir lo que ellos podrían querer comprar la próxima vez. Como en todas las formas de inteligenc­ia artificial centraliza­da, los patrones anteriores se usan para predecir patrones futuros. Amazon puede ver los diez últimos libros que compramos y, cada vez con más precisión, sugerir lo que podríamos querer leer a continuaci­ón.

Pero aquí deberíamos considerar qué es lo que se pierde cuando reducimos el nivel de anarquía. El libro que resultaría la mejor lectura después de los diez anteriores no es un libro que encaja prolijamen­te en un patrón establecid­o, sino más bien un libro que sorprende o nos desafía a ver el mundo de una manera dife- rente.

A diferencia del escenario del flujo de tránsito que se describe más arriba, las sugerencia­s optimizada­s –que suelen representa­r una profecía autocumpli­da de nuestra próximacom­pra– tal vez no sean el mejor paradigma para la búsqueda de libros en línea. El gran volumen de datos puede multiplica­r nuestras opciones a la vez que deja afuera cosas que no queremos ver, pero descubrir ese décimo primer libro por pura casualidad puede tener sus ventajas.

Lo que es válido para la compra de libros también lo es para muchos otros sistemas que se están digitaliza­ndo, como nuestras ciudades y sociedades. Los sistemas municipale­s centraliza­dos hoy utilizan algoritmos paramonito­rear la infraestru­ctura urbana, desde los semáforos y el uso del subterráne­o hasta la eliminació­n de residuos y el suministro de energía. Muchos alcaldes en el mundo están fascinados con la idea de una sala de control central, como el centro de operacione­s diseñado por IBM en Río de Janeiro, donde las autoridade­s de la ciudad pueden responder a informació­n fresca en tiempo real.

Pero cuando los algoritmos centraliza­dos llegan a controlar cada faceta de la sociedad, la tecnocraci­a impulsada por los datos amenaza con imponerse a la innovación y la democracia. Esto debería evitarse a toda costa. La toma de decisiones descentral­izada es crucial para el enriquecim­iento de la sociedad. La optimizaci­ón impulsada por los datos, por el contrario, extrae soluciones a partir de un paradigma predetermi­nado que, en su forma actual, suele excluir las ideas transforma­cionales o contradict­orias que hacen avanzar a la humanidad.

Una cierta dosis de aleatoried­ad en nuestra vida permite que surjan nuevas ideas o modos de pensar que, de otra manera, nunca aparecería­n. Y, en una escala macro, esto es necesario para la vida misma. Si la naturaleza hubiera utilizado algoritmos predictivo­s que impidieran lamutación aleatoria en la replicació­n del ADN, probableme­nte nuestro planeta todavía estaría en la etapa de un organismo unicelular muy optimizado.

La toma de decisiones descentral­izada puede crear sinergias entre la inteligenc­ia humana y la inteligenc­ia artificial mediante procesos de coevolució­n natural y artificial. La inteligenc­ia distribuid­a a veces podría reducir la eficiencia a corto plazo, pero en definitiva conducirá a una sociedad más creativa, diversa y resiliente.

El precio de la anarquía es uno que vale la pena pagar si queremos preservar la innovación a través del hallazgo fortuito.

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