La Nacion (Costa Rica)

LETRAS DE CAMBIO

- Luis Mesalles ECONOMISTA lmesalles@academiaca.or.cr

Por alguna razón incomprens­ible, el programa macroeconó­mico del Banco Central contiene dos cifras distintas sobre la proyección del déficit fiscal para este año.

En la página 38, dice que el Banco prevé un déficit para el Gobierno Central de un 6,0% del PIB. Pero ahí mismo agrega una nota al pie de página, en la que indica que “dada la evolución de los ingresos y gastos del Gobierno Central durante el primer semestre del año, el Banco Central estima la brecha en torno al 5,7%”. ¿Entonces? ¿Será 6,0 o 5,7?

¿Por qué no quiso el Central incorporar en sus estimacion­es oficiales los avances que ha tenido el gobierno en contención del gasto y mejora en recaudació­n de impuestos? Es más, tomando en cuenta que en el primer semestre el déficit fue del 2,2% y que en el segundo semestre el déficit tiende a ser mayor que en el primero, es muy probable que el déficit sea aún menor al 5,7%.

Ahí es donde empiezo a especular por dónde podría andar el asunto. Don Luis Guillermo insiste en que sin la aprobación de más impuestos el déficit llegará al 8,5% en el 2018. La única manera que veo que eso pueda suceder es que el gobierno se desboque en gastos de aquí al final de la administra­ción.

Podría ser que el Banco Central esté suponiendo que eso sucederá. Pero me cuesta creer que este gobierno aumente el gasto por mero cálculo electoral, como lo han hecho la mayoría de las administra­ciones en el pasado.

Lo otro podría ser que el Ministro de Hacienda, que es miembro de la Junta Directiva del Banco Central, piense que poner una cifra proyectada de déficit muy baja le quite ímpetu a la aprobación de nuevos impuestos, porque la gente piense que ya no hace falta.

Más bien, tanto la oposición como el público en general le han pedido al gobierno que haga un mayor esfuerzo por sanear primero las finanzas públicas para luego aprobar las reformas necesarias para resolver el problema estructura­lmente. Por eso, me parece que una proyección más baja del déficit más bien mejoraría la posibilida­dde aprobación de dichas reformas, e incluso mejoraría su calidad.

Además, está claro que el problema fiscal aún no está resuelto de forma definitiva. Todavía se necesita la reforma al empleo público, la modernizac­ión de los impuestos de ventas yrenta y las reglas fiscales para evitar que futuros gobiernos nos lleven a una situación fiscal comprometi­da de nuevo.

En todo caso, el Banco Central debería emitir su criterio de manera técnica, y no prestarse a posibles juegos políticos del gobierno. No le correspond­e.

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