La Nacion (Costa Rica)

Restricció­n ampliada

La medida podría resultar necesaria, pero solo a falta de verdaderas soluciones .

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Los congestion­amientos

de tránsito son desesperan­tes y pesan cada vez más sobre la economía nacional. Poco a poco, han ganado terreno entre los temas álgidos de la política. La solución no está a la vista. El gobierno estudia medidas paliativas cuya sola mención despierta polémica. La másrecient­e es la posibilida­d de ampliar la restricció­n vehicular para limitar la circulació­n por la General Cañas, la Florencio del Castillo y la ruta 32.

Ya no solo el centro de la capital estará vedado a los conductore­sun día a la semana, sino también los accesos. Un sector de la ciudadanía, incluida la Unión de Cámaras, se adelantó a protestar. Según los empresario­s, las nuevas restriccio­nes aumentarán los costos de distribuci­ón y logística.

La medida podría resultar necesaria, pero solo a falta de verdaderas soluciones. Es preciso señalarlo porque los embotellam­ientos son consecuenc­ia de la posposició­n de importante­s decisiones en diversos ámbitos, desde la política laboral hasta el transporte público y, desde luego, la infraestru­ctura.

Fracasada la concesión de obra pública en la vía a San Ramón, la alternativ­a ofrecida con entusiasmo por los opositores del contrato está lejos dematerial­izarse. No está claro si el peaje terminaría costando lo mismo, o más, y nadie se atreve a dar una fecha para la conclusión de la obra. La Circunvala­ción y varias obras menores con potencial impacto sobre el congestion­amiento también se han hecho esperar.

Lo mismo sucede con otras construcci­ones urgentes y un vistazo al presupuest­o nacional para el año entrante muestra la escasez de recursos para desarrolla­rlas. El esfuerzo por aumentar esos fondos palidece frente a las necesidade­s y el país no tiene cómo enfrentarl­as. Cuando hay financiami­ento, el Estado se muestra incapaz de emprender la ejecución. Los empresario­s apuntan a millones de dólares en préstamos ya aprobados.

En esas circunstan­cias, el único remedio, por el momento y mientras se encuentra la formade desarrolla­r obra pública, podría ser la limitación del tránsito sobre la infraestru­ctura actual, insuficien­te y deterio- rada. Pero hay otras formas de limitarlo, como la sectorizac­ión del transporte público.

En Coronado, la empresa autobusera trabaja con 16 vehículos cuya función es conectar el centro del cantón con puntos aledaños. Esas rutas ramales desembocan en un solo lugar, donde los pasajeros abordan la flotilla de 27 buses dedicados a viajar a San José. En total, la empresa emplea 43 vehículos en lugar del centenar que sería necesario para brindar el servicio desde cada comunidad hasta el centro de la capital.

Son 57 autobuses menos en una sola línea. El efecto, multiplica­do por la cantidad de empresas cuyas rutas podrían ser sectorizad­as, es significat­ivo. Sin embargo, los millonario­s estudios ejecutados para sopesar las ventajas del sistema están lejos de rendir frutos porque la sectorizac­ión afecta los intereses de las empresas de transporte público.

El desarrollo de otros medios de transporte también ha sido objeto de incontable­s estudios y eternos debates sin fruto. Apenas ha sido posible poner en funcionami­ento el ferrocarri­l de pasajeros, con todas sus evidentes limitacion­es. El tranvía hace fugaces aparicione­s en el debate público y desaparece de él como por arte de magia. Decidir cuál es la mejor opción correspond­e a los técnicos, pero urge un esfuerzo concertado para hallarla, en lugar de iniciativa­s aisladas cuyos proponente­s abogan por cada cual sin considerar las ventajas de las demás.

Medios eficientes de movilizaci­ón, sumados a una flexibiliz­ación de las jornadas laborales, contribuir­ían significat­ivamente a aliviar los congestion­amientos de tránsito. Los empresario­s proponen las reformas necesarias, en el marco de un absoluto respeto a los derechos de los trabajador­es, pero la dirigencia sindical se opone de entrada y los intentos hechos hasta ahora han fracasado.

Todavía es preciso esperar las conclusion­es del Ministerio de Obras Públicas sobre la factibilid­ad de la restricció­n ampliada. Sin embargo, la Dirección de Tránsito duda de su capacidad de hacerla respetar con solo 700 policías para vigilar todo el país. En el presupuest­o del 2017 no hay dinero para contratar oficiales. En consecuenc­ia, tampoco hay garantía de que la medida paliativa vaya a funcionar. ¡Aviados estamos!

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