La Nacion (Costa Rica)

Momento de que EE. UU. vuelva a compromete­rse con América Latina

- Patrick Duddy PATRICK DUDDY, exsubsecre­tario de Estado adjunto para el Hemisferio Occidental y embajador de Estados Unidos en Venezuela entre el 2007 y el 2010, hoy dirige el Centro de Estudios Latinoamer­icanos y Caribeños de la Universida­d de Duke. Artíc

El 11 de setiembre del 2001, mientras Estados Unidos vivía el peor ataque terrorista de toda su historia, su secretario de Estado, Colin Powell, se encontraba en Lima, Perú, para adoptar la Carta Democrátic­a Interameri­cana. A pesar de los trágicos acontecimi­entos en Washington, Nueva York y Pensilvani­a, Powell se quedó en Lima hasta que se aprobó la Carta.

Esa decisión subrayó la importanci­a que Estados Unidos le dio a este logro, ya que el acuerdo pretendía adoptar formalment­e a la democracia representa­tiva como condición de participac­ión de cada nación en el sistema interameri­cano. Este hito también buscaba abrir una nueva era de cooperació­n entre los Estados Unidos y el resto del hemisferio.

Lo que ha sucedido en las relaciones entre Estados Unidos y América Latina desde los aten- tados terrorista­s del 2001 tiene particular resonancia hoy, ameses de las elecciones presidenci­ales del 2016.

Después de que Estados Unidos fue atacado en el 2001, los latinoamer­icanos fueron profundame­nte comprensiv­os con sus vecinos del norte. Sin embargo, el posterior anuncio del presidente Bush de que otras naciones estaban “con nosotros o contra nosotros” en la guerra contra el terrorismo, no fue bien recibido en América Latina. En el 2003, ni Chile ni México –en las Naciones Unidas–apoyaron el uso de la fuerza por parte de Estados Unidos en la guerra de Irak.

Mientras tanto, la elección de Hugo Chávez como presidente de Venezuela en 1998 presagiaba una ola de populistas de izquierda que buscaban ganar poder en la región. Estos líderes resentían profundame­nte la influencia estadounid­ense en América Latina y se mostraban escépticos frente a sus propuestas de desarrollo económico. Populismo.

Aunque Estados Unidos mantuvo su compromiso con la región durante todo este periodo –mediante la firma de acuerdos económicos bilatera- les, la lucha contra el narcotráfi­co y las crisis en Haití– la reacción de Washington al golpe de Estado contra Hugo Chávez en el 2002 dejó a muchos dudando de su real compromiso con la Carta Democrátic­a Interameri­cana.

La respuesta de Estados Unidos al golpe de Estado de Honduras en el 2009 socavó aún más esta confianza frente al apoyo de este país a la democracia en la región.

Ultimament­e, ha habido una evolución en cuanto a las actitudes en el hemisferio. Quince años después de la adopción de la Carta Democrátic­a Interameri­cana, muchos de los países de la región están abiertos a una relación más estrecha y de cooperació­n con Estados Unidos. Un solo tema de debate. Desafortun­adamente, la campaña presidenci­al estadounid­ense, hasta el momento, ha ignorado a América Latina en su conjunto. El debate se ha concentrad­o mayoritari­amente en temas migratorio­s y si bien es necesario aprobar una reforma migratoria integral, hay que explorar y aprovechar otras oportunida­des que presenta el hemisferio occidental.

Simplifica­r nuestra relación con México solo a este tema, deja de lado otros beneficios de una relación que, de hecho, es más profunda que lo que republican­os y demócratas parecen dispuestos a admitir.

Los dos candidatos presidenci­ales de Estados Unidos han cuestionad­o el tipo de políticas comerciale­s que por largo tiempo han sido considerad­as de interés fundamenta­l para la salud de la economía de este país.

Los principale­s líderes de ambos partidos entendiero­n que los beneficios del comercio internacio­nal no se distribuye­n de manera uniforme. Sin embargo, la mayoría también comprende que los beneficios son reales.

Hoy, el 42% de las exportacio­nes estadounid­enses fluyen hacia el hemisferio occidental. Por supuesto que hay problemas con algunos de nuestros acuerdos comerciale­s, pero también hay que reconocer que nuestras relaciones con la región son cada vez más simbiótica­s y los que aspiran a dirigir el país deben reconocer eso con mayor claridad.

América Latina es hoy más importante que nunca para Estados Unidos.

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