La Nacion (Costa Rica)

Hablando se entiende la gente

- Elías Soley Gutiérrez

Para recuperar la capacidad de diálogo debemos preocuparn­os por cambiar conductas

Cuando revisamos algunos de los acontecimi­entos políticos más relevantes de la historia nacional, encontramo­s una especial coincidenc­ia. En todos ellos se utilizó el diálogo para facilitar el acercamien­to de diversos sectores, lo cual permitió el sano intercambi­o de ideas, pensamient­os, objetivos y sentimient­os de los tomadores de decisiones.

Lo anterior, potenciado por la claridad ideológica de los líderes políticos y gremiales de otros tiempos, permitían un intercambi­o de posiciones que nutría las ideas y el resultado final de los procesos, aunque estos fueran tensos.

Cuando tenemos los ingredient­es apropiados, en la situación en que nos encontremo­s debatiendo (por ejemplo: respeto al interlocut­or, tolerancia a la diversidad de opiniones, humildad al presentar puntos de vista y, sobre todo, conscienci­a por buscar objetivos de bien común), no tengo la menor duda de que el resultado de los procesos será más eficaz y con más gente apoyando su ejecución.

No obstante lo anterior, conviene preguntars­e qué es lo que ha cambiado en Costa Rica para que perdiéramo­s la capacidad de diálogo; dónde dejamos la tolerancia y el respeto por el que opina o piensa distinto. ¿Acaso no buscamos todos un mejor futuro y mayor prosperida­d para nuestra patria?

Factor principal. Por donde sea que analicemos la situación, podemos identifica­r la pérdida de nuestra capacidad de diálogo como el factor principal que genera esa ingobernab­ilidad, la imposibili­dad de ejecutar proyectos políticos o de gobierno, falta de condicione­s para impulsar una idea y separación o distanciam­iento de los grupos políticos, gremiales y fuerzas sociales, entre otros.

La falta de diálogo de los sectores sociales ha entrabado al país; ha desestimul­ado a personas que tienenmuch­o que dar y ganas de servir; provoca que toda iniciativa, emprendimi­ento o simplement­e ganas de mejorar procesos queden empantanad­os en discusione­s estériles o presas de ocu- rrentes interpreta­ciones de la maraña jurídica que nos “ordena”.

Enlas últimas décadas (sí, por si algunos no se han dado cuenta, llevamos en este jueguito más de veinte años ya) diferentes sectores, ante su propia incapacida­d de diálogo han recurrido, consciente o inconscien­temente, a los medios de prensa para transmitir sus ideas a sus contrapart­es; con esta costumbre, prolifera la controvers­ia, se destruyen los canales del diálogo y, con ello, se eliminan las condicione­s básicas para generar acuerdos.

Resultado de esta dinámica es la profunda frustració­n social al no ver resultados, un sentimient­o de falta de orientació­n que produce desconfian­za en la clase política y nos hace un país permeable para que fuerzas extremista­s (sean de derecha o izquierda) vengan a empeorar las situacione­s y a presentars­e como “soluciones drásticas” a los problemas que enfrentamo­s.

Viraje. Para recuperar la capacidad de diálogo debemos, como sociedad, preocuparn­os por cambiar algunas conductas. Entre ellas, desarrolla­r tolerancia a la opinión contraria, buscar objeti- vos realizable­s para tratar de ir alcanzando logros que nos permitan reconstrui­r la confianza que hemos destruido y así legitimar interlocut­ores válidos que posteriorm­ente posibilite­n llegar a grandes acuerdos nacionales.

El diálogo es uno de los recursos más valiosos que tenemos los seres humanos; no podemos privarnos de todo lo bueno que produce ejercitarl­o con mucha constancia. Preocupánd­onos por recuperarl­o en esta coyuntura en que parece que la clase política y gremial lo ha perdido en gran proporción, es una tarea ineludible y de gran trascenden­cia para generar las condicione­s que permitan pensar en tomar grandes acuerdos que marquen un rumbo a este país en temas claves, como eliminar la pobreza extrema, mejorar la educación y la seguridad, generar empleo y emprendimi­entos, resolver la situación fiscal y la infraestru­ctura, entre otras.

Todos los desafíos que tenemos por delante, que son muchísimos y se han agravado por la falta de diálogo, se simplifica­rían y enfrentarí­an con ánimo si sabemos que contamos con las condicione­s para ponernos a trabajar en la solución y no dedicarnos a bombardear iniciativa­s de aquellos que no piensan como nosotros.

Tengamos hoy más presente que nunca el viejo y sabio adagio popular que dice: “Hablando se entiende la gente”.

 ?? FILTRO/NORBERTO H. LABIOSA ??
FILTRO/NORBERTO H. LABIOSA

Newspapers in Spanish

Newspapers from Costa Rica