La Nacion (Costa Rica)

LETRAS DE CAMBIO

- Luis Mesalles lmesalles@academiaca.or.cr

Que la economía internacio­nal crezca poco y que la situación fiscal nacional sea muy mala, no parecen afectar negativame­nte a Costa Rica. Nuestros indicadore­s macro muestran, más bien, una economía con crecimient­o favorable y estabilida­d financiera. ¿Es eso una realidad o es pura suerte? El ingreso de inversión extranjera directa es la principal razón que permite a la producción crecer favorablem­ente.

A pesar de que se dice que somos un país caro, seguimos siendo muy competitiv­os en los sectores productivo­s que demandan personal calificado, comolos de alta tecnología, servicios y turismo.

Costa Rica sigue aprovechan­do muy bien la inversión que se hizo en décadas pasadas, sobre todo en un buen diseño institucio­nal, de educación y salud. Por eso, el Índice Global de Competitiv­idad nos ubica en el puesto 52 de 140 países evaluados. Sin embargo, el mismo índice señala algunos defectos que amenazan el aprovecham­iento de dichas ventajas, tales como la baja calidad de la infraestru­ctura, el desperdici­o en el gasto del Gobierno, el peso de las regulacion­es gubernamen­tales, la dificultad para empezar negocios nuevos, la alta tasa de impuestos a las ganancias y el poco desarrollo del sistema financiero. Dicho índice también nos da una mala calificaci­ón en el ambiente macroeconó­mico. Eso suena extraño, cuando tenemos un escenario de aparente estabilida­d financiera. La inflación es baja, el tipo de cambio estable y las tasas de interés van para abajo. Lo que el índice critica fuertement­e es el alto déficit fiscal, en cuyo rubro somos el país 124 de 140.

Aunque el alto déficit fiscal no se ha reflejado en inestabili­dad, sí es un factor que va en contra de la competitiv­idad del país. Los efectos negativos del déficit no han surgido porque el comportami­ento de la economía internacio­nal nos ha favorecido enormement­e. La caída de los precios internacio­nales de las materias primas (petróleo y otros), junto con la prevalenci­a de bajas tasas de interés, nos ha ayudado a financiar, de manera relativame­nte fácil, nuestro desbalance interno. Si no fuera por eso, la inflación sería más alta, el tipo de cambio ya se habría devaluado y las tasas de interés irían para arriba.

La suerte de tener vientos económicos internacio­nales favorables nos permite crecer con estabilida­d. Pero esos vientos pueden cambiar en cualquier momento. Por eso deben tomarse las medidas necesarias para corregir los factores que afectan negativame­nte la competitiv­idad antes de que sea muy tarde.

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