La Nacion (Costa Rica)

Alianza políticoem­presarial

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La Operación Lava Jato comenzó en marzo del 2014 como una investigac­ión común sobre el mercado paralelo de cambio en una red de gasolinera­s. Treinta meses después, esta se ha convertido en la bestia negra del poder en Brasil. La Fiscalía definió el caso como un sistema de “empresas que se enriquecía­n a costa del Estado, directivos de Petrobras que vendían favores, lavadores profesiona­les de dinero que pagaban sobornos y políticos, y partidos que sustentaba­n directivos de Petrobras y, a cambio, recibían la mayor parte de los sobornos para enriquecer­se y financiar sus campañas”. Durante una década desviaron más de $2.000 millones de la empresa petrolera estatal. Los delitos recurrente­s son corrupción pasiva y activa, crímenes contra el sistema financiero, formación de organizaci­ón delictiva y lavado de dinero. BRASILIA. AFP. - Héroe que rescató a Brasil de la corrupción o villano que usurpó los mandos de la República: el juez Sergio Moro lleva años sacudiendo las intocables élites del país en un camino que ahora desemboca en el expresiden­te Lula, la última frontera para este investigad­or.

Con su decisión de sentar al histórico líder de la izquierda en el banquillo de los acusados por corrupción, el temido magistrado suma el último capítulo de una saga que empezó hace más de dos años, cuando activó su fuerte judicial en Curitiba (Paraná, sur), donde dio a luz a la llamada Operación Lava Jato.

La llave hacia las cloacas del poder se la dio un viejo conocido de los juzgados, el cambista Alberto Youssef, a quien detuvo a comienzos del 2014. Nacía así la mayor operación anticorrup­ción que ha visto Brasil y, con ella, la estrella de Moro, encargado de juzgar el multimillo­nario fraude que desangró la gigante estatal Petrobras.

En sus redes han caído desde exdirectiv­os de la petrolera has- AFP ta los dueños de las mayores constructo­ras del país, pasando por políticos de alto y bajo calibre en movimiento­s que, poco a poco, comenzaron a estrechar el cerco contra quien alguna vez fue un expresiden­te intocable.

El martes dio otro paso más: seis días después de que la Fiscalía denunció a Lula por corrupción pasiva y lavado de dinero, el juez Moro aceptó la denuncia contra el expresiden­te.

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Moro ha conducido varios casos de corrupción con mano dura.

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