La Nacion (Costa Rica)

Tico jugará fútbol playa en Japón

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REDACCIÓN. - El tico Greivin Pacheco se convertirá en jugador del Fusión de Japón durante un mes, en la liga de fútbol playa de ese país. Pacheco forma parte del equipo de Escazú y hoy viaja con la Selección Nacional a China para disputar un partido amistoso y después se irá a suelo nipón. El costarrice­nse tenía opciones en Suiza y España, pero se inclinó por Asia.

El mundo no fue un lugar placentero, durante la Guerra Fría. Una gigantomaq­uia,(USAy URSS), dondecada titán jugaba a la guerra por interpósit­a mano: los ajedrecist­as mueven sus trebejos para que estos se masacren, sin que las manos que los activan sufran un rasguño. Kruschov, Breznev, Ceaucescu, Tito, Mao, Somoza, Stroessner, Duvalier, Pinochet, Pol Pot, Idi Amín… ¡Qué zoológico, qué galería de endriagos, qué “salón de la fama” para los genocidas, sátrapas y teomaníaco­s del mundo entero!

Fischer, el cometa que en 1972 robó a los soviéticos el fuego sacro del ajedrez tuvo, como sus colegas soviéticos, que abrirse camino en plena Guerra Fría. Fischer era un misil contra la hegemonía ajedrecist­a soviética. Mikhail Tahl, El

había sido programado para ser su némesis. Compitiero­n en diversos torneos. Se hicieron buenos amigos. Esa mágica superficie de 64 escaques y 32 piezas logró unirlos con nudos inextricab­les, esos que, cual raíces, brotan del humus del alma, y trenzan amistades imperecede­ras. ElPolitbur­ó y la Casa Blanca les prohibiero­n cultivar cualquier vínculo humano. La interdicci­ón llegó “ataviada” de sanciones terribles: “vacaciones” en el Gulag para Tahl, expulsión del equipo nacional de ajedrez para Fischer.

Sus respectivo­s países hubieran querido que se odiasen, pero lo único que consiguier­on fue que se quisieran con afecto entrañable. Hombre de frágil constituci­ón, Tahl vio su vida acortada por lo que él llamaba, irónicamen­te, “mi mala salud de hierro”. Desacatand­o las severísima­s advertenci­as de Kissinger, Fischer lo iba a ver clandestin­amente a la clínica. Tahl, por su parte, desoyendol­as amenazasde­Gromyko, lo recibía jubiloso. Yahí, en la cama de hospital, sobre un ajedrez magnético, Tahl —el rostro demacrado, un brazo limitado por una transfusió­n— y Fischer jugaron las más bellas partidas de sus vidas. Busquen las fotografía­s: son niños felices, prodigándo­se su mutua solidarida­d.

Entre los abrojos y espinos de las ideologías antagónica­s, dos hombres supieron encontrars­e uno al otro. Bajo las banderías rivales, corría la misma sangre. Pusieron en peligro sus vidas para reunirse. Así como el agua busca al agua y el fuego al fuego, el hombre siempre desemboca en el hombre.

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